En Occidente es complicado hacer una lectura no occidental de las imágenes que siguen recorriendo las redes sociales y los medios de comunicación. El vídeo muestra cómo un niño le pide un abrazo al líder budista y, según afirman innumerables artículos, Su Santidad le pide que le chupe la lengua.
El estrafalario mensaje se ha hecho viral al tiempo que el Dalái Lama emitía un comunicado oficial en el que pedía disculpas "al niño, su familia y a muchos amigos en todo el mundo". Ahora, "la comunidad budista ya se ha cerrado hasta nueva orden", sostiene Sara García, española, de 49 años, tras conversar con varios lamas (monjes) radicados en España.
La disculpa oficial del Dalái Lama cierra con esta declaración: "Su Santidad suele bromear con la gente que conoce de forma inocente y juguetona, incluso en público y ante las cámaras. Lamenta el incidente".
La comunidad budista, indignada
Así lo describe Sara García, que a sus 49 años practica el budismo desde hace más de dos décadas, y lamenta que "no se puede interpretar lo ocurrido con ojos occidentales". Ella ha convivido con monjes y lamas y ha experimentado muchos años de su vida en una clave oriental: "Para ellos, el Dalái Lama no es una persona, es un Buda con 87 años", aclara García, para quien la lectura que han hecho los medios de comunicación del polémico vídeo es fruto de la exageración y el sensacionalismo: "Hay millones de tibetanos en la India y en el resto del mundo que lo ven como una bendición".
Es más, cuenta que un Buda es un estado mental que puede alcanzar cualquier ser sintiente: "Por eso no hay un dios, por eso no se mata ni siquiera un mosquito, por eso no hay violencia... ¿Cómo pueden pensar que le ha pedido a un niño que le chupe la lengua?". Considera, además, que si el Dalái Lama ha pedido disculpas es porque el resto del mundo está mirando y juzgando una realidad que desconoce, mientras admite: "Si me lo llega a hacer a mí, me doy por salvada".
Sorpresa, rechazo y aversión son algunas de las reacciones que ha cosechado el contenido, presumiblemente, por una interpretación general que consiste en equiparar al Dalái Lama con el Papa y el budismo con el catolicismo. "En Occidente han pensado en la Iglesia y el Papa, símbolos de la tendencia católica, apostólica y romana de Europa", matiza García, "pero en Oriente no porque no existen esas jerarquías". En esa lectura se encuentran acusaciones implícitas sobre acoso sexual a menores en una asociación de ideas que los budistas encuentran escandalosa. La entrevistada se muestra convencida de que si la gente supiera lo que es el Dalái Lama para los budistas, nunca habrían salido estos titulares.
Tras conversar con varios monjes sobre lo ocurrido, cuenta la budista española que el error de cálculo de los medios de comunicación es tan grande que la comunidad budista ha abogado por dejar pasar un tiempo antes de responder a dichas acusaciones y al impacto de la noticia. Lamenta "el juicio injusto, fruto de la ignorancia".
Quién es el Dalái Lama
Su otro nombre es Tenzin Gyatso, nacido en el seno de una familia pobre de origen tibetano en la provincia china de Quinghai en 1935, y considerado como la reencarnación del bodhisattva Avalokitesvara.
No es un monarca ni ha heredado el poder temporal en el Tíbet, fue elegido antes de cumplir la mayoría de edad para hacerse cargo del liderazgo espiritual, mientras los comunistas chinos invadían su país. Se refugió cerca de la frontera con India sin recibir la ayuda que había solicitado a Naciones Unidas, por lo que tuvo que aceptar la tutela comunista firmando un tratado que convertía el Tíbet en una provincia autónoma del gigante asiático.
La relación con Mao Tse-tung estuvo trufada de conflictividad en la pugna por preservar el sistema tibetano y fue inclinándose por el poderío chino conforme sucedían los levantamientos. Con el Tíbet bajo control chino y el budismo deformado, el Dalái Lama huyó con decenas de miles de exiliados tibetanos a la India para proteger también desde Nepal, Bután y Sikkim la cultura tibetana.
Desde entonces ha manifestado en cada foro internacional su aversión al uso de la violencia y la necesaria tolerancia para recuperar la soberanía de su nación, olvidada por Occidente, pese a la destrucción de su lengua y su cultura.
A partir de 1987 se dedicó a participar en diálogos con grupos científicos organizados por el Instituto Mind & Life para ahondar en materias muy diversas, como la física cuántica, la cosmología, la compasión y las emociones destructivas. Diálogos en los que las explicaciones budistas aportaban nuevas perspectivas a los científicos.
En 1989 el Parlamento noruego concedió al Dalái Lama el Premio Nobel de la Paz por "su resistencia contante al uso de la violencia en la lucha de su gente para recuperar la libertad". En 1990 publicó su autobiografía, Freedom in Exile.