Bakhmut

Hay un cruce en Bakhmut que explica mejor el avance de la ofensiva rusa que los mapas de la guerra. Ambulancias militares, coches y pick ups. Multitud de vehículos que buscan las pocas copas de los árboles que hay en una de las aceras para ocultarse de los temidos drones. En este conflicto en la que tus vecinos pueden financiarte una aeronave de apenas medio kilo para encontrar las posiciones del enemigo, los soldados no pueden ni comer en paz.

No importa que el lugar de encuentro tenga nombre de comodín de la baraja francesa ni que las tropas del Kremlin se encuentren a una docena de kilómetros de distancia. La invasión hace días que viró al este y la ciudad está a tiro. La estrategia rusa señala la carretera que conecta Severodonetsk con Bakhmut como el lugar propicio para continuar el avance. “Es el infierno allí, y no estoy exagerando”, dice un Zelenski que ya habla de “destrucción total” en el Donbás.

Parece que el objetivo principal es cortar la cadena de suministros a las guarniciones de primera línea y cercar a los casi 20.000 efectivos ucranianos desplegados entre la capital de Lugansk y su vecina Lysychansk. Pero no es menor la importancia de avanzar sobre Bakhmut, una encrucijada que, de caer, permitiría a Rusia lanzar ataques en diferentes direcciones y complicar la contraofensiva de la que ahora los países occidentales se quieren desmarcar.

Un bombero descansa junto al fuego con un cigarro en la mano. Ahora también trabajan con chalecos antibalas. Fermín Torrano

El viernes fue Italia con la propuesta de paz de su gobierno a la ONU, en la que establecían cuatro fases: alto al fuego; diálogo sobre el futuro estratégico de Ucrania, compromisos sobre la ocupada Crimea y el Donbás y, finalmente, retirada de las tropas rusas. Una especie de acuerdos de Minsk III que, como se ha visto en este conflicto, nunca han funcionado. El fin último: congelar la guerra ahora que la amenaza bélica no se cierne –sí la económica—sobre Europa.

En la misma línea apuntaba el fin de semana un editorial del New York Times (La guerra en Ucrania se complica y Estados Unidos no está preparado) en el que el medio cuestionaba el gasto y la estrategia de Joe Biden desde el inicio de la invasión. La tesis: los recursos son escasos, a EEUU no le interesa un enfrentamiento total con Rusia y Zelenski debe comprenderlo. Una manera de desdecirse de su postura en marzo cuando solicitaron a Occidente enviar el siguiente: “No importa el tiempo que tarde, Ucrania será libre”.

Una visión –la actual—que coincide con las dudas mostradas desde el partido republicano y que, más allá de debilitar al líder demócrata, pueden terminar generando importantes dificultades al ejército ucraniano. Sin el mantenimiento de las entregas de armamento y los millones de dólares en ayuda es probable que la guerra de Ucrania vuelva a terminar en el olvido de las trincheras al que el mundo envió a finales de 2014.

En las últimas jornadas numerosas viviendas de civiles han sufrido daños en la ciudad. Fermín Torrano

Contraofensiva en dos meses

Para evitarlo, la posibilidad más real es la organización de una contraofensiva que recupere, al menos, las fronteras del Donbás hasta el 24 de febrero. Tras los alzamientos prorrusos hace ochos años, las autoproclamadas repúblicas se quedaron con cerca del 30% de Lugansk y Donetsk. En estos momentos controlan cerca del 90% de la primera y, en la segunda, además de pequeños avances a lo largo de la línea, han conseguido finalmente obtener el control total de Mariúpol tras la rendición de los últimos de Azovstal.

“En mes y medio, o dos, aproximadamente, la parte ucraniana lanzará una contraofensiva a gran escala. La demanda en la sociedad es muy fuerte. Los generales ucranianos y el propio Zelensky están escuchando a la gente al respecto y hay recursos para ello”, sugiere Ruslan Leviev, líder del Conflict Intelligence Team (CIT).

Desde la plataforma, especializada en investigaciones sobre el ejército ruso en los conflictos de Siria y Ucrania, consideran que lo más probable sería un intento de dividir el Donbás para cortar las líneas de suministro de las tropas de Putin. Desde Kiev han extendido por tres meses más la ley marcial, movimiento que buscará generar presión entre las filas del Kremlin. Rusia necesita volumen y en Moscú hablan ya de reclutar, de manera más o menos forzada, a personal sin experiencia.

Un mural en la calle juega con el agujero de la pared y la idea de un ataque. Bakhmut llegó a estar ocupada varios meses en 2014. Fermín Torrano

Puente volado y aviación

Por el momento, se estima que 80.000 miembros de las fuerzas armadas siguen en territorio ucraniano. En la última semana, además, ha comenzado de manera parcial la transferencia de tropas desde el norte de Járkov al Donbás.

Aquí, según Serhiy Haidai, gobernador de la región de Lugansk, Rusia habría destruido el puente que conecta Severodonetsk con Lysychansk. Un evento que recuerda a 2014, cuando también fue destruido.

Carreteras en las que en estos momentos se disputa el control estratégico de la zona. Allí donde blindados, camiones y coches particulares agujereados van y vuelven en los últimos intentos de conectar con Soledar y las posiciones ucranianas más alejadas.

El rumor de la artillería es constante y los bombardeos se han multiplicado desde el lunes. En los campos pueden verse los aviones volar muy bajo y tanto el sonido como la destrucción de muchas de las viviendas de civiles alcanzadas revelan que son aeronaves las que están realizando los asaltos.

Agitación que ha provocado un aumento significativo del flujo de vehículos militares en un cruce de Bakhmut que conecta las afueras con el centro de la ciudad. Shawarma, hamburguesas, perritos calientes y refrescos. Todo por menos de dos euros en una ciudad en la que hace semanas que la mayoría de negocios cerró. Con media sonrisa, los soldados se bajan y piden en la ventanilla del Joker, pero no es hasta que tiran la mitad de la comida o la regalan a los perros con una caricia cuando se sabe el resultado del día. Rusia intensifica la ofensiva, Putin quiere romper la baraja.

Noticias relacionadas