Marsella, Nantes, Rennes, París… Los franceses han vuelto a salir a la calle este jueves para protestar contra la reforma de las pensiones que el presidente del país, Emmanuel Macron, aprobó la semana pasada sin la votación de la Asamblea Nacional, consiguió salvar el lunes tras superar dos mociones de censura y defendió el miércoles en una entrevista televisada que ha incendiado los ánimos. "Asumo la impopularidad", aseguró.
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En esta nueva jornada de movilizaciones, la novena en lo que va de año, los principales sindicatos del país (CGT y CFDT) y los partidos de la oposición tratan de demostrarle al Gobierno que el enfado está lejos de disiparse.
A falta de datos oficiales, son ya cientos de miles las personas que han participado en las más de 200 concentraciones convocadas por todo el país para protestar contra la decisión de aumentar la edad de jubilación de los 62 a los 64 años. Además, diversos sectores han respaldado la huelga nacional. Uno de cada cinco profesores no ha ido a trabajar y el servicio de trenes se ha interrumpido en todo el país.
Las imágenes que llegan son las de manifestantes quemando retratos de Macron, portando pancartas exigiendo la dimisión del líder francés o montando barricadas en las calles. Son escenas que recuerdan a las protestas de los chalecos amarillos que hace cuatro años forzaron al líder francés a paralizar la subida del impuesto al combustible.
Ahora son individuos vestidos de negro y con el rostro cubierto con capuchas los que han provocado disturbios en París. Lanzaron proyectiles a las fuerzas del orden, que respondieron con gases lacrimógenos durante el recorrido entre la plaza de la Bastilla y la Ópera. En algunos puntos, además, provocaron incendios aprovechando la basura acumulada en las calles por la huelga de recogida que dura ya más de dos semanas.
Macron se defiende
El miércoles, el presidente francés anunció durante una entrevista que espera que la reforma entre en vigor antes de final de año, una vez que reciba el visto bueno del Consejo Constitucional, mientras que los sindicatos aseguran que mantendrán las protestas y las huelgas para forzar la mano al Ejecutivo y que la retire.
Durante su intervención, Macron mostró su respeto por las manifestaciones que los principales sindicatos del país llevan meses convocando, pero aseguró que "no tolerará la violencia callejera" ni el bloqueo de la actividad económica.
"Somos una gran nación y un viejo pueblo que vota a sus responsables y les da legitimidad. Los sindicatos tienen la suya y cuando se manifiestan los respeto, es un derecho protegido por la Constitución", señaló en declaraciones recogidas por la agencia Efe. "Pero cuando hay grupos que utilizan la violencia extrema para atacar a representantes democráticos, cuando usan la violencia sin reglas porque no están contentos, eso no es democracia", añadió.