Los ministros de Exteriores de los tres principales actores extranjeros en la guerra civil siria (Rusia, Turquía e Irán), han pedido este sábado el cese inmediato de las hostilidades en el país tras la ofensiva relámpago de las facciones yihadistas contrarias al Gobierno de Al Asad.
En una reunión tripartita celebrada en Doha (Catar), los tres países también aseguran haber entablado conversaciones con Damasco y con las fuerzas opositoras de cara a abrir un proceso de diálogo, según ha confirmado el jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, a la agencia TASS.
"Confirmamos firmemente nuestro llamamiento a respetar la integridad territorial y la soberanía de Siria. Llamamos al inmediato cese de las acciones bélicas y al comienzo del diálogo entre el Gobierno y las fuerzas opositoras legales", ha señalado.
A pesar de esta llamada a la finalización del conflicto armado, Lavrov ha asegurado que Moscú se opondrá a la ofensiva rebelde "de todas las formas posibles".
El pasado 29 de noviembre, la organización yihadista Tahrir al-Sham (HTS) lideró una insurrección contra Al Asad que reactivó el conflicto sirio a niveles no vistos desde hace años.
Tras tomar la ciudad más poblada del país (Alepo) rápidamente, las fuerzas rebeldes han continuado su avance en el norte a merced del colapso del ejército sirio. Tras hacerse con el control de otra gran ciudad (Hama), ahora ultiman su ofensiva en Homs.
La debilidad exhibida por el ejército gubernamental dibuja un panorama incierto para Al Asad y las puertas a una ofensiva contra Damasco, cada vez más aislada geográficamente, están abiertas.
La falta de apoyo de las potencias aliadas de Al Asad, Rusia e Irán, cuyos recursos se concentran en los conflictos que Moscú y Teherán mantienen con Ucrania e Israel, es una de las claves de esta fragilidad.
Lavrov ha mostrado su preocupación y ha señalado que Rusia "no puede permitir que grupos terroristas tomen más territorios bajo control", ya que violaría los acuerdos existentes y la resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU.
El jefe de la diplomacia rusa reconoce que su ejército ayuda con su fuerza militar aérea a Siria y niega que la Armada Rusa se esté retirando de la base naval de Tartus, a orillas del Mediterráneo.
Este martes el Ministerio de Defensa de Rusia anunció maniobras navales de gran magnitud en el Mediterráneo Oriental, cerca de las costas de Siria, con el empleo de armamento hipersónico de nueva generación, pero por ahora, Lavrov niega que la base vaya a ser evacuada.
Lavrov llamó a no adelantarse a los acontecimientos respecto a lo que sucede en Siria y señaló que Rusia "hace todo para no permitir que los terroristas tengan éxito, incluso si afirman que ya no son terroristas".
En el pasado, Rusia fue un agente clave para que Damasco pudiera derrotar al Estado Islámico (ISIS) para perpetuarse en el poder, pero la guerra en Ucrania limita la capacidad de Moscú para apoyar a su viejo aliado.
Moscú tiene intereses estratégicos en la zona y la caída de Al Asad sería una derrota para el Kremlin. Turquía, por otra parte, tiene intereses opuestos y recibiría con agrado un cambio de régimen.
Otro de los apoyos, Irán, también se ha sumado a esta petición de alto el fuego. El ministro iraní de Exteriores, Abás Araqchi, se sumó a la postura de Lavrov y aseguró que el conflicto debe terminar "inmediatamente" y que el gobierno sirio y la oposición deben abrirse al diálogo.
Distintas facciones rebeldes también aseguran tener el control de la ciudad de Deraa, la que era la cuna de las revueltas populares contra Al Asad en 2011 enmarcadas en la Primavera Árabe.
El avance por el sur estrecha cada vez más el cerco sobre Damasco, mientras el paradero del presidente sirio sigue siendo motivo de especulación.