Un miembro de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), en una calle de Hasakah (Siria).

Un miembro de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), en una calle de Hasakah (Siria). Reuters

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Turquía y los herederos de Al-Qaeda dejan a los kurdos entre la espada y la pared aprovechando la caída de Asad

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Desde el levantamiento armado que puso fin a 24 años de régimen de Bachar Al Asad en Siria, todas las miradas e interrogantes se han centrado en la naturaleza del nuevo Gobierno de transición y en el pasado radical de la facción que lideró la rebelión: Hayat Tahrir al Sham (HTS).

Sin embargo, las consecuencias de 13 años de guerra civil y los múltiples intereses geopolíticos que rodean al conflicto hacen que todavía queden disputas por resolver en el complejo tablero sirio.

Mientras Israel continúa con sus ataques diarios contra objetivos estratégicos en Siria y amplía su presencia militar al sur del país, el nuevo equilibrio de fuerzas traslada el foco de la guerra hacia el norte, donde los kurdos han quedado a merced un gobierno turco que percibe este momento como su gran oportunidad para acabar con un enemigo histórico.

La caída de Asad representa una derrota estratégica para Irán y Rusia frente a Ankara, cuya influencia en la región será mayor a partir de ahora.

Sin oposición en la zona y con la connivencia del nuevo gobierno en Damasco, el Wall Street Journal ya ha advertido de que Turquía podría lanzar una incursión contra uno de los grandes objetivos para Erdogan: los kurdos.

Agrupados bajo el nombre de Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), las milicias kurdas son percibidas por Turquía como un grupo terrorista y una extensión del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) que lleva librando una insurgencia contra el Estado turco desde 1984.

En el actual mapa de la guerra civil siria —y durante gran parte del conflicto— los kurdos han logrado establecerse en el noreste, en una zona que equivale a casi un cuarto de la extensión territorial del país y que hace frontera con Turquía.

Las milicias kurdas en Siria fueron fundadas en el contexto de la primavera árabe y la insurrección contra el régimen de Asad en 2011 como un brazo armado del Partido de la Unión Democrática (PYD), a su vez afiliado al PKK.

Los kurdos establecieron su propia administración en la zona, aunque siempre han mantenido que su objetivo es más la autonomía que la independencia. Su política enfatiza el socialismo, la participación democrática y el feminismo, algo que difiere marcadamente del islamismo radical de HTS.

La llegada de Trump nubla el horizonte de los kurdos

Aunque también son considerados un grupo terrorista por Occidente, los kurdos han recibido apoyo logístico de Washington por su papel clave en la lucha contra el ISIS entre 2014 y 2019.

Si la alianza entre Asad, Moscú y Teherán era un elemento disuasorio para Erdogan, la nueva situación pone en bandeja de plata la oportunidad para acabar con su enemigo y satisfacer una supuesta ambición expansionista para devolver a Turquía una porción del terreno que durante siglos formó parte del imperio otomano.

Por si la amenza de Turquía por el norte y del nuevo gobierno sirio por el sur fuese poco, el respaldo que Estados Unidos ha ofrecido a los kurdos por su lucha contra el ISIS pasará a ser una incógnita cuando Donald Trump regrese a la Casa Blanca el 20 de enero.

Turquía mueve ficha a través del SNA

Hasta ahora, los kurdos no han recibido ataques directos desde Turquía, algo que sí ha ocurrido en otras zonas del país bombardeadas u ocupadas militarmente por Israel. 

Sin embargo, Turquía participa desde hace años en el conflicto a través de otra de las facciones de la antigua oposición a Asad: el Ejército Nacional Sirio (SNA), que aprovechó la insurrección contra Asad para arrebatar a los kurdos la ciudad de Manbij el pasado 9 de diciembre.

Estados Unidos pretende garantizar un alto el fuego entre ambas facciones y ve en una derrota de los kurdos una puerta abierta para el resurgir del ISIS en la zona. Los intereses enfrentados hacen que Washington y Ankara, socios en la OTAN, choquen en este asunto.

La estabilización del nuevo gobierno de transición es la nueva prioridad para Damasco, algo que también favorece la permisividad para que el SNA ataque a los kurdos. 

Incluso si los kurdos lograsen resistir militarmente, sus objetivos políticos aguardan un futuro complicado.

El HTS ya ha reiterado en varias ocasiones que el gobierno que suceda a Al Asad ha de ser "unitario" y contar con la integridad territorial de Siria. Esto complicaría las aspiraciones kurdas de establecer un Estado autónomo.

El líder de los rebeldes yihadistas, Al-Julani, se pronunció al respecto en una reciente entrevista en la BBC en la que comentó que los kurdos eran "parte del pueblo sirio" y que no aceptarían que ninguna facción "desestabilizase" ni a la nueva Siria ni a los turcos.

Un alto funcionario de la administración kurda, Fanar al-Kait, admitió a Reuters que estaban dispuestos al diálogo con Damasco y con Ankara, pero que la postura de Turquía amenazaba con "reactivar" el conflicto armado.

Además, añadió que sus milicias solo aceptarían cooperar con el nuevo gobierno de transición si se apostaba por una Siria "democrática", "descentralizada" y "respetuosa" con todas las minorías religiosas, algo que todavía está por ver.

Por su parte, el comandante de las SDF, Mazlum Abdi, confirmó el pasado jueves en una entrevista con Reuters que tanto HTS como Washington han presionado para que los kurdos entren en la "nueva fase" de la política siria, algo que no sería posible hasta que no existan garantías para un alto el fuego con las facciones apoyadas por Turquía.

Un pueblo sin Estado

Los kurdos son un grupo étnico indoeuropeo que habita principalmente en una región conocida como el "Kurdistán", que abarca partes de Turquía, Irán, Irak y Siria. Con unos 30 millones de kurdos en total (2 de ellos en Siria), representan uno de los grupos étnicos más grandes de Oriente Próximo.

A pesar de su número y su identidad cultural, llevan más de un siglo intentando crear un Estado propio. Sin embargo, las fronteras definidas tras la Primera Guerra Mundial negaron esta circunstancia, abocándolos, a menudo, a la represión.

La ideología kurda en Siria, se basa en el principio de un Kurdistán autónomo dentro de un estado pluralista y democrático, incorporando principios feministas y socialistas que chocan diametralmente con la mayoría de los actores regionales.