La devaluación brutal del peso ha venido desnudando la escasa adhesión de los argentinos al Gobierno peronista, su creciente impopularidad. Esa tendencia ha sido consagrada este domingo en las urnas: el electorado dio un volantazo a la derecha y optó por el voto dólar eligiendo como fuerza más votada, con el 30,2%, a La Libertad Avanza (LLA) de Javier Gerardo Milei, 52 años, economista ultra liberal, políticamente de derecha extrema e identificado con Vox.
El líder de LLA ha participado vía zoom en congresos de Vox en España y para esta elección recibió el apoyo del expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Milei se declara enemigo de lo que llama “la casta política”. Y además propone la dolarización de la economía, cerrar el banco Central, privatizar los sistemas de educación y sanidad, autorizar la venta de órganos humanos y la libre portación de armas.
Los electores votaron en segundo lugar, con el 28,2%, a Juntos por el Cambio (JxC), la fuerza opositora de centroderecha que lidera el ex presidente Mauricio Macri (2015-2019). En total LLA y JxC cosecharon casi el 60% de todos los votos hiriendo de muerte al peronismo y su candidato, Sergio Massa, que lleva un año de ministro de Economía y quedó tercero en número de sufragios, con el 27%. Es la primera vez que el peronismo baja al tercer puesto en sus 76 años de historia.
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Tanto LLA como JxC proponen la dolarización de la economía aunque difieren en la gradualidad y los tiempos con que debería adoptarse el billete estadounidense, tal y como hicieron Panamá, El Salvador, Ecuador y Zimbabue.
Milei y Bullrich, favoritos
Estas elecciones primarias han funcionado como ensayo de las elecciones generales que tendrán lugar el domingo 22 de octubre para ungir a un nuevo presidente, el noveno desde la recuperación de la democracia en 1983. Allí, a la vez, serán renovados la mitad del Congreso y un tercio del Senado. Si no surgieran ganadores concluyentes habría balotaje, o segunda vuelta, el 19 de noviembre.
De cara a esas generales y si todo continúa más o menos igual, podría presagiarse que Milei y Patricia Bullrich, 67 años, la presidenciable de JxC, probablemente sean los candidatos mejor perfilados hacia la Presidencia de Argentina y peleen entre sí en la primera vuelta o en el balotaje.
Cultora de la mano dura en el ejercicio del poder, Bullrich representa el ala derecha de JxC. “Argentina sale adelante con orden, decisión y coraje”, repite. Propone militarizar la lucha contra los narcos y el crimen organizado. También que la gente se arme libremente, como en los Estados Unidos. En economía proyecta cerrar empresas públicas y legalizar el uso libre del dólar. Mantiene aceitados contactos con Washington e Israel. Sin embargo, en los años 70 militó en Montoneros, la guerrilla de la izquierda peronista. Estuvo exiliada en Madrid, donde hizo buenas migas con dirigentes de la juventud del PSOE.
Acumula rodaje en los altos cargos del Estado. En 2001 encabezó el ministerio de Trabajo y se la recuerda porque redujo un 13% las ya misérrimas jubilaciones y pensiones con la excusa de reducir el gasto. De 2015 a 2019 ocupó el Ministerio de Seguridad y allí respaldó públicamente a uniformados que ejecutaron a ladrones y manifestantes con “gatillo fácil”, o sea disparar a matar por la espalda.
Sea Milei o Bullrich quien finalmente ocupe la Casa Rosada a partir del 10 de diciembre, el panorama que tendrá por delante no será un camino de rosas. Por el contrario, deberá lidiar con la inercia de décadas de crisis socioeconómicas, pues, conforme pasa el tiempo, Argentina se hunde más y más en una espiral de decadencia, topando con los mismos problemas de siempre.
Los desafíos de Argentina
Por ejemplo, la deuda pública es una hipoteca impagable porque el Estado carece de reservas suficientes. Supera los 364.000 millones de euros, el valor más alto desde la debacle del corralito bancario en 2002; un 85% del PIB. Para cubrir los vencimientos ante el FMI y fondos de inversión, Argentina se endeudó en pesos hasta 140% anual y hasta mendigó a Qatar un préstamo de 684 millones de dólares. El Banco Mundial pronosticó que la economía caerá un -2% este año.
Los bandazos de la economía son una constante en las crisis cíclicas nacionales. En los años 90 hubo una hiperinflación de hasta 4.900% anual de subidas de precios. Ahora, según datos oficiales, los argentinos sufren una inflación del 117% anual, un hachazo para el poder adquisitivo de salarios y pensiones. Argentina comparte el ranking inflacionario mundial junto a Venezuela y Surinam.
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La pobreza, que antes sólo se veía en provincias, salta a la vista caminando por la capital, que hace años se enorgullecía de ser “la más europea de Latinoamérica”. Hasta en las salas del aeropuerto gente sin hogar se refugia de noche y a la mañana deja el sitio a los viajeros. El último censo oficial detectó un 38,7% de pobres, unos 18 millones de argentinos, equivalente casi a la población total de Chile.
Peor aún es la situación en el caso de la niñez y adolescencia, hasta los 14 años. En esa franja social, según informes recientes de la UNICEF, la vulnerabilidad es alarmante: dos de cada 3 niñas y niños son pobres por ingreso familiar o por no acceder a derechos básicos como vivienda, baño, agua, educación y protección social. Esto abarca al 66% de chicos y jovencitos.
Otro gran desafío es la inseguridad ciudadana. Aunque Argentina, junto a Chile, registra una de las más bajas tasas de homicidio intencional en la región —4,6%—, la sociedad no deja de sacudirse por los crecientes robos violentos y asesinatos en ajuste de cuentas entre bandas de narcotraficantes, sobre todo en Rosario (1 mllón de habitantes) y el cinturón urbano de Buenos Aires (11 millones).
La campaña electoral vivió sus últimas horas, la semana pasada, teñida de sangre y violencia. Morena Domínguez, una nena de 11 años que caminaba a la escuela en la comuna de Lanús, murió tras ser asaltada por dos ‘motochorros’ (atracadores en moto). La golpearon y arrastraron sobre el asfalto para quitarle la mochila y el móvil, que por impago ni siquiera tenía conexión telefónica y sólo funcionaba con wifi.
El médico cirujano Juan Carlos Cruz, de 52 años, que le había salvado la vida al ex futbolista del Zaragoza Fernando Cáceres, baleado en la cara durante un robo en 2009, acababa de aparcar en la comuna de Morón frente a la casa de su madre octogenaria para visitarla. Los pistoleros le dispararon a quemarropa en la cabeza y lo mataron para robarle el coche y darse a la fuga.
A Nelson Peralta, un profesor jubilado de 56 años, se le metieron los ladrones por la ventana del dormitorio de su casa mientras dormía junto a su esposa, a las 5 de la mañana, en la comuna de Guernica. Intentó resistir trenzándose a golpes con los cacos pero recibió varios disparos y falleció. A la mujer la molieron a golpes y se llevaron dinero y electrodomésticos.
El periodista Facundo Molares, de 48 años, que estuvo un tiempo enrolado en la guerrilla en Colombia y ahora se dedicaba al fotoperiodismo, participaba en una manifestación de izquierdas en el centro de Buenos Aires. La policía lo detuvo junto a tres más y a él lo echaron al suelo y apretaron. Enseguida se puso morado y murió. Según la autopsia el deceso fue por “congestión, edema y hemorragia pulmonar”.
Esos crímenes ocurridos en la recta final hacia los comicios fueron cubiertos ampliamente por los siete canales televisivos de noticias que hay en Buenos Aires. Esa amplificación mediática de la violencia social eleva la sensación ciudadana de inseguridad. Por eso Milei y Bullrich han tirado del discurso de “orden” y “mano dura” en el combate a la delincuencia.
La suerte que finalmente corran los candidatos a presidente en octubre dependerá del nivel de participación ciudadana. Aunque en Argentina votar es obligatorio, en estas primarias solamente lo hizo el 69,6% del electorado y se abstuvo el 30,4%. Podría ocurrir que muchos ciudadanos se animen y concurran a votar en las presidenciales, aunque no parece que vayan a torcer el vuelco a la derecha de la sociedad.