Un día después de la masacre de Hamás en Israel, Arash Azizi publicó un escueto y preciso análisis en la revista norteamericana The Atlantic. El título escogido es sugerente: "¿Está Israel en guerra con Irán?". Puede que la duda sorprendiese a los menos familiarizados con los avatares de Oriente Medio. Hamás es, a fin de cuentas, una organización terrorista de doctrina suní y sede palestina, e Irán es un país alejado de Israel con una clase política perteneciente a una corriente islámica enfrentada. Pero a quienes conocen las maniobras iraníes desde tiempo, con sus ramificaciones y convenios con grupos terroristas de una y otra parte de la región, la pregunta les pareció conveniente. Y la respuesta, si me apuras, bastante clara.
Arash Azizi es un joven y brillante historiador iraní que, después del asesinato del general Qasem Soleimani en Irak [en un ataque dirigido por los estadounidenses a comienzos de 2020], se decidió a profundizar en la dimensión de su legado. A finales de ese año, Azizi materializó el resultado de sus investigaciones y entrevistas en el libro The Shadow Commander (El comandante en la sombra, en castellano) para relatar la biografía del militar más influyente de la política exterior iraní y para describir, con el escaparate de la obra del general de los Quds, las ambiciones de una élite político-religiosa inconforme con su porción de pastel en el mundo.
No es difícil adivinar los argumentos para la curiosidad por la arquitectura del terror del militar caído. A riesgo de magnificar su figura, la red de alianzas más sanguinaria, siniestra y efectiva de Oriente Medio sería inexplicable sin la firma de Soleimani. Su muerte, y sobre todo las condiciones en que se produjo, propinó una humillación irreparable a un régimen cuya única autoridad reside en la fuerza. El ayatolá Alí Jamenei prometió venganza, elevó al comandante en la sombra a la categoría de los mártires y, para tormento de sus vecinos, mantuvo el patrocinio y la instrucción de los grupos terroristas que operan desde el Líbano, Palestina, Siria, Irak o Yemen.
Precisamente el temor mal escondido de la cúpula israelí es que, después de perder a miles de sus compatriotas en las macabras incursiones de Hamás en los alrededores de Gaza, se active el tentáculo iraní más poderoso. Hezbolá, asentado en el sur del Líbano, dispone de un arsenal de misiles superior al de la OTAN. Los ayatolás hicieron posible la hazaña para transmitir a los israelíes que las vidas de los dos países penden del mismo hilo. Y esta realidad es lo suficientemente evocadora como para que Joe Biden ordenara el despliegue de los mejores portaaviones de los Estados Unidos a ese lado del Mediterráneo.
La tesis de Azizi se sostiene sin dificultades. "Este régimen no es sólo una amenaza para los iraníes", advierte, "sino para todo el mundo". La represión interna es despiadada. El interés externo es fluctuante. La disposición de sus autoridades a la violencia es notoria. Y Azizi, desde su lugar en la diáspora iraní en Norteamérica, procura que el cambio de régimen se produzca más pronto que tarde, a fin de que su país vuelva a identificarse por sus contribuciones a la dignidad del mundo, y no por arrastrarlo furiosamente a las llamas.
Hace un año andaba el mundo pendiente de la rebelión de las mujeres. Incluso del silencio de los futbolistas ante el himno. ¿Qué pasó en Irán cuando el mundo dejó de mirar?
El movimiento sacudió el país y conmovió al mundo, pero dolió de lo mismo que otros movimientos similares: la falta de organización y liderazgo político. Los opositores mostraron una valentía asombrosa, como siempre. Fueron asesinados a cientos. Muchos murieron ejecutados. Captaron el asombro del mundo. Y es cierto que la comunidad internacional presta mucha más atención a la oposición ahora. Pero la oposición no ha sido capaz de constituir una plataforma política. Ni un liderazgo político. Ni una organización política. Y ahora, para quienes siguen en el país, es muy complicado hasta crear una organización cívica o estudiantil. Tan pronto como la gente se reúne, es arrestada. Incluso aquellos partidos adeptos al régimen que son ligeramente críticos reciben este trato. Cualquier atisbo de organización es barrido. No dejan opción de llegar al parlamento.
¿Y desde fuera del país?
Sí, una solución posible pasa por la diáspora, por la organización de quienes están fuera del país. Hace poco escribí sobre el fracaso del último intento. En parte se debe a la falta de experiencia de organización. Dentro del país continúa la desobediencia civil. El rechazo de las mujeres a llevar el hiyab se mantiene a escala masiva. Hay reacciones violentas. Pero, ya sabe, otros muchos se rinden. Otros muchos desesperan. Otros muchos salen de Irán. Otros muchos esperan la próxima apertura política, unas elecciones, la muerte de Jamenei.
Habrá alguna manera de que los europeos ayudemos.
¿Se refiere desde los gobiernos o desde la sociedad civil?
Desde ambos.
Los ciudadanos europeos, y digamos que las organizaciones progresistas, pueden tratar de estrechar lazos con los iraníes de sus países y ayudarles a organizarse con eficacia. Pero, sinceramente, creo que el paso previo debe ser nuestro. Es muy difícil echar una mano a quien no se esfuerza por pedirla. Y sí, se puede demandar más demostraciones de solidaridad o más difusión en los telediarios de la lucha de la sociedad civil iraní. Se puede explicar que Irán es más que su régimen. Que hay una sociedad civil con una larga batalla por la libertad a cuestas. Las cárceles están llenas de disidentes. Atena Daemi ha salido del país recientemente, después de un largo periodo de acoso. Los periodistas Niloofar Hamedi y Elaheh Mohammadi acaban de ser condenados a una pena larguísima de prisión. Me gustaría que países como España compartiesen su experiencia y sus lecciones de organización con sus contrapartes iraníes. Me habría encantado que hubiese tenido más protagonismo la noticia del Nobel de la Paz para Nargis Mohammadi. Pero, claro, la guerra comenzó un día más tarde.
"A menudo las guerras traen cambios políticos. Pero ¿quién puede abogar por una guerra para obtenerlos?"
¿Y desde los gobiernos?
Hay tantísimas formas. Lo que tengo claro es que la política de sanciones no ha funcionado en absoluto y que la confrontación militar tampoco lo hará. Lo más importante, diría, pasa por comprender que hay una sociedad civil iraní más allá del régimen. Ni las sanciones ni el aislamiento de Irán trajeron nada positivo. Lo conveniente es precisamente lo contrario. Tratar de aumentar los vínculos entre los iraníes y las sociedades occidentales, entre los pueblos. Y le diré algo más.
Diga.
Todos los gobiernos occidentales deberían contar con la oposición de Irán cuando abordan el futuro del país. Todos deberían financiar laboratorios de ideas que reflexionen sobre la cuestión. Todos deberían pensar a largo plazo, y no quedarse en esta perspectiva limitada y miope de Irán. Todos deberían ayudar a la oposición iraní para que actúe con unidad y por el cambio de un régimen que no sólo es un peligro para los iraníes, sino para su región y para el mundo. Es el principal mecenas del terrorismo que desestabiliza Palestina, Israel, Yemen, Siria, Líbano o Irak. Los europeos deberíais ser más hábiles en la lucha contra el régimen iraní y asumir con mayor seriedad una agenda a largo plazo.
Es una perspectiva dramática, pero ¿abriría una guerra contra el régimen iraní una ventana al cambio?
Conviene más detenerse en lo que se puede mejorar en estos momentos. Una guerra sería un desastre absoluto. Sería, como dijo Emmanuel Macron, una guerra infernal. Nadie la desea. Morirían cientos de miles de personas. Así que no, no. La pregunta no puede ser esa. Esa guerra sería un desastre tanto para los iraníes como para el resto de la región, y ni siquiera ofrecería la garantía de que fuese la antesala de algo mejor. A menudo las guerras traen cambios políticos como resultado. A veces esos cambios son positivos. Pero ¿quién puede abogar por una guerra para obtenerlos? Yo no, desde luego. Una competición militar con Irán no traerá buenas noticias para nadie.
"Irán ha invertido mucha energía, dinero y sangre en la organización de grupos como Hamás o Hezbolá"
Hace poco, en este periódico, Shlomo Ben Ami definió una hipotética guerra entre Israel e Irán como "apocalíptica".
Sí, lo sería. Ya lo creo. Y mire, hay voces que me preocupan. Donald Trump Jr. ha propuesto el uso de armamento nuclear contra Hamás. ¡Y sólo estamos en el primer mes de esta guerra! Es una locura. Así que, en fin, sería apocalíptico. Sería terrible. A nadie beneficiaría.
Soleimani fue esencial en esta arquitectura del terror. ¿Qué llevó a miles de iraníes a salir a la calle para llorar su muerte?
Muchos lo hicieron, sí. Es evidente que el régimen cuenta con cierta popularidad dentro del país. Está muy bien organizado. Pero el número de ciudadanos que respalda con convicción su régimen ronda entre el 10 y el 15 por ciento de la población. Muchos de ellos están comprometidos, de modo que no es difícil juntar a unos cuantos millones por su funeral. Además Soleimani era popular. Aunque creo que su popularidad se ha exagerado.
Su retrato está en todas las manifestaciones del régimen.
Sí, pero no era tan popular como se presume. Lo que ocurre es que era un poco más popular que el resto. Ya sabe que, lamentablemente, hay muchos países donde gustan los tipos que van a matar a otros países en nombre del suyo.
Recuerdo que Jamenei prometió vengar su muerte. ¿Ve alguna relación entre aquella promesa y los eventos de nuestros días?
Me gusta la pregunta. Es difícil de responder. Prometieron una dura venganza contra sus responsables. Irán anunció un plan para el asesinato de Donald Trump y Mike Pompeo, pero no hay noticias de que lo hayan conseguido, ¿verdad? [Sonríe]. De hecho los ataques contra americanos han sido escasos en el último par de años. Desde el 7 de octubre [cuando Hamás hizo su incursión criminal en Israel] es distinto. Mi perspectiva es que la intención de vengar la muerte de Soleimani forma parte de los planes, pero no de manera obsesiva. El régimen tiene sus propios cálculos sobre cómo enfrentarse a Estados Unidos e Israel, y sobre cómo hacer que prospere el autoproclamado Eje de la resistencia.
Ahí entran Hamás y Hezbolá.
Irán ha invertido mucha energía, dinero y sangre en la organización de estos grupos. Y con bastante éxito. Cuenta con un número importante de grupos armados, generalmente islamistas, con una fuerza considerable. Especialmente Hezbolá, creado por la Guardia Revolucionaria en Irán. Es una organización muy exitosa desde el punto de vista de su posición dominante en el Líbano. Hamás y la Yihad Islámica Palestina tienen raíces distintas, pero comparten Teherán como única fuente seria de financiación y suministro de armamento. Luego están los hutíes del Yemen, las milicias chiíes de Irak… Irán ha sido capaz de utilizar estos grupos para desestabilizar la región y ganar influencia en los países donde actúan. Por eso Hamás o Hezbolá son tan importantes para el régimen iraní.
"Los israelíes cometieron el error de creer que la paz con el mundo árabe era posible sin contar con los palestinos"
¿Puede el monstruo volverse en contra de su creador?
No lo creo. Actúan lejos de Irán. Como mucho, crean una vulnerabilidad. Puede que, en algún momento, después de alimentar por tanto tiempo a estos grupos, los países afectados terminen por apuntar a Irán. Y entre ellos están los israelíes, los estadounidenses y los países árabes. Puede llegar el momento en que decidan responder contra Irán. Pero, por lo demás, no veo la posibilidad de que causen un daño interno. Lo peor que pueden hacer es romper vínculos con Irán, algo que sucede con cierta frecuencia. Ocurrió con los partidos comunistas en Japón, Italia o España. Se separaron de la línea marcada por los soviéticos. Esto puede pasar con los grupos chiíes de Irak o con Hezbolá en el Líbano. Puede llegar el día en que decidan soltar lastre.
Muchos analistas concluyeron que Irán impulsó el ataque de Hamás para desmontar la cercana alianza entre Israel y Arabia Saudí. ¿Lo ha conseguido?
Desde luego es un contratiempo. Los israelíes cometieron el error de creer que la paz con el mundo árabe era posible sin contar con los palestinos. Netanyahu insistía en esta idea. La Administración Biden parecía apoyar esta estrategia y priorizó la paz con los saudíes. Pero ya lo dijo John Kerry: Israel no puede tener paz con los países árabes sin garantizar antes la paz con Palestina. Lo que estamos comprobando es que no basta con hacer desaparecer a los palestinos. Están ahí. Y harán tambalear cualquier plan de paz que contemple el asedio y el sometimiento de millones de ciudadanos.
Usted no da el acuerdo por muerto.
Al contrario, veo a los saudíes decididos a estrechar los vínculos con Israel. Están mostrando una madurez diplomática loable, pidiendo la solución de los dos Estados y negándose a simplemente mandar al infierno a Israel. Tienen una línea madura y una posición clara: queremos paz, necesitamos un Estado palestino. Así que no veo que el proceso vaya a caer de manera definitiva. Lo que puede terminar por ocurrir es una unidad de las naciones árabes que alumbre una vía para la paz entre Israel y Palestina.
"El problema de Gaza no tiene una solución militar, salvo que Israel pretenda una segunda Nakba"
¿Al margen de Irán?
Sé que no es una tarea sencilla, pero tienen que contrarrestar su influencia. Sé que los saudíes vuelven a tener vínculos diplomáticos con Irán, pero tienen que ser capaces de conseguirlo. Y creo que la manera más eficaz de neutralizar a Irán es con un Estado palestino. Les pondría las cosas verdaderamente difíciles. ¿Por qué razón iba a tener un país chií tanta influencia sobre un Estado con el que no comparte vínculos culturales? Su influencia se sostiene sobre la desesperación del pueblo palestino. Si acabas con la desesperación, si acabas con el asedio, si acabas con la ocupación, si les concedes un Estado donde vivir con dignidad y soberanía, Irán perderá a toda prisa su influencia.
¿Sin destruir antes Hamás?
No sé qué entiende por destruir Hamás.
Obtener la garantía de que será incapaz de operar contra la población israelí como lo hizo el 7 de octubre.
Bueno, pueden tratar de destruir Hamás matando o expulsando a todo lo que se mueve en Gaza. Es lo que están haciendo. Pero, incluso en el caso de que Hamás desaparezca, llegará otro para ocupar su lugar. Lo que hay que preguntarse es qué condiciones permitieron el surgimiento de Hamás o Yihad Islámica. Siempre que haya jóvenes frustrados y sin metas, habrá miembros potenciales para estas organizaciones. Israel está cometiendo un error de bulto si cree que este es un problema militar. No lo es. Arruinaron sus capacidades de Inteligencia. No supieron vigilar sus fronteras y permitieron que se produjese la tragedia. Este problema no tiene una solución militar, salvo que Israel pretenda una segunda Nakba. Espero que no ocurra.
De modo que ve el acuerdo entre los israelíes y los saudíes como una oportunidad para mejorar la vida de los palestinos.
Creo que el concepto mejorar la vida es un eufemismo. Lo que tiene que traer es un antes y un después, una vía hacia los dos Estados. Eso como mínimo. Desde luego no basta con un par de camiones más de ayuda humanitaria. Imagine que Arabia Saudí sea capaz de ingeniar un acuerdo por el que los palestinos obtengan su Estado, mejoren inmediatamente sus vidas, abran un escenario que acerque el fin del conflicto. ¿Sabe de lo que estaríamos hablando? Los saudíes serían héroes en todo el mundo árabe. Y no es una posibilidad nada remota. Tienen el crédito y la credibilidad, y pueden conseguirlo con el respaldo de Egipto, los Emiratos y otros, con una Liga Árabe capaz de sobreponerse a las usurpaciones iraníes de la soberanía de pueblos árabes. En los últimos años, los países más influyentes de la región no lo han sido. Pienso Irán, Turquía, Israel. Eso tiene que cambiar.
"Irán buscará la desescalada: dudo que quiera meter a Hezbolá, no le interesa una guerra más amplia"
Y usted es iraní.
Soy iraní [Ríe]. Está claro que no hablo desde una perspectiva árabe, pero es necesario que cambie la perspectiva actual para alcanzar la paz en la región. Las guerras civiles en Siria, Irak y Yemen no han procurado noticias felices a ningún país árabe. Todo lo contrario. Es necesario que emerja una alternativa árabe capaz de ofrecer lo que necesitan los palestinos, pues no son capaces de conseguirlo por ellos mismos. Necesitan apoyo externo, y no el que brinda Irán, únicamente interesado en la desestabilización de la región y la destrucción de Israel.
¿Y si, entre tanto, se produce un enfrentamiento directo entre Israel e Irán?
Confío en que no ocurra. A ninguno de los dos les interesa. Espero que la invasión de Gaza se siga retrasando. Creo que Estados Unidos tratará de contener a Israel. Y creo que Irán buscará la desescalada. Dudo que quiera meter a Hezbolá en esta guerra. Ya han perdido a cuarenta miembros en estos fuegos cruzados. Hezbolá seguirá ahí, con sus 150.000 misiles, como elemento de disuasión para Israel.
¿Y si buscan una alternativa a Hezbolá para atacar a los israelíes?
En caso de que quieran presionar a Israel, posiblemente lo hagan desde Siria. Los grupos iraquíes asentados allí pueden atacar los Altos del Golán. Pero aquí el matiz: son territorios disputados que no reconocen como israelís. Lo mismo sucede en el Líbano. Fíjate que los ataques van dirigidos, principalmente, a las granjas de Shebaa, que para Hezbolá son tierras libanesas. Es decir, les vale para decir que no están atacando a Israel, sino golpeando suelo ocupado.
De modo que es prudentemente optimista.
Al menos si se refiere a evitar una guerra más amplia. No interesa a Irán. No interesa a Israel. No interesa a Estados Unidos. Y no interesa, en realidad, a ninguna de las potencias de la región.