La visita de Nancy Pelosi a Taiwán ha provocado una reacción militar sin precedentes por parte de China. El miércoles, cuando la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos acababa de despegar de Taipéi, el gigante asiático comenzó a realizar unas maniobras militares con misiles balísticos y fuego real que han hecho saltar todas las alarmas en la isla y, en general, en toda la región.
Tras enfurecer a Pekín, la política estadounidense ha viajado este jueves hasta Corea del Sur, donde ha hecho lo propio con Corea del Norte. Sobre todo por su visita al Área de Seguridad Conjunta de Panmunjom, la zona desmilitarizada que separa las dos Corea.
Allí Pelosi se ha comprometido con su homólogo surcoreano, Kim Jin-pyo, a lograr la desnuclearización de Pyongyiang. Una postura que comparte el presidente del Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, aunque haya decidido marcar ciertas distancias con la representante estadounidense.
Durante su corta estancia en el país, Pelosi se ha reunido con su homólogo surcoreano, pero no con el jefe de Gobierno. Al parecer, este se encuentra de vacaciones, lo que no le ha impedido entablar una conversación telefónica de 40 minutos con la presidenta del Congreso de EEUU. En la llamada, ambos políticos dicen haber reafirmado su compromiso por fortalecer las relaciones bilaterales.
A última hora del jueves, Pelosi ha llegado a la que será la última parada de su gira asiática: Japón. A lo largo del viernes la legisladora estadounidense planea tener conversaciones con el primer ministro japonés, Fumio Kishida, y con el presidente de la Cámara de Representantes, Hiroyuki Hosoda, respectivamente.
Unos encuentros que tendrán lugar horas después de que el Gobierno de Japón haya denunciado que cinco misiles balísticos disparados por China durante las maniobras en el mar de Taiwán han caído en aguas pertenecientes a su zona económica especial (EEZ).
¿Qué pasará en Taiwán?
Un incremento a largo plazo de la presencia militar de China en el Estrecho de Taiwán y el uso de tácticas de guerra híbrida contra Taipéi son las más posibles consecuencias de la fugaz y controvertida visita a Taiwán de Pelosi.
"Esta crisis acelera la percepción de que el riesgo de un conflicto en la presente década es cada vez más alto. China sabe que Taiwán no sólo es irrenunciable en su proceso de modernización sino que es también la estocada con la que podría poner fin a la hegemonía de EEUU en la región y en el mundo", afirmó a Efe Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política china.
Menos de 24 horas después de la visita de Pelosi, el Ejército chino inició maniobras militares con fuego real alrededor de la isla que incluyeron el cierre de los espacios aéreo y marítimo en varias zonas, algo que Taipéi calificó de "bloqueo".
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Además, en la última semana China impuso sanciones comerciales a centenares de productos alimenticios de Taiwán, entre ellos los cítricos, varios tipos de pescado y numerosos procesados.
Una provocación
Para los expertos, Washington no ha hecho sino servir en bandeja a Pekín los argumentos para aumentar la presión militar sobre Taiwán, un territorio sobre el que China reclama la soberanía y que considera una provincia rebelde desde que en 1949 los nacionalistas del Kuomintang se replegaron allí tras perder la guerra civil contra los comunistas.
"Cabe esperar de China que intente aprovechar la crisis en dos sentidos: primero, incentivar medidas militares y políticas que refuercen la soberanía reclamada sobre la isla, lo que puede incluir acciones más comprometidas de su Ejército por aire y mar, afectando al espacio aéreo de Taiwán o a la línea media del Estrecho que hasta ahora han sido respetadas", señaló Ríos.
De hecho, el Ministerio taiwanés de Defensa denunció el jueves una nueva incursión de aviones chinos en su Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ), de los que la mayoría habría cruzado la citada línea media.
Hong Kong como guion
El experto considera que China podría incluso "adoptar medidas legislativas" como una ley de unificación, e incluso un calendario específico para ella y apuntó a lo ocurrido en Hong Kong en los últimos dos años como "el guion para hacerse con el control de la situación".
"Si allí (tras las masivas protestas pro-democracia de 2019) no hubo una masacre represiva tampoco va a haber en Taiwán acciones militares desproporcionadas. Pero sí reacción cualitativamente significativa", sostuvo.
"No se espera que haya en Taiwán acciones militares desproporcionadas, pero sí una reacción cualitativamente significativa"
Un año después de las protestas de Hong Kong, Pekín impuso en la excolonia británica una Ley de Seguridad Nacional que en la práctica, según han denunciado organizaciones internacionales, ha cercenado allí los derechos y libertades fundamentales y llevado a la cárcel a decenas de activistas y periodistas.
"Lo que para Pelosi es una acción simbólica, de la que se han distanciado en su partido y en el propio Taiwán quienes pueden simpatizar con EEUU, brinda a China la posibilidad de realizar otra vuelta de tuerca sobre la isla, alejando el fantasma de mostrarse débil y afinando en la respuesta", arguye Ríos.
Posible guerra híbrida
Mientras, Shiany Pérez-Cheng, analista asociada al laboratorio de ideas británico Resilient Futures, opinó en declaraciones a Efe desde Taipéi que "las medidas que va a tomar China contra Taiwán no van a ser de guerra convencional -el caso de Ucrania-, sino de zona gris con tácticas de guerra híbrida".
Esto supone, precisó la también ex-profesora de la española Universidad de Salamanca, "sanciones contra exportaciones, ciberataques y aumentar aún más la presión en la arena internacional incluyendo el incremento de la propaganda selectiva y de operaciones de influencia y coacción económica a terceros" para seguir intentando "asfixiar a Taiwan" restándole el apoyo de otros países.
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Las sanciones, según Pérez-Cheng, buscan "volver a los taiwaneses contra su Gobierno", si bien precisó que la isla ya tiene experiencia lidiando con este tipo de situaciones tras las impuestas a la exportación de piñas a China el año pasado, que ha empujado a Taiwán a diversificar su mercado hacia Japón, Australia y Europa.
A su vez, Xulio Ríos destaca la economía como clave para que en los comicios locales taiwaneses, en noviembre próximo, el electorado no castigue al gobernante Partido Progresista Democrático (PPD) por su "temeridad" al enfrentarse frontalmente a Pekín.
Sin embargo, la otra cara de la moneda será la capacidad de China para "ganarse a la opinión pública taiwanesa" y que "la crisis no derive en un mayor apoyo electoral al PPD".
Todo ello entronca con la opinión de Pérez-Cheng de que la isla era "consciente de que las represalias de China en su gran mayoría van a ser contra Taiwán" y por ello no "dio bombo" oficialmente a la posible visita de la líder estadounidense antes de que ésta aterrizase en Taipéi.
"Probablemente nos hallamos ante el inicio de la cuarta crisis del Estrecho de Taiwán (tras las de 1954, 58 y 95-97) y con seguridad habrá consecuencias diplomáticas, económicas, militares y estratégicas que se dilatarán en el tiempo", resume Xulio Ríos.