The New York Times ha accedido a las llamadas de soldados rusos en el frente a sus familiares y amigos. Corresponden a marzo, en las primeras semanas de la invasión de Ucrania, y ya entonces y pese a tener prohibido el contacto con sus allegados expresan en miles de conversaciones interceptadas impotencia y gran enfado con sus mandos y con el presidente, Vladímir Putin. Dan testimonio de crímenes de guerra.
Desde trincheras, refugios y casas ocupadas en los alrededores de Bucha, cuenta el Times, estos militares relatan cómo la operación para tomar Kiev es un fracaso. "Estamos perdiendo", cuenta uno. Ensalzan a las fuerzas ucranianas como "profesionales" y capaces de una resistencia feroz y efectiva. "Putin es tonto. No hay manera de que podamos tomar Kiev". El Kremlin pensaba caería en cuestión de días.
"Mierda. Hay cadáveres tirados por la carretera. Los civiles están tirados por ahí". Explican que ante la incapacidad para conquistar la capital capturan pueblos, en los que admiten toda serie de atrocidades. Son llamadas durante la toma de Irpin o Bucha, donde reciben órdenes de matar a inocentes en un bosque. "¿Por qué no los llevásteis prisioneros", pregunta un interlocutor. "Tendríamos que haberles dado de comer y no tenemos comida suficiente ni para nosotros", responde la voz al otro lado.
Leemos y escuchamos a estos hombres, a los que el periódico identifica solo por el nombre de pila para no poner en riesgo su libertad o sus vidas, si aún las conservan. "Cuando llegue a casa lo dejo. A la mierda el ejército", determina un soldado. "Nadie nos dijo que íbamos a la guerra. Nos advirtieron un día antes de irnos", cuenta otro a su hermano. "Fuimos jodidamente engañados como niños pequeños".
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"Mamá, ni un fascista"
Se quejan de errores estratégicos y una grave escasez de suministros y quieren creer que los medios en Rusia están contando la verdad, pero constatan que no es así. "Mamá, creo que esta guerra es la decisión más estúpida que ha tomado nuestro gobierno", dice Sergei -así lo identifica el Times-. Habla con su novia: "Solo quieren engañar en la televisión con que todo está bien, que es solo una 'operación especial', pero en realidad es una puta guerra real".
Sobre las bajas rusas, conocemos gracias a estos sonidos la imposibilidad de repatriarlos y el cese de comandantes por la cantidad de muertes bajo su mando y su inoperancia. La exclusiva ve la luz mientras miles de reservistas son enviados a la guerra por orden de Putin. Muchos huyen o prefieren la prisión sabedores de su destino probable en Ucrania. Rusia está en una ratonera y quienes libran la batalla son prisioneros, o eso se deduce.
"Mamá, no hemos visto ni un fascista. Esta guerra está basada en una falsa pretensión. Nadie la necesitaba. Llegamos y la gente hacía vida normal, como en Rusia. Ahora tienen que vivir en sótanos". Cuando se pronunciaban estas palabras al otro lado de la línea, cabe recordar, esa guerra solo estaba comenzando.