El miércoles 9 de marzo, 14 días después del inicio de la guerra, las bombas rusas cayeron sobre un hospital materno-infantil de Mariúpol. El ataque provocó una destrucción colosal y mató al menos a cuatro personas, entre ellas una niña. 17 personas resultaron heridas. El hospital quedó totalmente destruido.
El bombardeo se produjo durante un alto el fuego que debía durar 12 horas. Rusia se comprometió a respetarlo, como ya hizo anteriormente, para que algunos civiles atrapados en la ciudad (que no tenía calefacción, electricidad ni agua), huyeran. Pero, una vez más, no cumplió con su palabra.
Al ser preguntado por el ataque al hospital materno, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, aseguró que "las fuerzas rusas no abren fuego contra objetivos civiles". El régimen ruso alegó que en el edificio, en realidad, se escondían militares ucranianos. Algo de lo que no hay ninguna prueba. Las fotografías tomadas tras el ataque sí muestran, en cambio, madres y niños entre los escombros.
La imagen de una mujer embarazada tumbada en una camilla con la mirada perdida, ensangrentada y con sus manos sobre su tripa en avanzado estado de embarazo dio la vuelta al mundo. Una fotografía que demostraba la crueldad contra los civiles de la invasión rusa de Ucrania.
La mujer fue trasladada a otro hospital de la ciudad en estado grave. El lunes 14 de marzo, cinco días después del bombardeo, The Associated Press informó de que ella y su bebé finalmente murieron. La mujer tenía la pelvis rota y la cadera dislocada, por lo que los médicos realizaron una cesárea de urgencia. Pero el bebé nació sin vida. La madre murió 30 minutos después de su hijo.
La otra cara de la moneda de esta tragedia fue la hisoria de Marianna Vishegirskaya, otra mujer embarazada que en el momento del bombardeo se convirtió en símbolo de la matanza rusa. Esta joven ucraniana de 19 años salió sobre su propio pie de los escombros. Con heridas leves y sangre sobre su rostro, Marianna fue trasladada a un hospital. Ella y su bebé, que nació dos días después del ataque ruso, sí consiguieron sobrevivir.
Víctimas civiles
Desde que comenzó la invasión de Ucrania el 24 de febrero, la Organización de Naciones Unidas ha confirmado al menos 1.151 muertos y 1.824 heridos entre la población civil. Sin embargo, desde la propia ONU reconocen que estas cifras están lejos de los números reales, ya que tanto la situación dentro del país como la desinformación o la falta de transparencia en las cifras que ofrecen Ucrania y Rusia hacen muy compleja cualquier labor para constrastar la realidad.
La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos (Acnudh) ha contado entre los fallecidos 229 hombres, 171 mujeres, 34 niños y 15 niñas, así como 648 adultos y 54 menores cuyo sexo se desconoce. El documento publicado también detalla que de los heridos 203 son hombres, 152 mujeres, 34 niñas y 26 niños.
La Acnudh precisa que en el territorio controlado por las autoridades ucranianas –en particular, la capital y las regiones de Kiev, Cherkasy, Chernígov, Járkov, Jersón, Nikolaev, Odesa, Sumy, Zaporizhzhia, Dnipropetrovsk y Zhitómir– fallecieron 774 civiles, mientras otras 896 personas resultaron heridas.
En las regiones separatistas y rusoparlantes de Donetsk y de Lugansk 377 personas perdieron la vida y 928 resultaron heridas. De ellos, 60 muertos y 228 lesionados corresponden al territorio controlado por las repúblicas populares; y 317 fallecidos y 700 heridos, a las zonas bajo el control de Kiev.
También se indica que la mayoría de las víctimas registradas "se debieron al uso de armas explosivas con una amplia área de impacto, incluidos los bombardeos de artillería pesada y sistemas de lanzamiento múltiple de cohetes, ataques aéreos y con misiles".