A las nueve de la mañana del jueves, la noticia. Finlandia solicitará el ingreso en la OTAN. El anuncio es un acontecimiento. Finlandia, después de escapar del Imperio ruso en 1917, después de dos guerras sin cuartel contra el Ejército Rojo en los cuarenta, cedió una rica región fronteriza a la Unión Soviética (con Viipuri, segunda ciudad del país, dentro del trato) y prometió neutralidad a cambio de una promesa: que Rusia no volviera a por más.
El compromiso de neutralidad se mantuvo para el expuesto país, con la mitad de la población de Moscú y 1.400 kilómetros de frontera compartida con Rusia, hasta la desintegración del bloque soviético en 1992. Pero el consenso interno para mantenerse al margen de la OTAN, para sosiego del Kremlin, parecía irreversible. Hasta que Vladímir Putin ordenó la invasión de Ucrania y el 24% de apoyo popular al acceso a la Alianza de otoño se transformó, dos estaciones y una guerra después, en un 76% de otanistas sin remedio.
Son las diez de la mañana del jueves. Sari Rautio aguarda en la embajada, una cuarta planta en la Castellana, con la noticia en brazos. "Si lo dice el presidente, parece bastante definitivo", sonríe. Hay una bandera de Ucrania en cada lugar —en el zaguán de la embajada, en la cabina del recepcionista, en la solapa de su blazer— y el mensaje se recibe sin necesidad de repeticiones.
Hubo quien propuso la finlandización de Ucrania como solución. No caería bien en Finlandia.
Finlandia tuvo que resignarse a una neutralidad forzada tras la Segunda Guerra Mundial. No teníamos margen de maniobra. Tratamos de ir empujando las fronteras de esa neutralidad. Nos decían que era el único destino posible para Finlandia. Fue así hasta el desmantelamiento de la Unión Soviética. Pero no nos gustaba para nosotros y no nos gusta para Ucrania. Son ellos quienes tendrán que elegir su destino.
La neutralidad es una forma de sumisión a Moscú.
Hacíamos lo posible para ser lo más libres que podíamos ser. Vivíamos en alarma permanente por las reacciones que podían provocar nuestras decisiones en la Unión Soviética. No lo llamamos sumisión. No lo era. Entonces lo vimos como un éxito.
¿Por qué?
Claro que preferíamos la libertad total sobre la neutralidad. Pero la Unión Soviética era un vecino enorme que nos había atacado sin justificación, que nos había arrebatado una parte importante de nuestro territorio y que había matado a mucha gente. Al final, salimos adelante como un país fuerte, occidental, democrático. Como un Estado de derecho. Como un país más de la Unión Europea, donde entramos inmediatamente después de la caída del muro de Berlín.
¿Temían que, tarde o temprano, volviera la Rusia imperialista a Europa?
Había de todo en Finlandia. Muchos pensaban que esa Rusia, o esa Unión Soviética, era cosa del pasado. Que podía avanzar hacia la democracia y hacia el Estado derecho. Que podíamos ser buenos vecinos y socios estratégicos. Es lo mismo que pensaban muchos europeos, sobre todo en los 90 y los 2000. Pero fuimos perdiendo la fe. Una parte de los finlandeses creía que una relación amistosa con una Rusia que renunciara a la violencia para conseguir sus objetivos políticos era posible. Otros tenían claro que Rusia siempre será igual. Que nunca cambiará y que, por tanto, hay que estar preparados. Por eso escogimos un camino intermedio.
¿Cuál?
Desarrollamos una defensa nacional muy fuerte, muy creíble, siempre preparada para lo peor. Pero nunca renunciamos a tender puentes, especialmente con el pueblo ruso. Ahora está claro que ha cambiado, de manera generalizada, la forma de mirar a Rusia.
¿Estaba usted entre los optimistas? ¿Confiaba en una Rusia democrática integrada en este orden mundial?
He trabajado durante muchos años en políticas de seguridad, y en Moscú entre 2005 y 2008. Todavía creo que, algún día, Rusia podrá convertirse en un país democrático capaz de respetar la soberanía de los otros. Pero, en mis tiempos como trabajadora de nuestra embajada en Moscú, comencé a notar que el desarrollo de Rusia empezaba a ser negativo. Se organizaban clubes de jóvenes rusos para controlar quiénes ocuparán los puestos altos de la Administración pública. Ya se notaba que Rusia no se encaminaba hacia la democracia. De modo que soy escéptica, pero mantengo la esperanza de que llegue el día en que tengamos un país democrático al lado. No será pronto.
Finlandia lleva años sufriendo las provocaciones de Rusia: violaciones del espacio aéreo y marítimo, ciberataques…
Estas violaciones se fueron intensificando a partir de 2014. Mi Gobierno tomó una decisión muy acertada. Cada vez que se producía, se publicaba y se llamaba a consulta al embajador ruso en Helsinki. Comenzamos a pedir explicaciones por escrito. Preguntamos por qué pasó. Advertimos de que no podía repetirse. Y de esa manera fueron bajando las incidencias.
Pero no ha sido hasta las últimas semanas que la opinión pública ha apoyado mayoritariamente el ingreso en la OTAN.
Lo dijo nuestro presidente. Es culpa de Rusia. Nadie hablaba de ellos hasta el otoño pasado. Los finlandeses, particularmente los jóvenes, vivían con normalidad sin pensar en los rusos. El apoyo a la OTAN aumentó cuando decidieron movilizar casi 200.000 soldados a la frontera con Ucrania. Con la guerra, la mayoría de los finlandeses cayeron en la cuenta de que tienen un vecino que no respeta las reglas internacionales, ni el sistema de seguridad europeo, ni la integridad territorial de otros países. Muchos se preguntaron que, si lo habían hecho con Ucrania, ¿por qué no iban a hacerlo con Finlandia?
¿Conocen bien los finlandeses la connotación de su entrada en la OTAN?
Hay finlandeses que están mejor informados que otros. Pero los profesionales que llevan trabajando en asuntos de seguridad y defensa durante años conocen bien los pros y los contras de la decisión. El Gobierno ha sido muy transparente. Con el Parlamento, al que envió un informe con los riesgos y beneficios, y con la ciudadanía, que tiene la oportunidad de conocerlos. Tenemos muy presente que a Rusia no le gustaría que Finlandia entrara en la OTAN. Es probable que inicien algún tipo de campaña contra la ratificación de la membresía. Pero estamos preparados. Entrar en la OTAN fortalece a Finlandia, y con Finlandia la Alianza será más fuerte.
"Los finlandeses están dispuestos a defender su país en caso de conflicto militar"
Lavrov habló de consecuencias político-militares.
No son amenazas nuevas. Lo han hecho cada vez que se ha abierto el debate sobre la entrada de Finlandia en la OTAN. Es inaceptable. La decisión corresponde a los finlandeses. No nos sentimos amenazados. Estamos preparados para que traten de influir en la opinión pública. Y no sólo en Finlandia. También en el resto de los miembros de la OTAN.
¿Cómo suelen hacerlo en Finlandia?
Básicamente, con propaganda. Lo hacen desde la Guerra Fría. Es posible que, estos días, aumenten las noticias falsas sobre nosotros. Que nos señalen como una nación enemiga. Aunque ya vimos lo que pasó en Montenegro cuando decidieron entrar en la OTAN. Hubo una operación organizada desde Rusia para asesinar al primer ministro. No estoy diciendo que en Finlandia vaya a pasar lo mismo. Pero sí puede ocurrir que el Kremlin trate de condicionar las opiniones de los parlamentarios finlandeses. Incluso de los españoles, por ejemplo, para que no apoyen la membresía.
¿Tienen constancia de que haya diputados finlandeses al servicio de Rusia?
No creo que Finlandia sea una excepción en esto. Parece que en todos los países hay políticos con ganas de diferenciarse, con ganas de destacar. Si alguien les apoya con dinero o con publicidad, aceptan encantados. Es un fenómeno marginal, pero estamos preparados.
Repite mucho que están preparados para contener a Rusia. ¿También militarmente?
Sí, llevamos preparados desde la Segunda Guerra Mundial. Tenemos un sistema de seguridad nacional muy fuerte. Contamos con un apoyo popular a la defensa del país muy alto. Más del 70% de los finlandeses están dispuestos a defender su país en caso de conflicto militar. Somos muy activos contra las amenazas híbridas, a nivel nacional y a nivel europeo. Venimos analizando desde hace tiempo lo que pasa en el espacio informático e informativo con Rusia. Nunca hemos perdido la perspectiva de cuáles son nuestras amenazas. Por eso estamos preparados.
¿Maneja un escenario donde Rusia amplíe la guerra a más países?
No lo veo. No le está yendo muy bien en Ucrania. Es cierto que nos preocupa que, por esa razón, use armas químicas. Es un escenario posible. Pero, como finlandesa, no siento que Rusia sea una amenaza para mi país.
Estados Unidos ofreció la semana pasada el envío de militares a Finlandia. ¿Barajan acoger tropas de la OTAN?
Entrar en la OTAN no contrae obligaciones. Ya negociaremos en el futuro. Nuestra idea no es entrar en la OTAN para tener tropas de otros países. Será en función de lo que necesitemos. Todo se verá. Pero lo cierto es que tenemos un ejército muy fuerte. Probablemente, el mejor a nivel europeo. Mantuvimos el servicio militar y somos capaces de aumentar el número de soldados en pocos días, si es preciso. Podemos llegar a los 280.000 militares, y contamos con 900.000 reservistas.
Fue conocida la ferocidad de la resistencia finlandesa en la guerra de Invierno contra el Ejército Rojo.
Así es.
¿Aspiran a recuperar el territorio arrebatado en la Segunda Guerra Mundial?
No está sobre la mesa, no. Ha pasado mucho tiempo. Es cierto que quienes tuvieron que huir de allí y sus descendientes conservan el cariño y el recuerdo. Es importante para ellos. Pero no tenemos ningún espacio reservado a ese cometido en la agenda.
Sí, en cambio, a endurecer las sanciones contra Rusia.
Hemos apoyado todas las sanciones. Hemos colaborado para pensar bien cuáles iban a afectarles más, cuáles iban a influir en la actuación de su Gobierno. Ahora se habla de nuevos paquetes para cuestiones energéticas. Estamos dispuestos. Y digo más. Dentro de la Unión Europea, Finlandia es de los que más ha empujado para crear una unión defensiva.
"Si la Unión Europea rebaja sus requisitos de acceso, dejará de existir"
¿Un Ejército europeo?
Tenemos que desarrollar una defensa de la Unión Europea. Eso no significa, necesariamente, que contemos en unos años con un Ejército europeo. La Unión Europea y la OTAN deben complementarse. No hace falta crear otra alianza. Pero queda mucho por hacer dentro de la UE sin necesidad de crear un ejército. Tampoco la OTAN tiene un cuerpo separado de los cuerpos de sus miembros.
Parece que la invasión de Ucrania ha servido para propiciar consensos.
La respuesta ha sido muy positiva…
¿Inesperada?
También inesperada, sí. Estamos viendo que la estrategia europea va en un sentido compartido. Pero queda mucho por desarrollar. Aun sin ver las cosas de manera similar, hemos sido capaces de tomar decisiones y encontrar soluciones comunes. Siempre vamos a tener distintos puntos de vista, pero lo veo como una de las bellezas de la Unión Europea.
¿Incluso cuando la Hungría de Víktor Orbán, muy cercana a la Rusia de Putin, rompe los consensos?
La Unión Europea es una maquinaria perfecta de negociación. Se negocia hasta el final. Se analizan las necesidades de cada país y cada país contribuye con su compromiso. Hay que ser persistentes.
¿Confía en que Orbán termine por sumarse al consenso?
Hungría ha desafiado a la Unión Europea en muchas ocasiones, pero casi siempre se ha llegado a una solución. ¿Por qué iba a ser distinto en esto?
¿Cuál es el consenso sobre la candidatura de Ucrania? ¿Finlandia respalda su entrada en la Unión Europea?
Ucrania, como dijo la presidenta de la Comisión, ya pertenece a la familia europea. Pero es muy importante para el futuro de la Unión que sigamos los criterios que nosotros mismos nos hemos marcado. Lo mismo vale para los que ya están dentro. Hay que ser muy estrictos en lo que concierne al Estado de derecho, la corrupción y las reglas fiscales.
Eso significa que el proceso puede ser muy largo para Ucrania.
Si la Unión Europea rebaja sus requisitos, dejará de existir. Ucrania es parte de la familia europea, pero tiene que cumplir con estos criterios para ser miembro de la Unión Europea. De momento, ha demostrado mucha determinación y ha avanzado en el proceso de documentación muy rápidamente.
¿Y hasta entonces?
Tenemos que defender a los ucranianos. La unidad de Occidente será imprescindible. Es necesario mantener las sanciones hasta que Rusia libere todos los territorios de Ucrania, sin excepción de Crimea. Llevará años. Por eso es importante el apoyo de los ciudadanos. Los precios de la energía seguirán creciendo. Ya no llega trigo de Ucrania. Los gobiernos tenemos que ser muy claros y los ciudadanos tienen que entender que Rusia es la única culpable, y que este es el precio que pagar para vivir en democracia.
¿Barajan medidas adicionales, como el cierre del espacio aéreo?
El apoyo ha sido muy intenso. Seguirá siéndolo. Pero cerrar el espacio aéreo parece muy difícil. Lo que sí haremos es contribuir a la reconstrucción de Ucrania. Ahora estamos discutiendo, creo que con acierto, cómo utilizar el dinero ruso congelado para este cometido.
Usted conoce bien Moscú. ¿Tiene alguna intuición sobre qué podemos esperar de Putin próximamente?
No me fiaría de mi intuición. Lo que tengo claro es que morirán muchos más ucranianos. Queda mucha destrucción por delante. A Putin y su entorno no les importan lo más mínimo las vidas humanas. Tampoco las de los rusos. Pero vamos a ganar y Rusia tendrá que cambiar. No puede continuar así.
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