Mohamed bin Salmán (MBS), príncipe heredero de Arabia Saudi, ha sido uno de los protagonistas de la ceremonia de inauguración de la Copa del Mundo que ha comenzado este domingo en Qatar. El mandatario, que también ostenta el cargo de primer ministro del citado país, se ha sentado en el palco presidencial junto a Gianni Infantino, presidente de la FIFA.
Sea esta una cuestión marcada por el protocolo o una simple coincidencia, la realidad es que el máximo representante de la Federación Internacional de Fútbol ha acabado compartiendo fila de butacas con un mandatario cuya trayectoria, sobre todo en los últimos años, ha estado envuelta en sombras y dudas. No en vano, se le acusa de haber orquestado el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, crítico con su régimen, hace cuatro años en la embajada de Arabia Saudí en Estambul. Khashoggi era considerado un "problema de seguridad nacional" para la corona por "las altas esferas de Arabia Saudí".
Las pesquisas posteriores en relación a este caso aportaron pruebas que señalaban claramente al mandatario saudí a pesar de que este siempre ha negado su implicación. Las grabaciones captadas por los servicios de inteligencia turcos mostraron tiempo más tarde cómo un grupo de hombres recién llegados de Arabia Saudí drogaron, asesinaron y descuartizaron al periodista.
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La foto entre MBS e Infantino se produce apenas 24 horas después del controvertido discurso del presidente de la FIFA en el que defendió la celebración de esta Copa del Mundo ante la "hipocresía" de Europa. "Hoy me siento qatarí, árabe, africano, gay, discapacitado y trabajador migrante", apuntilló durante su discurso.
Infantino no ha sido el único que no ha tenido reparos en fotografiarse junto a Bin Salman. Este mismo año, Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, invitó al príncipe saudí para recibirlo con todos los honores y apuntalar de este modo una serie de importantes inversiones bilaterales entre ambos países. Mohamed bin Salmán también ha visitado este 2022 Grecia y Francia en su primera visita oficial a países de la Unión Europea (UE) desde el asesinato en 2018 del periodista.
Joe Biden también acudió a Arabia Saudí en búsqueda de acuerdos comerciales que beneficiasen su economía. Un giro de guion en la política exterior de Estados Unidos que el presidente estadounidense no dudó en justificar: la primera potencia mundial necesita que la monarquía del Golfo abra el grifo del petróleo.
El petróleo que se esconde bajo el desierto que cubre el país ha brindado a su familia la oportunidad de convertirse en una de las más poderosas de Oriente Medio y de todo el mundo. Junto con el fútbol, la Fórmula 1 ha sido otro de los escaparates en los que el mandatario árabe ha tratado de ganar relevancia internacional. El Gran Premio que se celebra en Arabia Saudí desde 2021 tiene su explicación en la cuantiosa suma de dinero que el príncipe abona para que se compita en su país.
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De hecho, una de las razones por las que este año, a pesar del contexto de inseguridad que rodeaba a la carrera -un cohete impactó a escasos kilómetros del circuito-, finalmente e celebrara, fue por la presión de Bin Salman.
A pesar de las mencionadas situaciones, el mandatario no cesa en su intención de reunirse con los principales líderes mundiales y con los más altos cargos de importantes organizaciones. Su fortuna, sus planes de inversión y, sobre todo, el poder de su familia en un área donde el comercio está en auge, dificulta el negar una foto al príncipe heredero de Arabia Saudí.