Agencias

Las cifras bailan. Como en toda guerra, los números dependen del mensajero. Y en una contienda como la de Ucrania, iniciada repentinamente por Rusia hace más de un año, cada bando maneja sus propios datos. A lo largo de estos meses, desde ambos ejércitos han ido destacando victorias, ocultando pérdidas y maquillando el resultado funesto de la batalla. 

Según cálculos de las fuerzas rusas, en sus filas ha habido entre 40.000 y 60.000 bajas. La inteligencia secreta de Reino Unido, sin embargo, eleva los muertos y heridos en este ejército entre 175.000 y 200.000. Cada día van en aumento: los frentes en el este y los ataques en distintos puntos del mapa siguen cercenando las tropas de ambos países.

Bajo estos parámetros, urge la necesidad de ampliar los efectivos. En el lado de Ucrania, ya se ha hecho hincapié de la obligación de incorporar no solo los famosos tanques Leopard2, sino cazas de combate. El armamento llega a cuentagotas y la lucha por retener ciudades icónicas como Bakhmut hace mella. En el flanco dominado por Rusia, la visión es otra. El grupo de mercenarios Wagner, liderado por Yevgueni Prigozhin, pide ayuda al Kremlin para reforzar el contingente.

Tras acusar a Moscú de no escuchar sus propuestas, Prigozhin asegura que cada día se une un centenar de personas a la causa. Además, este sábado desveló que Putin había indultado a más de 5.000 excriminales después de terminar sus contratos para luchar en este batallón, a los que se sumaban desde prisión. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), de hecho, denunciaba que esta facción no oficial, pero con hilos en el Kremlin, estaba reclutando a prisioneros de cárceles rusas. Y lo hacían con métodos que llegaban a la extorsión o las torturas. En un comunicado, la ONU lo calificó de alarmante y expresó su procupación porque "el Grupo Wagner haya extendido el reclutamiento a prisiones de la región de Donetsk en Ucrania".

Y los planes no parecen cambiar: ante la ofensiva de la región del Donbás, las fuerzas de seguridad ucranianas y rusas quieren ampliar sus efectivos. Sobrevuelan las reuniones con China, la reciente conversación telefónica de Putin con Erdogan sobre el tratado del mar Negro o las órdenes de La Haya para detener al líder ruso como "criminal de guerra", pero eso no ha provocado que se baje la guardia.

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Tal y como ha publicado la agencia Bloomberg, Rusia se prepara para una contraofensiva de Ucrania. Y sus planes se centrarán en controlar estos ataques y no en arañar más territorio. Para eso, el Kremlin está intentando inscribir hasta 400.000 soldados.

Este anuncio, que aún no se ha hecho público, sería otra prueba de fuego para los mandatarios. A finales de año, hay una campaña para reelegir a Putin y ya se vieron las consecuencias de un movimiento semejante: el pasado otoño se pidió engrosar las listas de reservista y un millón de ciudadanos huyeron del país, poniendo en duda la credibilidad de sus líderes.

Incluso con el campo de batalla y con estos desafíos políticos, Putin ha señalado que confía en que Rusia se sobreponga a Ucrania y sus aliados de Estados Unidos y Europa. El líder ha asegurado que si sus fuerzas pueden evitar otro avance de las tropas ucranianas en los próximos meses, se debilitará el respaldo a Kiev.

Aun así, todavía hay incertidumbre sobre el futuro. A aquella invasión exprés que iba a suponer la "desnazificación" de Ucrania han venido jornadas de duras matanzas, toma de ciudades y recuperación de territorios. El Kremlin, convencido de su victoria, ha sufrido un revés. Y ahora se concentran en seguir con una táctica de "mano dura" respaldada por Putin, según afirma Bloomberg.

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Desafiando a Washington y a sus aliados de la OTAN, Putin ha ganado un fuerte respaldo público estos últimos días por un encuentro con el presidente chino, Xi Jinping. Ambos se comprometieron a estrechar lazos y, en privado, los funcionarios del Kremlin se mostraron optimistas. A pesar de la falta de acuerdos anunciados, argumentaron que el respaldo de Xi era una señal muy importante.

Por su parte, China ha entrado en el conflicto jugando a dos bandas. Desde el comienzo se ha mantenido de perfil y, aunque nunca ha manifestado públicamente que le proporcionara ayuda letal, en Washington se ha barajado esta postura. Además, el gigante asiático ha puesto sobre la mesa una lista de 12 puntos para alcanzar la paz que está marcando la agenda de diferentes presidentes. Pedro Sánchez, sin ir más lejos, se juntará con Xi el 31 de marzo.

Mientras tanto, Ucrania planea lanzar una gran contraofensiva en los próximos meses con tropas recién formadas en Europa y Estados Unidos. Utilizará tanques, vehículos blindados y otras armas recién suministradas por sus aliados. Kiev incluso intentará romper las líneas rusas y cortar el puente terrestre del territorio ocupado que ahora une Crimea con la parte continental de Rusia, según han revelado funcionarios estadounidenses.

Esta maniobra implica un peligro en el mundo. La voluntad de Ucrania de recuperar esa península podría conducir al uso de armas nucleares por parte del Ejército ruso, tal y como ha alertado este sábado el vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvédev.

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"Si hablamos de ofensivas serias vinculadas al intento de recuperar por la fuerza Crimea, es totalmente evidente que esto será considerado como un motivo para el uso de cualquier medio, incluyendo los previstos en la doctrina de contención nuclear", aseveró en una entrevista el también expresidente ruso.

Con estas amenazas, Rusia ya ha empezado la campaña de inscripción de soldados contratados, que sirven por períodos de hasta varios años a cambio de una paga. A los funcionarios regionales se les han asignado cuotas para el reclutamiento y están emitiendo convocatorias a posibles voluntarios para que asistan a las juntas de reclutamiento, donde se les invita a registrarse.

Algunos funcionarios han subrayado que la meta de conseguir 400.000 soldados contratados este año probablemente no sea realista. Eso es aproximadamente igual a la cantidad total de tropas profesionales que tenía Rusia antes de que se lanzara la invasión el 24 de febrero de 2022.

"En las circunstancias actuales, no creo que vayan a atraer a la gente para que se una, excepto quizás a los patriotas acérrimos o a las personas que no tienen oportunidades económicas", señaló Dara Massicot, exanalista de las capacidades militares rusas en el Departamento de Defensa de EEUU. "No veo que sea posible que hagan otro gran avance en Ucrania a menos que empujen hacia una economía de guerra o a la ley marcial", agregó.

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Y es algo que el Kremlin se está planteando hacer. Antes de las elecciones, esta decisión puede ser peligrosa, a pesar del control que existe en el Kremlin. El reclutamiento podría poner en contra del partido de Putin a millones de rusos. El número de nuevos reclutas voluntarios este año ha estado por debajo del nivel de años anteriores, según detalló a Bloomberg Pavel Luzin, el analista militar ruso independiente y profesor invitado en la Facultad de Derecho y Diplomacia Fletcher de la Universidad de Tufts.

Sergei Shoigu, ministro de Defensa, ya avisó en diciembre de que Rusia aumentaría el número de soldados contratados a 521.000 para fines de 2023, frente a los 405.000 antes de la invasión. Estas tropas suelen servir durante tres años, lo que requiere un flujo constante de nuevos reclutas para reponer las filas, incluso sin las pérdidas en combate que se han visto en Ucrania.

Putin aprobó a finales del año pasado un plan para aumentar el tamaño de las fuerzas armadas de Rusia a 1,5 millones de personas (desde los 1,15 millones actuales). Se llevaría a cabo hasta 2026. Shoigu aclaró en septiembre de 2022 que Rusia tiene a su disposición 25 millones de reservistas, aunque inicialmente llamó solo un poco más del 1% de ellos.

"Se están quedando sin activos blindados, pero creen que tendrán enorme grupo de personal", opinaba Massicot en la organización RAND. En Ucrania se ve cómo Rusia va quedándose sin armas ni posibilidad de reemplazarlas por las sanciones y le ponen fecha de caducidad. "Pueden librar esta guerra hasta 2023. Como máximo, hasta finales de 2024", apuntó Vadym Skibitskyi, subdirector de la inteligencia militar de Ucrania, en una entrevista con RBC-Ucrania del pasado jueves.