Putin alardea de armas nucleares ante el envío de EEUU de munición con uranio a Ucrania
El uranio es un arma poderosa porque puede utilizarse en balas para atravesar más fácilmente el fuselaje de los blindados.
17 junio, 2023 03:54"Rusia tiene más armas nucleares que los países de la OTAN. Lo saben y quieren negociar su reducción… pues que se jodan". Con estas palabras y una sonrisa, agitaba Vladimir Putin de nuevo el espantajo nuclear en el Foro Económico de San Petersburgo, minutos después de haber confirmado que varias de sus cabezas nucleares ya están en Bielorrusia. El recurso al apocalipsis es habitual cuando las cosas le van mal a Rusia y suele ir acompañado con el aviso a Occidente de que no siga cruzando líneas rojas.
El problema es que nadie sabe qué líneas rojas son esas porque van variando. En un inicio, se dijo que la mera ayuda a Ucrania podía provocar una III Guerra Mundial. Desde entonces, hemos tenido que oír a los propagandistas habituales amenazar con un conflicto nuclear si se enviaban HIMARS, si se mandaban Leopards y Adams o si se ayudaba al gobierno de Zelenski con cazas F-16. La última amenaza tuvo que ver con el envío por parte de Gran Bretaña de armas antitanque con munición de uranio empobrecido.
Probablemente, el hecho de que todas esas líneas rojas se hayan cruzado sin escalada nuclear alguna por parte de Moscú ha ayudado a que Estados Unidos se haya decidido también a enviar munición con este componente, algo a lo que llevaban mucho tiempo negándose. Al fin y al cabo, en estos meses hemos visto situaciones tan imprevisibles como la retirada de Rusia de territorios previamente anexionados, el bombardeo con drones de las ciudades de Belgorod, Rostov o Krasnodar e incluso la violación de la frontera por parte de grupos anti-Putin montados en vehículos blindados. Si eso no ha despertado la cólera nuclear rusa, ¿cómo seguir comprando su discurso del miedo?.
Además, en sí, el uranio empobrecido no supone escalada radioactiva ninguna. Sí es un arma poderosa porque puede utilizarse en balas para atravesar más fácilmente el fuselaje de los blindados, pero Rusia tiene también ese tipo de munición y, de hecho, la ha utilizado en anteriores conflictos. ¿Puede servir de excusa para una reacción en forma de envío de cabezas nucleares a Bielorrusia? En términos propagandísticos, sí. En términos prácticos, no. Lo de Bielorrusia va por otro lado.
En los últimos meses, y sobre todo desde su súbito malestar durante el Día de la Victoria celebrado en Moscú, se viene especulando con los problemas de salud del presidente bielorruso Alexander Lukashenko, aliado irredento del régimen de Putin. Aunque Lukashenko sigue resistiéndose como gato panza arriba a declarar la guerra a Ucrania -sabe que no puede permitirse jugar con fuego teniendo frontera con tres países distintos de la OTAN- no cabe duda de que, con él en el gobierno, en el Kremlin respiran más tranquilos.
Las armas nucleares entendidas como rehenes
¿Qué podría pasar en caso de que Lukashenko tuviera que renunciar al poder? Bielorrusia es un país con una oposición mil veces atacada, pero aún activa y numerosa. Podría esperarse algo parecido a lo que sucedió en Ucrania con las protestas del Maidán de 2014 o lo que sucedió hace poco en Georgia contra un proyecto de ley que supuestamente favorecía a Rusia: decenas de miles de personas en la calle, posibles insurrecciones y problemas a la hora de perpetuar un régimen que solo ha entendido de violencia e imposición durante más de dos décadas.
Lo más probable es que, en esas circunstancias, Rusia se viera obligada a intervenir de todos modos, pero la excusa de las armas nucleares le viene que ni pintada. En el fondo, esos lanzamisiles y esas cabezas atómicas no se trasladan a Bielorrusia para "acercarlas" a Occidente en tiempos de misiles intercontinentales de largo alcance. Se trasladan para que hagan de rehenes, es decir, para que Rusia pueda justificar una operación de rescate que acabe con uno de sus partidarios en el gobierno de Minsk.
El subordinado matiza al jefe
Tampoco el comentario sobre el número de armas nucleares pasa de ser una broma pesada. La OTAN tiene armas nucleares suficientes como para destruir el planeta. Todos somos conscientes de ello. Tener más o menos que la OTAN, en ese sentido, no garantiza nada. Es lo que se lleva llamando Destrucción Mutua Asegurada desde finales de los años cincuenta y, por supuesto, tanto Putin como su entorno se saben la teoría perfectamente. ¿Servirá para que algunos se escandalicen de nuevo, reclamando "la paz", es decir, "la rendición negociada"? Sí, es probable, pero poco más.
Rizando el rizo, no deja de sorprender que al "que se jodan" de Putin le hayan seguido unas afirmaciones de Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, en las que mantenía abiertas las puertas de la negociación con Estados Unidos. También matizaba Peskov unas declaraciones de su jefe en las que aseguraba que destruiría cualquier aeródromo desde el que despegara un F-16 dispuesto a atacar a las tropas rusas. Según Peskov, solo se atacarán a los F-16 que sobrevuelen suelo ucraniano.
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Estos cambios estratégicos en cuestión de minutos hablan a las claras del caos absoluto que es ahora mismo la cadena de mando en Rusia. Sobre el terreno, ya lo habíamos visto con los puñales que se vienen tirando los Kadyrov, Prigozhin, Gerasimov y Shoigú. Ahora, nos toca verlo también en la cúpula del poder, con un subordinado matizando -más bien corrigiendo- las afirmaciones del mismísimo presidente.
Rusia puede estar más cerca de la implosión de lo que se piensa. Tal vez por eso, incluso Lukashenko prefiere nadar y guardar la ropa. Tal vez por eso, también, dieciséis meses después del inicio de su "operación militar especial", Putin no haya conseguido ni un solo apoyo digno de ese nombre dentro de la comunidad internacional. Ni funcionó la "guerra de los diez días" ni parece estar funcionando la cacareada III Guerra Mundial. Nadie, más allá de las bravuconadas de Nicolás Maduro, Daniel Ortega o Kim Jong-Un, parece estar dispuesto a declararle la guerra a Occidente. Y esa es la mejor noticia de todas.