“Mariúpol está al borde de una catástrofe humanitaria. La ciudad está bajo el fuego de las tropas rusas. Las casas están destruidas, no hay calefacción, electricidad, agua, ni comida”. Son las palabras de Hanna Liubakova una periodista que, desde hace tres días, vive en una ciudad que se cae a pedazos, literalmente. En Mariúpol cada vez hay más edificios destruidos por los bombardeos. Altas columnas de humo se levantan sobre el cielo del sureste de Ucrania y ennegrecen la nieve que cae tímidamente. Los termómetros marcarán dos grados negativos esta noche y miles de familias no tienen cómo calentarse.
La crudeza de los ataques a Mariúpol no es casual. Es una ciudad portuaria de carácter estratégico, en la costa del mar de Azov, y el hogar de cerca de 450.000 personas. La captura de la localidad permitiría a Rusia conectar a sus fuerzas en el este del país con las destacadas en la península de Crimea. Su inminente caída otorga una posición ventajosa -otra más- a las fuerzas de Vladimir Putin. Asimismo, tampoco es casual que la defensa de la ciudad esté encabezada por la 36ª Brigada de Infantería de la Marina de Kiev, tropas de élite dentro del ejército ucranio.
De poco sirve. Los bombardeos empezaron el pasado miércoles y han dejado a su paso una estampa desoladora en lo que hace pocos días era una próspera ciudad costera del sureste del país. “Habiendo pasado toda mi infancia en Ucrania, es desgarrador ver lo que el ejército ruso le ha hecho al país”, insiste Liubakova. Por el momento, se desconoce cuántos muertos está dejando este ataque.
La información llega a cuentagotas desde el interior de la ciudad debido al apagón tecnológico que sufre el grueso de la población. Pese al bloqueo hay quién ha conseguido salir de Mariúpol. Uno de ellos es el periodista italiano Andrea Nicastro, que se pudo unir a un convoy organizado por un diplomático griego el día que empezaron los ataques.
"Saliendo de la ciudad en un convoy organizado en pocas horas por un enviado especial del gobierno griego, el embajador Francisco, se cruzan las líneas de defensa ucranianas compuestas por pocos medios y muchos hombres. No hay necesidad de fotografiar o contar los detalles. Solo uno: para recibir a los rusos frente a Mariúpol habrá flores. No las que espera Putin, sino dibujadas en grandes bolos de hormigón armado. Y detrás de las flores, los cañones", escribe Nicastro en el Corriere della Sera.
El alto el fuego no llega
Este sábado, el ejército ruso ha ordenado un alto el fuego en esta localidad y su vecina, Volnovaja, para que los residentes puedan escapar a través de un corredor humanitario habilitado a tal efecto, según ha comunicado el Ministerio de Defensa ruso.
En una primera instancia, el alto el fuego ha sido confirmado por la parte ucraniana primero a través del negociador presidencial David Arajamiya a la agencia Bloomberg y después por el alcalde de Mariúpol, Vadim Boychenk. Este último, confirmó a primera hora de este sábado a la agencia ucraniana UNIAN la puesta en marcha del llamado corredor "verde" humanitario. A las pocas horas ha acusado a Rusia de romper ese alto el fuego.
"Es una locura. No hay alto el fuego en Mariúpol y no hay alto el fuego a lo largo de la ruta designada", ha hecho saber el teniente de alcalde Sergei Orlov en declaraciones recogidas por BBC. "Nuestros civiles están listos para escapar, pero no pueden escapar bajo los bombardeos", ha lamentado.
La situación en esta ciudad es especialmente crítica dado que milicias de la autoproclamada república de Donetsk, afín a Rusia, y muy cercana a ambas localidades, han pasado las últimas horas estrechando el cerco sobre la zona, de acuerdo con el Ministerio. "Los nacionalistas se han negado a proporcionar un corredor humanitario a los residentes de Mariupol, y además se han negado a marcharse a territorio seguro", han lamentado el alcalde.
Por su parte, las milicias prorrusas han responsabilizado de estas nuevas hostilidades a grupos de extrema derecha ucranianos, es decir, a los nazis que, según Putin, pueblan el territorio ucranio. El Ayuntamiento de Mariúpol ha informado a través de un mensaje en Telegram que responsables ucranios siguen negociando con sus enemigos para confirmar el alto el fuego temporal.
Pero de momento, la evacuación de civiles prevista para este sábado ha sido pospuesta. El ayuntamiento ha pedido a los residentes que regresen a los refugios de la ciudad y esperen más información.
El plan inicial era que la evacuación se repitiera durante los próximos días. el corredor planificado terminará al oeste, en Zaporiyia, tras recorrer Nikolskoye, Rozovka, Pologi y Orejov a lo largo de unos 200 kilómetros de trayecto. En el caso de Volnovaja, la localidad vecina de Mariúpol también bajo ataque, la ruta atravesará las localidades de Valerianivka, Novoandriyivka, Kirilivka, Vuhledar y Pokrovsk hasta acabar igualmente en Zaporiya.
Volnovaja está situada cerca de la antigua línea de frente de Ucrania con los separatistas respaldados por Rusia, la llamada línea de contacto, a unos 60 kilómetros de Donetsk. Allí viven unas 20.000 personas.
Por su parte, el jefe adjunto del mando operativo de la República Popular de Donetsk, Eduard Basurin, ha ofrecido una ruta alternativa para los residentes a través de las rutas controladas por las milicias y ofrecido la colaboración de sus fuerzas destacadas en Novoazovsk y Rybinsk para facilitar el tránsito de los evacuados frente a cualquier posible ataque de "nacionalistas ucranianos", según declaraciones recogidas por la agencia rusa TASS.
Estaba previsto que el cese temporal de las hostilidades también permitiera el inicio de ciertas reparaciones esenciales en la infraestructura crítica de la ciudad -en especial los sistemas de electricidad, agua y telefonía móvil-, así como la entrada de alimentos y medicamentos. El alto el fuego ha comenzado a las 10, hora de Moscú (las 8, en hora peninsular española) y el cruce de acusaciones de saltárselo ha llegado menos de dos horas después.