Una campaña electoral es la suma de varias historias paralelas. La más trascendental de la contienda por la presidencia de Francia, cuya primera vuelta se disputa este domingo, es la pelea en la extrema derecha. De repente, Marine Le Pen, dueña y señora de esa franja electoral y a sólo tres puntos de Macron según los últimos sondeos, tenía rival: Éric Zemmour.
Veterano periodista político. Comentarista estrella de televisión. Autor de libros superventas. Políticamente incorrecto, irreverente tribuno anti-élites, descaradamente antifeminista. Faltón. Pesimista. Antes de que anunciara que iba a presentarse los sondeos empezaron a medir su intención de voto: 5,5% antes del verano, 8% a principios de septiembre, 11% a finales de ese mes…
Por primera vez, Le Pen caía del 20%. Royendo su electorado y sumando votantes de derechas decepcionados con sus líderes de salón, Zemmour ascendió hasta el 16%-18% de los sondeos, igualando durante octubre y noviembre con la líder del antiguo Frente Nacional, rebautizado Reunión Nacional (RN).
Zemmour no hacia (oficialmente) campaña. Promocionaba su último libro, autoeditado después de que su editor de siempre rompiera el contrato que les ligaba. De ciudad en ciudad, las presentaciones parecían mítines. Miles de personas, previa inscripción via internet, abarrotaban polideportivos.
Francia no ha dicho su última palabra ha vendido más de 250.000 ejemplares, cifras sólo superadas por el último Ásterix y el premio Goncourt. La tesis ocupa las 26 primeras páginas y las ocho de la conclusión. Las otras 300 son una crónica personal en la que el periodista lenguaraz narra con detalle una conversación telefónica de 45 minutos con el presidente de la República, Emmanuel Macron. Por ejemplo.
O un encuentro con Marine Le Pen en un apartamento señorial de un amigo común que les dejó a solas. El autor cuenta que la presidenta del RN empezó metiendo su móvil y el de él en una bolsa espesa que llevaba. Reconstruyo el diálogo entre ambos, según las citas entrecomilladas del propio Zemmour.
Marine Le Pen: Quiero decirte que no usaré golpes bajos contra ti. No es mi estilo. No contaré porquerías sobre ti y tu vida privada. Al fin y al cabo, tú eres de mi familia política. Sé lo que quieres hacer, presentarte…
Éric Zemmour: El sistema quiere que tú pases a segunda vuelta.
MLP.- El sistema no existe. La vida de un político es un infierno. Mírame, estoy sola, no tengo vida personal. Sé que me desprecias. Yo también creía que no me levantaría tras el debate [de la segunda vuelta de 2007 contra Macron]. De verdad, quise dejarlo todo. Por cierto, tú no ahorraste críticas…
EZ.- Perdona. Estuviste lamentable. Nos humillaste a todos. Como somos de la misma familia, si mi hermana hiciera una tontería, yo se lo diría.
MLP.- Éric, vas a sacar un 3%. No me vas a impedir pasar a segunda vuelta, pero sí que no termine en cabeza en la primera.
EZ.- No terminar en cabeza en la primera vuelta no impidió a François Mitterrand ganar en 1981 ni a Jacques Chirac en 1995. Sinceramente, no creo que vayas a ganar. Incluso, pienso que tú eres la única oportunidad que tiene Macron de ganar. Votar por ti es votar por Macron. En todo caso, él lo sabe y hace todo lo posible para que tú subas [en los sondeos].
MLP.- Creo que no hay que dividir. Hay que apaciguar. La gente tiene miedo. Los dos franceses son miedosos y tú eres demasiado divisivo.
EZ.- Te equivocas de época. No estamos en 1988. Ya no se gana por el centro. La gente espera firmeza y convicción. Incluso, radicalidad.
MLP.- Tú eres un ideólogo. En política hay que querer a la gente.
EZ.- Me gustan las ideas y doy batalla por ideas que nadie defiende, ni siquiera en nuestro mismo campo. Pero no soy un ideólogo, al contrario, yo parto siempre de realidades. ¿Además, tú crees que De Gaulle quería a la gente? Amaba a Francia, no a los franceses. ¿Y tú, tú quieres a la gente? Sinceramente, no se nota.
MLP.- Sabía que no te convencería.
El encuentro tuvo lugar a primeros de marzo de 2021. Y a la vista de lo que ha pasado desde ese noviembre en el que Le Pen y Zemmour iban empatados en las encuestas, se puede decir que la veterana líder de la extrema derecha tenía razón.
Hasta esa fecha, Zemmour dominó la conversación pública. Impuso su tema, la inmigración y sus posiciones radicales y divisorias sedujeron a la franja más ideologizada de la derecha y a un sector urbano y de buena posición económica que siempre tuvo remilgos en votar por los Le Pen, padre e hija, zafios y poco presentables.
Marine Le Pen siguió, cuasi imperturbable su línea de desdiabolización de su mensaje. Hacía tiempo que su partido no proponía ya sacar a Francia del euro. "Yo no pretendo atacar al islam, que es una religión como cualquier otra", declaró abriendo un foso cultural con Zemmour. En un debate televisivo el ministro del Interior, Gérard Darmanin, llegó a decirle: "Os encuentro un poco blanda". Es el mismo que a finales de marzo advertía que Le Pen puede ganar.
En estos años, Le Pen ha arrebatado a Jean Luc Mélenchon el título oficioso de jefe de la oposición a Macron, sin tener que exhibirse como aquel con los líderes más radicales de los chalecos amarillos. "Ha empleado una estrategia en las antípodas de las campañas de 2012 y 2017 pasando del enfrentamiento a la concordia, (del choc au soft) del choque a lo blando", analizó Raphaël Llorca de la Fundación Jaurès.
Tan próxima a Putin como Zemmour, supo despegar de su zapato el chicle de pasadas declaraciones. Tuvo el olfato de detectar la ola de simpatía que estos refugiados provocaban en la sociedad francesa, al contrario que otras oleadas previas, procedentes de Oriente Próximo. Zemmour, no.
Además, la inmigración ya no es el tema. La guerra de Ucrania ha llevado al poder adquisitivo a la cima de las preocupaciones de los franceses. El tema de Le Pen. La cuestión que preocupa a las clases populares, un público que no sintoniza con el liberalismo económico de Zemmour ni de la candidata de la derecha Valérie Pécresse. Ni con Mélenchon por su posición abierta a la inmigración.
El tirón de Le Pen entre las clases populares que deciden su voto más tarde que los electores burgueses, más politizados, explica el arreón en las encuestas. Cuando Putin invadió Ucrania, Zemmour y ella marchaban empatados en el 15%. En los sondeos de esta semana, Le Pen (22%-24%) duplica a Zemmour (8,5%-9,5%).
Macron sigue siendo el favorito. Tanto para la primera vuelta que se celebra este domingo con una expectativa de voto entre el 26% y el 28%, como para la segunda (24 de abril). Pero su distancia se ha reducido. Si en 2017, el actual inquilino del Elíseo se impuso con claridad (66%-34%), ahora las encuestas apuntan a un 53% a 47%. Nunca un candidato de extrema derecha ha estado tan cerca de ser presidente de Francia.