Un deslizamiento de tierra ha sepultado a más de 300 personas y 1.000 viviendas en una aldea remota en el norte de Papúa Nueva Guinea, según informaron medios locales.
Aunque aún no hay información detallada por parte de las autoridades del país debido a la dificultad de acceso al lugar y las precarias comunicaciones, se teme que cientos de personas hayan muerto en esta avalancha que arrasó el viernes la aldea de Kaokalam en la provincia de Enga, a unos 600 kilómetros al noroeste de la capital, Plrt Moresby.
El periódico Papua New Guinea Post Courier señala que el deslizamiento de tierra en esta nación del Pacífico enterró a más de 300 personas y 1.182 casas, citando al parlamentario Aimos Aken, quien pidió ayuda al Gobierno en las labores de rescate.
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El primer ministro James Marape ha asegurado que los funcionarios de desastres, las Fuerzas de Defensa y el Departamento de Obras y Carreteras estaban ayudando con los esfuerzos de ayuda y recuperación. Sin embargo, el deslizamiento de tierra ha bloqueado el acceso por carretera, haciendo que los helicópteros sean la única forma de llegar al área, según la emisora Australian Broadcasting Corp.
Imágenes en las redes sociales publicadas por un habitante de esta aldea, Ninga Rolen, mostraban a personas trepando sobre rocas, árboles arrancados y montones de tierra en busca de sobrevivientes, mientras se escuchaba a mujeres llorando en el fondo.
A pesar del elevado número de víctimas, son pocos los cuerpos que se han conseguido rescatar, según la cadena estatal australiana ABC, debido a la necesidad de maquinaria para mover las piedras y la tierra que sepultaron la aldea.
En las imágenes desde el lugar de la catástrofe de la cadena estadounidense NBC se puede ver una vasta área de rocas y tierra arrancada de una colina, así como a vecinos recogiendo sus enseres y explorando la zona enterrada por el desprendimiento en busca de supervivientes.
El área afectada suele padecer de intensas lluvias e inundaciones, y los desprendimientos no son inusuales en este país, en el que, pese a la riqueza en recursos naturales, una gran parte de sus más de nueve millones de habitantes vive en la extrema pobreza y se encuentra aislada por el déficit de comunicaciones e infraestructuras, especialmente en lugares remotos como el de la actual catástrofe.
Según una vecina entrevistada por ABC, Elizabeth Laruma, las viviendas quedaron enterradas cuando tuvo lugar la repentina avalancha desde una montaña cercana, que sorprendió a los lugareños mientras dormían. "La aldea entera ha desaparecido", señaló.
El primer ministro australiano, Anthony Albanese, transmitió este sábado en X sus condolencias y mostró la disposición de Australia a ayudar.