Moscú

La crisis en Ucrania se ha convertido en una guerra de nervios entre Rusia, que prepara, según la OTAN, las mayores maniobras en territorio de Bielorrusia desde la Guerra Fría, y Estados Unidos, que comenzó a desplegar hoy un nuevo contingente en Europa del Este.

Ambas partes no cesan en cuanto a movimientos militares, pero, sin llegar a apretar el gatillo que desencadenaría una guerra, hay consenso en mantener la vía diplomática abierta para llegar a buen puerto, que sería evitar el conflicto armado encontrando una solución política.

Y es que la próxima semana se postula como potencialmente importante en el devenir de la crisis. El presidente francés, Emmanuel Macron, que se ha convertido en la figura europea más presente en esta crisis, visitará Moscú y Kiev, el lunes y martes. El canciller alemán, Olaf Scholz, en cambio, conversará con Joe Biden en la Casa Blanca también el lunes. 

Un avión del Ejército de Estados Unidos tras aterrizar en el aeropuerto de Jasionka, Polonia, para dejar a cerca de 3.000 soldados y material. Reuters

Movilización militar

Este pasado viernes aterrizaron en un aeródromo de Brest, una región de Bielorrusia limítrofe con Ucrania y Polonia, cazas rusos Su-25. Horas después llegó a Polonia un primer avión estadounidense con soldados. Además, este domingo llegará un segundo aparato, mucho mayor y con material.

Estados Unidos ha decidido incrementar en 3.000 hombres su presencia militar en el flanco oriental de la OTAN, refuerzos destinados a hacer frente a los 130.000 soldados rusos concentrados en la frontera ucraniana. Pero, además, la Casa Blanca mantiene en "alerta elevada" en bases de su territorio a otros 8.500 soldados, listos para ser enviados al este de Europa en cualquier momento. 

El Ejército ucraniano realizando ejercicios militares en Pripyat, cerca de Chernóbil. Reuters

El escuadrón ruso de Su-25CM recorrió más de 7.000 kilómetros desde el Lejano Oriente del país para participar la próxima semana en las maniobras militares conjuntas "Determinación aliada-2022", que han despertado el recelo de la OTAN. Esos ejercicios militares, según el Kremlin y Bielorrusia, no tienen nada que ver con la crisis ucraniana. Occidente, sin embargo, no se fía y cree que podría ser una manera de rodear a Ucrania por el flanco norte. 

El comunicado castrense no precisó el número de los Su-25, pero en territorio bielorruso se encuentran ya una docena de cazas de cuarta generación Su-35, además de sistemas de defensa antiáerea de largo alcance S-400 Triumf, que también llegaron el viernes a Brest.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, denunció que Moscú emplazará también en el país vecino los temidos misiles tácticos Iskander, capaces de superar el escudo antimisiles estadounidense, aunque el Ministerio de Defensa ruso no ha informado de ello.

Según la Casa Blanca, Rusia habría desplegado ya a 5.000 soldados en la frontera entre Ucrania y Bielorrusia, y planea incrementar esa cifra hasta los 30.000 hombres.

Un cargamento de armas de EEUU en su llegada a Ucrania este sábado. Reuters

En cambio, el ministro de Exteriores bielorruso, Vladímir Makéi, replicó que "la fantasía sobre una agresión militar desde el territorio de Bielorrusia contra Ucrania es simplemente ridícula".

Polonia, uno de los mayores adversarios de Rusia y aliados de Ucrania, recibirá entre hoy y el domingo casi 2.000 soldados estadounidenses, mientras el resto serán apostados en Alemania y Rumanía, país bañado por el mar Negro.

Aunque el Pentágono precisó que dichos soldados "no combatirán en Ucrania", no descartó el envío de más hombres en el marco del plan de contención de la Alianza Atlántica.

Cambio de discurso

Tras más de dos meses de ensordecedores tambores de guerra, todas las partes implicadas parecen haber cambiado de discurso en los últimos días. La invasión rusa de Ucrania ya no es inminente. El teatro de guerra ya no es el campo de batalla, sino los salones de la diplomacia.

Aunque sigue pidiendo armamento a Occidente, el ministro de Exteriores de Ucrania, Dmitro Kuleba, admitió que el número y la composición de las fuerzas militares desplegadas por Rusia en la frontera "no son suficientes para una invasión a gran escala".

Le secundó la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, quien llamó públicamente a borrar del vocabulario de los partes de guerra la palabra "inminente".

Joe Biden bajándose del Air Force One este viernes. Reuters

Mientras, desde Moscú, Viena o la ONU los diplomáticos rusos califican de "inconcebible" una guerra con Ucrania y acusan a Occidente de idear un escenario apocalíptico y culpar a Rusia de llevarlo a cabo.

Esa fue la reacción del Kremlin cuando la agencia de noticias estadounidense Bloomberg publicó por error esta madrugada una noticia titulada: "Rusia invade Ucrania".

"Esta es una magnífica demostración de lo peligrosa que es la situación creada por las interminables declaraciones agresivas procedentes de Washington, Londres y otros países europeos", denunció Dmitri Peskov, el portavoz del Kremlin.

Peskov alertó sobre las "irreversibles consecuencias" que puede tener "la atmósfera de extraordinaria tensión" que existe en Europa.

Vía diplomática abierta

Ni los políticos ni los analistas rusos esperan que  Putin retire próximamente sus tropas de la frontera, ya que dichos juegos de guerra no representan un gran coste económico y son un as en la manga en las negociaciones de seguridad con EEUU y la OTAN.

Además, nadie pone su mano en el fuego sobre que la amenaza de una guerra en Ucrania haya desaparecido, más aún cuando el conflicto en el Donbás entre el Ejército ucraniano y las milicias prorrusas nunca ha cesado desde 2014 pese a los repetidos altos el fuego.

Vladimir Putin y Emmanuel Macron reunidos por videoconferencia el pasado 28 de enero. Reuters

El órdago ruso sigue sobre la mesa. Además, Putin recibió el viernes el espaldarazo del líder chino, Xi Jinping, en su enfrentamiento con las potencias occidentales, a las que ambos llamaron a abandonar la ideología de la Guerra Fría.

En su viaje del lunes al Kremlin, Macron apelará ante Putin a una desescalada a cambio del inicio de una negociación sobre la nueva arquitectura de seguridad en el continente.

Y el próximo en la lista será el canciller alemán, Olaf Scholz, al que en Berlín presionan para que abandone por obsoleta la política hacia Moscú de "cambio a través del comercio".