Todo puede resumirse en una palabra: propaganda. El arma más usada por el nacionalsocialismo para convencer a las masas en la Alemania nazi. El arma que emplea Vladimir Putin para edulcorar la imagen de Rusia dentro y fuera de sus fronteras.
El último movimiento del Kremlin para sacar partido de la guerra en Ucrania (a la que sigue denominando 'operación especial') consiste en activar el mecanismo del adoctrinamiento con la intención de ganarse la confianza de los países del continente africano. Precisamente los más afectados por la 'crisis del grano' que se ha desatado a raíz del conflicto. Una crisis alimentaria que puede generar una hambruna nunca vista en el siglo XXI hasta ahora.
El dimisionario Mario Draghi fue uno de los primeros líderes que lanzó la voz de alarma. Occidente sufre una altísima inflación que afecta a todos sus productos, especialmente a los de primera necesidad. El tercer mundo también la sufre, pero de una forma aún más exponencial y sangrante: las materias primas no llegan y su precio se ha disparado.
Este cóctel lo aprovecha Putin para presentarse ante el mundo como el líder de un movimiento global que hace frente al imperialismo de Estados Unidos (EEUU) y sus aliados. De hecho, su ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, ha enviado este mismo domingo un mensaje de esperanza al continente africano, haciéndose eco de su situación de carestía y sus revueltas sociales, en beneficio de Moscú. Lo explicaban los periodistas Anton Troianovski, Abdi Latif Dahir y Vivian Yee este fin de semana en el New York Times.
Lavrov ha iniciado una gira por África en la que visitará cuatro países: Egipto, Etiopía, Uganda y la República del Congo. Y con motivo de esa gira ha publicado una carta abierta en los principales periódicos de los mencionados países en la que dice lo siguiente: "Sabemos que nuestros colegas africanos no aprueban los notorios intentos de EEUU y sus socios europeos de sacar provecho de esta situación, con la que pretenden imponer un orden mundial unilateral a la comunidad internacional".
Los países de África y de Oriente Medio se encuentran ahora mismo entre dos tierras desde que estalló la guerra de Ucrania: Rusia u Occidente. Por un lado se enfrentan a las presiones del mundo occidental para que se mantengan firmes en su rechazo a la invasión; y por otro buscan mantener el acceso al grano, los cereales y el resto de exportaciones que reciben de Moscú.
La gira africana de Lavrov ha levantado ampollas en Occidente, donde los países han unido sus fuerzas para evitar que en el continente más desfavorecido de la tierra se produzca un acercamiento de posturas con el Kremlin. Por eso EEUU y Europa convencieron en marzo a varios países árabes, incluido Egipto, de votar a favor de la resolución de la ONU en la que se condenaba la invasión rusa de Ucrania (cabe recordar que mientras que la República del Congo votó a favor, Uganda se abstuvo y Etiopía no participó en la votación).
Según el New York Times, ante la visita de Lavrov, los diplomáticos occidentales han presionado a Egipto entre bambalinas para que la recepción que ofrezca al jefe de la diplomacia rusa no sea muy calurosa.
El discurso de Lavrov
Ya en Egipto, Lavrov ha celebrado "la postura responsable y el equilibrio" de los miembros que conforman la Liga Árabe respecto a la guerra en Ucrania, puesto que la mayoría de los países han evitado pronunciarse explícitamente sobre la invasión.
Lavrov hizo estas declaraciones en un discurso en la sede de la Liga Árabe, en El Cairo, y aprovechó para defender la invasión rusa de Ucrania, de la que ya se cumplen cinco meses.
"Hemos explicado las causas que nos dirigieron a empezar esta operación militar especial. Han pasado años de ignorancia hacia nosotros y teníamos unos miedos legítimos respecto a nuestra seguridad. Estas preocupaciones fueron ignoradas desde la expansión de la OTAN", dijo Lavrov durante su intervención, según recoge Efe.
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Asimismo, denunció que "Ucrania fue elegido para ser un país enemigo y hostil hacia Rusia" por parte de Occidente que, alegó, dotó a los ucranianos de "muchas armas y varias bases terrestres y navales".
El ministro de Exteriores ruso, que tiene estrechos lazos con varios países árabes, insistió en que "la OTAN se expande" y por eso "Rusia tiene sus recelos". Y aprovechó para culpar a Occidente de incumplir "los compromisos" para impedir que los países garanticen su seguridad amenazando la de otros.
Lavrov aseguró desde la capital egipcia que Rusia ya ha levantado el bloqueo a los puertos ucranianos tras el acuerdo al respecto alcanzado el viernes y achacó la crisis alimentaria mundial a las sanciones occidentales contra Moscú.
El líder de la diplomacia rusa anunció que a mediados del año que viene se llevará a cabo una nueva cumbre ruso-africana, de la que la primera edición tuvo lugar en la ciudad rusa de Sochi en 2019 y que el propio presidente ruso, Vladimir Putin, tenía previsto celebrar este año.
Sin embargo, no hizo referencia al ataque ruso de este sábado, después de la firma del pacto, contra el puerto de Odesa, que según su portavoz estuvo dirigido contra una infraestructura militar, pero insistió en responsabilizar a los países occidentales de la crisis alimentaria global provocada por la guerra en Ucrania.
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