Hay imágenes vistas estos días en Irán que muestran que algo está ocurriendo. Todas ellas son un síntoma de la indignación que ha generado la muerte violenta de Masha Amini. La paliza que le propinó la Policía de la Moral por no llevar bien puesto el velo y que le causó la muerte ha removido a la sociedad iraní. La cual no ha dudado en salir a la calle en decenas de ciudades para rechazar un régimen que tiene normalizado agredir a mujeres sólo por no llevar bien puesto el pañuelo. La respuesta de las autoridades del país contra esas movilizaciones ha sido la violencia. Hasta ahora, al menos 41 personas han muerto -19 en el último día- y hay centenares de detenidos.
Una de esas imágenes se dio esta misma semana. En una grabación difundida en redes sociales, un hombre que va en moto decide aparcarla en mitad de una plaza. Su única objetivo en ese momento era abofetear a una mujer presente en la zona. Tras su agresión, se marcha como si nada para volver a subirse a su vehículo. Lo que no esperaba es que, de repente, varias personas empiezan a reprocharle lo que ha hecho. Poco después, ya tiene encima a una decena que no dejan pasar esa bofetada. Finalmente, acaba rodeado en el suelo mientras recibe golpes.
Lo visto estos días en las calles de Irán lo empezaron las mujeres. Cientos de ellas respondieron a la muerte de Amini con vídeos en los que se cortaban el pelo y se quitaban el velo. Un gesto que en Irán puede tener graves consecuencias, como se ha visto con la fallecida. Después, el rechazo se trasladó a las calles. Las imágenes de violencia por parte de la Policía iraní son constantes. Aunque muchas no pueden verse por los cortes de Internet decretados por Teherán, que buscan impedir que se conozca lo que ocurre allí.
Estas protestas ya han alcanzado a decenas de ciudades en apenas unos días. Algo que es significativo, dado que en otros escándalos a cuenta de la ley islámica esas movilizaciones acababan por disiparse sin mayores consecuencias. La represión contra las mismas ya ha dejado al menos 41 muertos. Y no sólo por agresiones físicas. Los agentes han disparado directamente hacia las multitudes que se han concentrado, especialmente en Teherán.
Esto ha provocado situaciones sorprendentes. Por ejemplo, en la ciudad de Oshnavieh, donde las protestas han dejado grandes refriegas entre manifestantes y policías. De las mismas han salido victoriosos los civiles, que ahora "controlan la ciudad", según ha explicado un director de periódico de la zona a The New York Times. Los vídeos grabados alí muestran unas marchas muy concurridas donde el grito más repetido es "libertad".
Ebrahim Raisí, presidente del país, ha afirmado este sábado que se debe “actuar de forma decisiva contra los que se oponen a la seguridad y tranquilidad del país” y pidió que se “separe la protesta y la perturbación del orden público”.
En su regreso a Teherán tras pasar la última semana en Nueva York, donde participó en la Asamblea General de la ONU, el presidente ha inaugurado el comienzo del año académico en un colegio capitalino. Sin embargo, las principales universidades de Teherán suspendieron este sábado las clases presenciales y optaron por las enseñanzas online, una medida que se aplicará a largo de esta semana.
Ante esta situación, el Ejercito iraní ha advertido de que "está listo" para ayudar a la Policía del país a confrontar con los manifestantes "para defender la seguridad nacional". Según los militares, las protestas como "acciones desesperadas de la diabólica estrategia del enemigo para debilitar el régimen islámico". También consideran que toda la movilización está apoyada por un "enemigo extranjero". A lo que además habrían contribuido embajadas y servicios de inteligencia de otros países.
[Masha Amini en Naciones Unidas]
Todo lo que ocurre estos días tiene que ver con el símbolo en el que se ha convertido Masha Amini. Su detención el martes de la pasada semana por la Policía de la moral en Teherán, donde se encontraba de visita, acabó en un traslado a una comisaría para asistir a "una hora de reeducación" por llevar mal el velo.
Murió tres días más tarde en un hospital adonde llegó en coma tras sufrir un ataque al corazón. Las autoridades lo atribuyeron a problemas de salud. Las heridas que sufría por los golpes descartaron esa versión. El dolor generado por su muerte ha logrado poner de acuerdo a la sociedad iraní. La cual ahora parece dispuesta a afrontar las consecuencias de reclamar mayor libertad.