Este viernes se cumplen ya 23 días de guerra en Ucrania y los ataques indiscriminados contra civiles no cesan. Si el miércoles las fuerzas rusas destruían el principal teatro de Mariúpol, este jueves Vladimir Putin se ensañaba contra una escuela y un centro cultural en la ciudad de Merefa, en la región de Járkov, una de las más afectadas. En este ataque con artillería pesada fallecieron al menos 21 personas y otras 25 resultaron heridas.
La ofensiva rusa incluye también el uso "repetido" de bombas de racimo -prohibidas en virtud de los tratados internacionales- en la ciudad de Mikolaiv, en el sur de Ucrania, en distintos ataques registrados durante el mes de marzo, según ha denunciado la ONG Human Rights Watch.
Ante la virulencia rusa mostrada este jueves, donde no hubo avances significativos para un alto el fuego como pide Ucrania, la Unión Europea volvió a condenar los bombardeos a civiles. "Los ataques deliberados a civiles e infraestructura civil son vergonzosos, reprobables y totalmente inaceptables. Constituyen serias violaciones del derecho humanitario internacional", ha manifestado el alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, en referencia a Mikolaiv y Mariúpol.
Esta última ciudad, de casi 450.000 habitantes y situada a orillas del mar interior de Azov, está sufriendo un bloqueo desde hace 16 días, y hay en su entorno entre 12.000 y 14.000 soldados rusos.
Mariúpol, urbe clave para el corredor terrestre que, según Kiev, Rusia quiere construir desde el Donbás a la anexionada península de Crimea, ve cómo al día caen "entre 50 y 100 bombas", según denuncia la alcaldía. Una de esas bombas tuvo como objetivo el principal teatro de la ciudad, que había servido como refugio para civiles, incluidos niños. De hecho, a un lado y al otro del edifició los ucranianos habían dejado escrita la palabra "niños" en ruso, en letras enormes visibles desde el cielo, para advertir a los aviones rusos. De nada sirvió.
En ese desgaste continuo contra Mariúpol, aproximadamente el 80% del parque de viviendas de la ciudad ha quedado ya destruido. Y a Mariúpol se sumó este jueves el ataque en Merefa, en la ya martirizada región de Járkov.
Mientras tanto, Rusia envía refuerzos desde sus bases en otros países y Siberia. ¿El motivo? La ralentización en la invasión y la resistencia ucraniana están obligando a Moscú a reforzar a sus soldados y a reemplazar a los fallecidos, según fuentes de inteligencia occidentales.
"Rusia está redistribuyendo fuerzas desde lugares tan lejanos como su Distrito Militar Oriental (Siberia), la Flota del Pacífico y Armenia. También busca cada vez más explotar fuentes irregulares, como compañías militares privadas, mercenarios sirios y otros", sostiene el Ministerio británico de Defensa. También lo haría desde el territorio separatista georgiano de Osetia del Sur, reconocido por el Kremlin,
En este contexto, Estados Unidos ha aumentado la presión contra el Kremlin y ya considera a Putin un criminal de guerra por sus ataques "intencionados" a civiles. "(Es) un dictador asesino, un matón puro que está librando una guerra inmoral contra el pueblo de Ucrania". Son palabras del presidente norteamericano, Joe Biden, ratificadas este jueves por su secretario de Estado, Antony Blinken.
"Ayer, el presidente (Joe) Biden dijo que se habían cometido crímenes de guerra en Ucrania. Personalmente, estoy de acuerdo", afirmó Blinken en una rueda de prensa en el Departamento de Estado. "Atacar civiles intencionadamente es un crimen de guerra".
Más de 700 civiles muertos
Según datos publicados por la ONU, al menos 726 civiles han muerto y 1.174 han resultado heridos en los 23 primeros días de guerra en Ucrania, aunque la cifra real podría ser mayor puesto que estas cifras solo reflejan casos verificados.
Entre los fallecidos hay al menos 104 mujeres y 52 niños, mientras que en el balance de heridos se han contabilizado al menos 77 mujeres y 63 menores de edad.