Nada más obtener el respaldo del Consejo Constitucional, Emmanuel Macron aprobó su reforma de las pensiones en la madrugada del sábado, tras más de diez días de intensas protestas que han incendiado las calles literal y metafóricamente. Una parte del rechazo porpular a la reforma, los disturbios y las tácticas de protesta llevan la seña de identidad de los 'Black blocs', un movimiento ciudadano clandestino, descabezado, anticapitalista, dado a las revueltas y apenas conocido.
Son descritos por medios franceses, entre ellos el diario Libération, como jóvenes hostiles a las instituciones. Conforman grupos espontáneos para participar en manifestaciones con el objetivo es cometer acciones ilegales formando una multitud anónima e inidentificable. Acuden a las protestas vestidos de negro y enmascarados para proteger su identidad en el momento de delinquir, generando altercados y agitación social.
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Los 'Black Blocs' participaron en las protestas del 2019 en Cataluña contra el fallo del procés; en las marchas de 2014 de Francia contra el proyecto de aeropuerto de Notre-Dame-des-Landes; en las manifestaciones del 2013 de Brasil contra el aumento de los precios del transporte público y un larguísimo etcétera, aunque sus tácticas surgieron en la Alemania de los 80.
¿Qué son los 'Black Blocs'?
No son considerados un grupo sino un movimiento ciudadano autónomo que opera de forma espontánea, fuera del marco sindical o político, y donde los integrantes comparten ira e ideas contra el capitalismo y la globalización. No tienen líderes sino que están descabezados y por ello resulta más complejo desarticularlos por parte de las autoridades policiales y de inteligencia de los muchos países en los que deja su impronta. Además, su movimiento coordinado, su concentración y su capacidad para permanecer en el anonimato son auténticos desafíos para las autoridades.
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Las tácticas 'Black blocs' incluyen desde ataques a las fuerzas del orden hasta varias formas de vandalismo que, en general, comportan destrozos en el espacio público, el mobiliario urbano, instituciones del Estado o grandes empresas privadas y bancos. Suelen enfrentarse a la policía para defender lo que consideran su territorio: las calles. En 2019 se filtró un manual de tácticas para enseñar a los manifestantes a inutilizar a la Policía en el marco de las protestas en Cataluña, motivo por el que empezó a conocerse como un manual de gerrilla urbana.
Algunas informaciones de Libération, sin embargo, sostienen que no todos los participantes de los 'Black blocs' son violentos. Una parte del modus operandi consiste en infiltrarse en las manifestaciones, camuflarse entre la masa humana que evoca a una procesión, hasta que llega el momento de distinguirse y formar una especie de enorme bloque negro compacto que les permite permanecer en el anonimato.
Los jóvenes que deciden adoptar las tácticas de los 'Black blocs', si habla, lo hace a título personal. En toco caso, señala el digital Les Echos, se constituyen como pequeños grupos de activistas que se conocen personalmente y coinciden en militar. Caracterizados como revolucionarios radicales tanto de izquierda o como faltos de adscripción política, si bien estas informaciones los vinculan al anarquismo, el marxismo-leninismo, el ecologismo radical, el feminismo o el autonomismo. En Francia son conocidos como "hijos de los maestros" en referencia a su alto nivel cultural, tienen un perfil difícil de trazar aunque esencialmente se definen por un fuerte sentimiento anticapitalista.
¿Cómo y cuándo surgieron los 'Black blocs'?
Las tácticas 'Black blocs' surgieron en Alemania a principios de los 80, en Berlín Occidental, como un movimiento de resistencia a la violencia policial. Por aquel entonces, el término se utilizaba en singular. Fue la policía la responsable de bautizarlos como Schwarzer blocks.
Activistas autónomos armados con palos y vestidos de negro se enfrentaron a los agentes de policía para defender las viviendas que habían ocupado, lugares autogestionados, probablemente inspirados en el movimiento autónomo italiano de los años 60, cuando empezaban los Años de Plomo y sus muchos episodios de violencia, extremismo y terrorismo político. A partir de los 80, movimientos similares surgieron en todo el mundo.
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En 1999, en Seattle (EEUU), se utilizó por primera vez el término 'Black bloc' a cuenta de un fuerte enfrentamiento entre la policía y activistas antiglobalización en el marco de las protestas contra la Organización Mundial del Comercio (OMC), hechos que tuvieron una importantísima repercusión, exportando estas tácticas en lo que se conoció como la batalla de Seattle.
Saqueos, vandalismo, destrozos que se reprodujeron en 2001 en la contracumbre de Génova (Italia). En Francia las tácticas hicieron su primera aparición en 2009 en Estrasburgo durante la cumbre de la OTAN, con saqueos de cajeros automáticos, la oficina de turismo y hasta el puesto de Aduanas por parte de 2.000 individuos. Después, en 2011, Roma vivió la marcha mundial de los indignados entre incidentes. Sucesos que se reeditaron en 2017 con motivo del G20 en Hamburgo (Alemania).
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Después reaparecienron en 2019 con motivo de la reforma de la Ley del Trabajo y, después, durante la crisis protagonizada por los Chalecos Amarillos, que se convirtieron en el símbolo de la profunda brecha de desigualdad de un país que avanzaba a varias velocidades.
En las manifestaciones, no es inusual leer en sus pancartas lemas como "Todo el mundo odia a la policía", "No tomes el poder, destrúyelo" o "Muerte a las empresas capitalistas". Una esencia antisistema que justifica el uso de la violencia, marcar al enemigo y crecer a través de métodos que ofrecen más incógnitas que respuestas.