Lima

El 7 de diciembre de 2022, día aciago para Pedro Castillo, una pregunta quedó en el aire para los peruanos: ¿Por qué decidió salir ante todos y decir que disolvía el Congreso sin tener el respaldo siquiera de las Fuerzas Armadas? En ese contexto, diversas organizaciones de izquierda en Perú y personajes del extranjero empezaron -por redes sociales- a brindar apoyo al profesor detenido e investigado por “rebelión y, alternativamente, conspiración”, según la Fiscalía, y hasta se convocaron marchas para este 11 de diciembre contra la presidenta Dina Boluarte.

Directo y enfático, Evo Morales, exmandatario boliviano, fue uno de los compañeros políticos que reflexionó: "El discurso de odio y las amenazas de escarmiento de la derecha peruana y sus medios de comunicación en contra del hermano Pedro Castillo ponen en riesgo la integridad de él y su familia. Que la Comisión Interamericana de DDHH active las medidas cautelares para preservar su vida".

Incluso Manuel López Obrador, presidente de México y cercano a Castillo, sostuvo que la "hostilidad en su contra” lo llevó a “tomar decisiones que le han servido a sus adversarios para consumar su destitución”. Paradójicamente, se confirmó este 8 de diciembre que Pedro Castillo pidió, mediante su abogado Víctor Pérez, considerar el otorgamiento de asilo por, entre otros argumentos, “persecución puramente política”, y que finalmente no se concretó. Por su lado, el jefe de gobierno de Brasil, Lula Da Silva, consideró que la “destitución” de Pedro Castillo fue “constitucional”.

Tormenta política en Perú: las 4 horas en que Pedro Castillo pasó de dictador a víctima de su autogolpe

En Perú, la Federación Nacional de Abogados interpuso un habeas corpus para liberar al expresidente Pedro Castillo, para quien, a su pesar, el Poder Judicial declaró fundada la detención preliminar hasta el 13 de diciembre, y, por si fuera poco, horas después el mismo Poder Judicial rechazó el habeas corpus. Todo esto sucedió este 8 de diciembre, noticia tras noticia.

De ese modo, el expresidente seguirá en la lejana División Nacional de Operaciones Especiales (DINOES) -situada en el distrito de Ate, a más de 15 kilómetros de Palacio de Gobierno-, donde cumple condena el expresidente Alberto Fujimori, padre de Keiko Fujimori, política de derechas y adversaria en segunda vuelta de las últimas elecciones presidenciales de 2021.

El autor intelectual

Y estas mismas cuestiones o más se planteó el 8 de diciembre Guido Bellido, el polémico, cuestionado y mediático expremier del expresidente: “El estado psicológico de P. Castillo al leer el mensaje a la nación evidencia de que no se encontraba dentro de sus facultades, ello hace presumir que pudo haber sido inducido, urge una prueba toxicológica y el Ministerio Público debe acceder a las cámaras de seguridad de Palacio de Gobierno”. Ideas duras y defensas explícitas al expresidente de 53 años.

Sin embargo, la realidad fiestera y normal del fin de semana largo (por los festivos 8 y 9 de diciembre) en las calles de Lima, capital peruana, era distinta esa misma noche a la angustia de Pedro Castillo cuando fue llevado en helicóptero a la DINOES, esposado y con esa casaca azulina y camisa blanquecina que pasarán a la historia, porque es la imagen de un expresidente derrotado en la vida política que salió en todos lo canales y portadas de los diarios más y menos leídos del mundo. Suficiente tenía Perú con la tristeza de no clasificar al también mediático y polémico Mundial de Qatar 2022.

Por ejemplo, en la Plaza San Martín, en pleno centro histórico limeño y punto estratégico para movilizaciones o protestas, se congregaron cientos de personas a favor de Pedro Castillo, quienes debatían con otros sobre las operaciones del Congreso para cesarlo. Aunque todo en un clima de cero violencia y con espacios para la música, la comida, los amigos, las prostitutas en las calles oscuras y el amor de parejas que andaban agarradas de la mano y se metían por los bares legales y clandestinos cercanos a Jirón de la Unión.

Dina Boluarte, la primera presidenta de Perú: toma las riendas en plena crisis política del país

En las avenidas Alfonso Ugarte y España, donde se encuentra la Prefectura -el primer lugar donde fue llevado Pedro Castillo al ser detenido-, se originaron manifestaciones que terminaron en algunos conatos de violencia, lanzamiento de adoquines, piedras y bombas lacrimógenas, pero no pasó a más. Lo mismo en otras regiones, como en Puno, donde manifestantes de izquierda pedían una nueva constitución para Perú.

No se registraron muertos ni nada por el estilo desde que Pedro Castillo tropezó con su propia decisión. Poco a poco la vida vuelve a la normalidad o a esa llamada “tensa calma” social generada por la nueva presidenta Dina Boluarte y por la espera de los nuevos ministros. Sin embargo, no cabe duda de que en este país cualquier cosa puede pasar.