"Si hay un infierno en el mundo, está en Azovstal". Las palabras son de Petro Andriushchenko, asesor del alcalde de Mariúpol y describen la situación que vive la ciudad. Allí, en la acería de Azovstal -el que se ha convertido en el último bastión de la resistencia ucraniana-, 1.000 soldados, según las cifras de Kiev, siguen combatiendo. Están heridos, agotados, con falta de provisones y esperando a ser rescatados.
"Tienen heridas abiertas, están mutilados y sobreviven sin la medicación necesaria, en condiciones insalubres y en condiciones inhumanas se encuentran heridos y mutilados", ha explicado la defensora del pueblo ucraniano, Liudmyla Denisova, que pidió a la ONU y a la Cruz Roja que intervengan para facilitar la evacuación de los soldados heridos.
Las imágenes divulgadas por el propio batallón Azov dan cuenta de la veracidad de las afirmaciones. Publicadas en su perfil de Telegram, las fotos muestran a soldados amputados, con heridas graves, que reciben cuidados médicos de sus compañeros.
Tras la visita del secretario general de la ONU, António Guterres, a Moscú y a Kiev, la organización logró empezar una operación de rescate de los civiles que se escondían en la planta siderúrgica de Azovstal. Según el asesor del alcalde de Mariúpol quedan aún cerca de 100 civiles en la fábrica y la preocupación ahora se centra en lo que pasará a los combatientes ucranianos.
Durante estas semanas, Moscú no ha parado de dar ultimátums a los soldados, pidiendo su rendición, pero los últimos de Azovstal no han depuesto las armas. "Están haciendo esfuerzos inhumanos cada minuto para defender el último puesto avanzado y no dudaron en sacrificarse para salvar a Ucrania y al mundo. Ahora el mundo debe salvarlos", ha incidido Denisova. "Todos estamos profundamente en deuda con los Defensores de Mariúpol", añadió Andriushchenko.
Ante la negativa del batallón de Azov en rendirse, Rusia ha seguido desplegando sus ataques, utilizando artillería pesada, tanques y bombardeos desde el aíre para atacar la acería de Azovstal, según Ucrania. "Ayer (miércoles) el enemigo no detuvo sus intentos de asalto terrestre. El objetivo clave (de los rusos) es bloquear las salidas de los pasajes subterráneos, que un traidor le ha mostrado al enemigo. Sin embargo, los defensores de Mariúpol están efectuando contraataques, arriesgándolo todo. No hay palabras para describir el heroísmo de los defensores de Mariúpol", ha destacado Andriushchenko.
Este martes, en pocas horas, una petición online para que la ONU que rescatara a los soldados que aún se encuentran en la planta, juntó más de un millón de firmas, pero, por lo pronto, no parece factible. El propio Guterres señalaba que no veía posible un alto el fuego a corto plazo que favoreciera el rescate.
Según el asesor municipal, "los drones enemigos son uno de los mayores problemas" a los que se enfrentan actualmente los defensores de la acería. "Si hubiera habido una forma de cegarlos o derribarlos, las cosas habrían sido mucho más fáciles para los defensores de Mariúpol", aseguró.
Desesperados
Dentro de la acería, la situación empieza a ser desesperada. En una grabación de video, el subcomandante del Regimiento Azov, Sviatoslav Palamar, sostuvo que algunos soldados deberían poder salir, particularmente los heridos, y pidió ayuda directamente al presidente ucraniano Volodímir Zelenski. "Hago un llamado personal al comandante en jefe para que se ocupe de los soldados heridos que mueren en agonía por el tratamiento inadecuado", subrayó.
"Estamos haciendo todo lo posible e imposible ahora. Llevamos a cabo la orden de nuestro comandante para hacer lo imposible: mantener la defensa en una ciudad completamente cercada. Ahora hacemos una llamada a nuestro gobierno para que también haga lo imposible. Que haga lo imposible para evacuar a nuestros heridos", zanjó.
Uno de los comandantes del batallón recurrió incluso al magnate Elon Musk. "La gente dice que vienes de otro planeta para enseñarle a la gente a creer en lo imposible. Nuestros planetas están uno al lado del otro, y yo vivo donde es casi imposible sobrevivir. Ayúdanos a salir de Azovstal a un país mediador. Si no eres tú, ¿entonces quién?", ha tuiteado Serhiy Volyna.
Este miércoles, el papa Francisco saludó a dos mujeres de soldados del batallón Azov al final de la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro. Se trata de Kateryna Prokopenko, esposa del comandante de Azov Denis Prokopenko, y de Yulya Fedosiuk, esposa de Arseniy Fedosiuk.
Ambas están refugiadas en Roma gracias a la embajada de Ucrania ante la Santa Sede y hace unos días escribieron al Papa para contarle la situación de sus maridos. El pontífice les respondió y las invitó a acudir a la audiencia, después de la cual pudieron acercase a él a saludarle.
"Ni siquiera puedo explicar lo que sentí en ese momento. Estaba nerviosa, porque era histórico, y esperamos juntos que pueda ayudar a salvar las vidas de nuestros maridos, de nuestros militares. Esperamos que esta reunión nos ayude a salvar sus vidas. Estamos agradecidos por las acciones del Papa", dijo Kateryna Prokopenko a los medios tras el encuentro.
La mujer, de 27 años, aseguró que los soldados que resisten en la acería "están listos para ser evacuados a un tercer país", para "dejar sus armas en caso de ser evacuados a otro país" y propusieron la posibilidad de ir a Turquía, Suiza "o cualquier otro país que diga que sí".
Las mujeres explicaron al papa que hay cerca de 700 soldados heridos "con gangrena, amputaciones, con la carne podrida" y que hay "muchos de ellos muertos y no pueden recibir una sepultura cristiana". Le contaron que las condiciones en los sótanos de Azovstal son "terribles" porque no tienen comida, ni agua, ni medicinas y el último hospital fue bombardeado por soldados rusos.
"Quedan algunos civiles allí, porque son familiares de los militares. Tienen miedo de ser evacuados, porque temen que Rusia no les deje entrar en territorio ucraniano, porque muchos, cuando son evacuados, son llevados a campos de concentración. Así que, por supuesto, tienen miedo de ser torturados o asesinados por la Federación Rusa. Así que podrían morir allí, con nuestros soldados", denunció Fedosiuk, de 29 años.
Mariúpol viene siendo la ciudad más acosada por los rusos desde el inicio de la guerra. El alcalde de la ciudad portuaria, Vadym Boychenko, señaló que "para fin de año más de 10.000 personas pueden morir por enfermedades y condiciones intolerables en Mariúpol", que cuenta ya solo con entre 150.000 y 170.000 habitantes, tres veces menos que antes de la guerra y que esperan a ser evacuados.