Un edificio de Mykolaiv, en Ucrania, tras ser atacado por Rusia.

Un edificio de Mykolaiv, en Ucrania, tras ser atacado por Rusia. EFE

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Rusia responde con armas termobáricas a los ataques de Ucrania en Bakhmut y en el sur del río Dniéper

Las tropas enviadas por Moscú podrían estar utilizando lanzamisiles TOS-1A, un punto medio entre armas convencionales y de destrucción masiva.

3 mayo, 2023 02:51

Se acerca el 9 de mayo, Día de la Victoria en Rusia, y Bakhmut sigue sin caer por completo. En ello puede tener que ver la falta de municiones que denunciaba Eugeni Prigozhin, líder del Grupo Wagner, en un vídeo reciente, o los movimientos que anuncian una contraofensiva en el sur del Dniéper y que obligan al ejército ruso a desplazar unidades por el larguísimo frente.

El último rumor apunta a que Putin habría exigido al ministro de defensa, Sergei Shoigú, y al jefe de operaciones en Ucrania, Valeri Gerasimov, que, para ese día, se pueda hacer algún tipo de celebración por la "liberación" de Bakhmut. Conforme pasan los días y la resistencia se niega a retirarse por completo, el nerviosismo avanza.

Ante esta situación, Rusia podría haber utilizado armas termobáricas en el este de Bakhmut, mediante lanzamisiles TOS-1A. No es la primera vez que Moscú ordena el uso de este tipo de armas -ya lo hizo en Azovstal-, consideradas un punto medio entre las convencionales y las de destrucción masiva, y cuya efectividad aumenta precisamente en la lucha urbana por su potencia devastadora, algo que se pierde a campo abierto.

El sistema de lanzamisiles termobáricos pesados TOS-1A montado sobre el chasis de un carro de combate T-72 durante una exhibición en Rusia.

El sistema de lanzamisiles termobáricos pesados TOS-1A montado sobre el chasis de un carro de combate T-72 durante una exhibición en Rusia. EUROPA PRESS

Hablamos de bombas de vacío que, al impactar en su objetivo, generan un triple efecto: una onda expansiva potentísima, el correspondiente vaciado del oxígeno en la zona afectada y la generación de una bola de fuego de hasta 3.000 grados que lo arrasa todo a su paso al no encontrar resistencia.

Las armas termobáricas, en teoría, permiten avanzar a mayor velocidad y eso cuadra con el supuesto ultimátum de Putin. Además, mandan un mensaje contundente a una Ucrania que podría haber iniciado ya los primeros compases de la anunciada contraofensiva de primavera.

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El problema para Rusia es que se calcula que tiene listos para combate tan solo unos doce lanzamisiles TOS-1A con un número muy limitado de ojivas termobáricas. Utilizarlas en el contexto de una ciudad ya completamente derruida y de la que solo quedan las ruinas humeantes -lo de Grozni o Alepo en comparación parece un chiste- supone un gasto de armamento algo inútil.

Respuesta a los contraataques ucranianos

Para hacerse una idea del desgaste ruso en Bakhmut, el propio Eugeni Prigozhin afirmaba este martes que avanzar 120 metros le había costado a su ejército privado la vida de 90 soldados. Es una proporción insostenible y que cuadra con los cálculos del Pentágono, que habló recientemente de 20.000 soldados rusos muertos desde diciembre, la gran mayoría, hay que entender, precisamente en Bakhmut, pues ahí se están centrando casi todos los combates.

Con Wagner tan diezmado y las tropas regulares del ejército ruso preocupadas por los otros frentes que se van abriendo, la conquista de Bakhmut podría suponer tal desgaste para Rusia que, como apunta el Institute for the Study of War, un contraataque en esa misma zona podría devolver la partida a la casilla de salida y expulsar a rusos y aliados de nuevo al otro lado del río Bakhmutka. De hecho, ya se empieza a hablar de pequeñas ofensivas en la zona nordeste de la ciudad, la que rodea a Khromove, uno de los grandes barrios de las afueras.

Incluso dando por hecho que la ciudad caerá tarde o temprano -algo que llevamos haciendo desde febrero y ahí siguen los soldados ucranianos defendiendo la plaza-, es imposible saber qué va a hacer Rusia con ese montón de escombros si no consigue estabilizar la conexión por carretera con Ivanivske y Chasiv Yar.

Este martes surgieron rumores incluso de un posible avance ucraniano en dirección a Krasna Hora. En el peor de los escenarios para Putin, sus tropas podrían quedar atrapadas en esa enorme y chamuscada tierra de nadie. Justo lo que tanto temía Estados Unidos que sucediera a la inversa.

Avances en Kajovka y Avdiivka

A estas escaramuzas en Bakhmut, hay que sumarles la continuación de los bombardeos sobre Tokmak y Kajovka, en el óblast (región) de Zaporiyia. Ambas ciudades pueden ser uno de los primeros objetivos de la contraofensiva ucraniana en el sur y las tropas de Zaluzhnyi necesitan debilitar las posiciones enemigas todo lo que puedan antes de intentar cualquier avance por tierra.

También se ha informado de presencia ucraniana en el propio embalse de Kajovka -curso del río Dniéper- y las actividades partisanas se multiplican en Melitopol, la única gran ciudad aún en manos de los rusos en el frente sur. A última hora de la tarde, se registraron explosiones en Sebastopol y Simferópol, en la península de Crimea.

En cuanto al frente este, más allá de Bakhmut, se habrían producido avances por parte de las fuerzas armadas ucranianas en Avdiivka. Unos avances que algunos cifran en un kilómetro y medio, lo cual es una barbaridad en esta etapa de la guerra en la que las posiciones parecen plenamente consolidadas. Otro similar se podría haber producido, según fuentes rusas, en dirección a la ciudad ocupada de Troitske, en Lugansk, cerca de la frontera con Rusia, al norte de Svatove.

Prigozhin anunciaba hace un par de semanas que la gran ofensiva ucraniana empezaría el 2 de mayo. Lo más probable, sin embargo, es que no haya una gran ofensiva como tal, estilo centenares de tanques atravesando la frontera entre Rusia y Ucrania el 24 de febrero de 2022.

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La labor de desgaste será constante en muchos frentes a la vez, obligando a las tropas que defienden el sur de Jersón a desplazarse al sur de Zaporiyia y a las del norte de Lugansk desplazarse al sur de Donetsk, hasta que en alguno de estos encajes se abra un hueco. Poco más o menos, en definitiva, lo que ya sucedió en Járkov y Jersón norte a finales del verano pasado. Y en esas grandes explanadas, por cierto, las armas termobáricas sirven de poco o nada.