El invierno se cierne sobre Ucrania y Rusia quiere agudizar el daño del frío sobre la maltrecha y desprovista población ucraniana. Los bombardeos sobre las infraestructuras de generación y transmisión de energía se han sucedido en las últimas semanas. Solo en el día de ayer, una docena de misiles impactaron contra estos espacios, castigados por Moscú desde que comenzase el conflicto el pasado mes de febrero.
El 40% del total de las instalaciones destinadas a la producción eléctrica están dañadas y los apagones se multiplican a medida que avanzan las semanas. Este viernes, en Kiev, gran parte de los comercios no pudieron abrir debido a los cortes de energía, además, los semáforos se mantuvieron apagados durante varias horas, dificultando el tránsito del tráfico en algunos barrios. Una situación similar a la que vive el enclave de Mykolaiv, cercana a Jersón, donde los teléfonos carecieron de cobertura hasta que se pudo reparar la enésima avería en el tendido eléctrico desde que los rusos dejaron atrás la plaza.
En cifras del Gobierno de Kiev, más de un millón de personas en Ucrania estaban ayer sábado sin electricidad, incluidas unas 672.000 en la región occidental del país. "Los ataques deliberados contra las infraestructuras civiles críticas de Ucrania forman parte del genocidio de los ucranianos por parte de Rusia", aseveró Dimitri Kuleba, ministro de relaciones exteriores de Ucrania en Twitter. En las próximas semanas, las primeras nieves teñirán con un manto blanco Ucrania, razón por la que el Ejecutivo de Kiev se apresura en acondicionar el mayor número de viviendas posibles. En decenas de poblaciones, los vecinos se congregan en los refugios aunque ya no caen bombas. Son los únicos lugares donde las ventanas aún permanecen intactas.
La tesitura no presenta visos de mejora en las regiones más pobladas del país, como es la capital. En Kiev, la posibilidad de que se produzca un apagón que prive a la ciudad de electricidad y calefacción es muy probable, tal y como deslizó Petro Panteleev, subdirector de la administración local de Kiev: “Esta posibilidad existe, tenemos que entenderlo y recordarlo”.
Una huida “inminente” y en estampida
Amenaza batalla en Jersón. Ucrania estrecha el cerco y la ciudad, que no se puede evacuar de igual modo que otras por su complejidad geográfica, se prepara para el asedio. A espaldas del enclave transcurre el río Dniper, cuyos puentes -por donde deberían haberse establecido los corredores humanitarios- están total o parcialmente dañados por la acción partisana de Ucrania en las últimas semanas. Esta tesitura explica que el Gobierno prorruso de la zona apremie a sus ciudadanos a abandonar la zona: apenas quedan vías de escape en retaguardia y, cuando comiencen a caer las bombas, la misión se antoja ardua.
Ucrania ha establecido un silencio institucional sobre su campaña en este frente, tesitura que Moscú ha aprovechado para anunciar victorias que, por el momento, no han sido confirmadas por las agencias que trabajan sobre el terreno. En este sentido, varios altos cargos del ejército de Kiev sí han trasladado que los planes transcurren según lo previsto: Putin se bate en retirada y la caída de la ciudad puede ser cuestión de semanas.
Desde que Rusia tomase Jersón el pasado mes de marzo, mantener el enclave se ha antojado como una tarea prioritaria para Moscú. Si bien sobre el papel la región no presenta ninguna riqueza singular, se trata de un terreno que permite alejar las pretensiones de Ucrania sobre la anexionada península Crimea.
El avance de Ucrania sobre Jersón obliga a Rusia a una "evacuación inmediata" de la ciudad
Si cae Jersón, Crimea no solo será vulnerable militarmente, como quedó plasmado tras el ataque al puente sobre el estrecho de Kerch, sino también en materia de suministros. De la presa de Kajovka, ubicada aguas arriba del río Dniéper, parte un canal de agua que garantiza el regadío de toda la región. En este sentido, ante la inminente rendición del enclave, los servicios de inteligencia occidentales temen que, una vez Rusia entregue la ciudad, siembre una postal de caos a su paso.
Kiev alertó esta semana de la incipiente posibilidad de un ataque de falsa bandera contra el citado embalse. Es decir, que Rusia vuele la presa y, posteriormente, acuse de ello a Ucrania. Las consecuencias derivadas de este atentado no solo dejarían desprovista de agua a Crimea y a buena parte de la región de Jersón su voladura podría generar una enorme ola que anegaría las poblaciones anexas a la cuenca del Dniéper.