No hay refrescos ni galletitas. En las máquinas expendedoras instaladas en diferentes puntos de algunas ciudades estadounidenses lo que contienen unas máquinas expendedoras son remedios contra los efectos del fentanilo. La epidemia de opioides que asola a Estados Unidos ha provocado que la administración tome medidas extremas. Y esta es una de ellas.
Es una iniciativa de salud pública para enfrentar una crisis de sobredosis que hace estragos en ciudades del país norteamericano. El problema es tan grande que al año se lleva la vida de decenas de miles de personas: los datos de fallecidos ya superan los de la guerra de Vietnam. Y la Administración para el Control de Drogas (DEA) decía haber interceptado 379 millones de dosis de fentanilo en diciembre de 2022, suficiente para matar a todos los estadounidenses.
Consiste en poner máquinas expendedoras con medicamentos que neutralizan los efectos del fentanilo. Se instalan en lugares públicos de forma gratuita y las 24 horas: aerosoles nasales de naloxona (un elemento que se cataloga como 'milagroso' para combatir las sobredosis), tiras reactivas para detectar drogas como el fentanilo, pruebas rápidas de VIH, condones femeninos y masculinos, pipas de crack y de metanfetamina o kits de aseo personal.
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La forma de uso es sencilla: consiste en llamar a un número de teléfono que aparece en una etiqueta adhesiva en la máquina e informar del número del producto requerido. Inmediatamente se recibe un código por el móvil que se teclea en la pantalla. Es una estrategia de reducción de daños, respaldada por el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos (SAMHSA).
Ashwin Vasan, Comisario de Salud de Nueva York, defendía los motivos para instalar estas máquinas. "Nos encontramos en medio de una crisis de sobredosis en nuestra ciudad, que se está cobrando la vida de un neoyorquino cada tres horas y es una de las principales causas de la disminución en la esperanza de vida". Según exponían, estas máquinas han tenido éxito en otros lugares desde hace 30 años: Dinamarca utilizó las primeras en 1987, seguido por Noruega, y en la actualidad las usan Francia, Alemania, Chipre, Suiza, Luxemburgo o el Reino Unido.
Vasan también comentaba que seguirían "luchando para mantener con vida a nuestros vecinos y seres queridos con atención, compasión y acción". Para dejar claro que este tipo de aparatos es necesario, no solo mostraron secuencias de calles aquejadas por este problema, sino que expusieron una imagen de dos padres en un coche inconscientes con su hijo detrás.
"Es hora de que el público que no consume drogas vea a lo que ahora nos enfrentamos a diario", advertían. Los paramédicos les administraron el medicamento Narcan, uno de los que proporciona este tipo de máquinas. Alaban sus efectos, pues repone a quien está con una sobredosis. "En unos pocos minutos, una persona se levanta y se aleja, a veces sin darse cuenta de lo cerca que ha estado de morir. Pero un paramédico o la policía tardan de promedio casi 10 minutos en llegar a alguien que sufre una sobredosis. Y en las zonas rurales suele ser más lento", explicaban en The Guardian.
Las máquinas, arguyen, están teniendo mucha repercusión (también críticas). Algunas se vacían a las 24 horas, lo que demuestra la urgencia del problema. El Instituto Nacional de Salud estableció que se han quintuplicado los casos de sobredosis. Según la Oficina de la Política Nacional del Control de Drogas, cada cinco minutos una persona pierde la vida por esta adicción. El fentanilo es el gran culpable "tras más de dos décadas de prescripción no regulada de fármacos para tratar el dolor intenso", apunta el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS).
Tal y como señalan desde el organismo, el 96% de las muertes fueron causadas por este opioide sintético. los expertos aseguran que es cien veces más potente que la morfina y cincuenta veces más que la heroína. Y su precio es mucho más barato: una dosis oscila entre los tres y los cinco euros. La DEA, además, ha informado de que un kilogramo de fentanilo puro puede venderse por aproximadamente dos millones de dólares (1,8 millones de euros), en contraste con los 80.000 dólares (unos 75.000 euros) que se saca de la heroína.