Khadija comenzó el viaje camino de Europa desde Siria acompañada de algunos parientes en el verano de 2015. Acordaron con un traficante de refugiados la entrada a Melilla a través de Marruecos a cambio de 2.500 dólares. Eran seis. Quedaron con el traficante en la frontera. Los dejó en una casa abandonada donde estuvieron tres días a la luz de las velas. Tenían prohibido salir o mirar por la ventana por miedo a ser descubiertos. Después los acompañó a cruzar la frontera. Fue duro. Caminaron por el campo, bajo un sol ardiente, durante más de medio día. Llegaron a Nador y los dejaron en un hotel. Allí se quedaron casi una semana intentando cruzar a Melilla, todas las mañanas, aunque sin éxito.
"Saben que los refugiados están dispuestos a pagar lo que sea para llegar a España e intentan aprovecharse. A veces suben el precio hasta 2.000 euros por persona, sin tener en cuenta la edad. Y lo comparten con la policía fronteriza de Nador sólo por cerrar los ojos y mirar a la izquierda cinco o diez segundos hasta que la familia alcance el puesto fronterizo con España", detalla a EL ESPAÑOL el artista y director palestino Mohamed Tayeb, que entrevistó a decenas de sirios como Khadija en la frontera de Marruecos y en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla para realizar el documental Exile Home.
En los últimos meses, la Policía Judicial de Marruecos lleva a cabo una investigación a cinco agentes marroquíes en la frontera de Beni Enzar después de que se lo ordenara la Fiscalía general de Nador, según publicó el diario marroquí Al Sabah. Estos policías fronterizos podrían estar vinculados con mafias de inmigración irregular a Melilla, llegando a cobrar parte del dinero que los refugiados sirios entregan a la mafia para acceder a la oficina de asilo en la ciudad española, entre 1.000 y 2.000 euros.
Tanto asociaciones de derechos humanos españolas y marroquíes, como la policía española y los propios sirios denunciaron a este medio que muchos de los refugiados pagan miles de euros para pasar la frontera de Melilla."La mayor parte de ellos entran con los traficantes. Hablan de cabezas, ¿cuánto vale una cabeza? Por desgracia, parecen animales. Los precios suben y bajan, pueden ser 600, 1.000, 1.200 o 1.400 euros, depende del traficante, de la manera de entrar, si hay coche o si es un menor", explicó en la frontera la traductora de una organización internacional que ayuda a los sirios que entran desde Marruecos a pedir asilo en España, quien prefiere mantenerse en el anonimato para evitar represalias.
La mafia de los ‘pasadores’
Tras un largo camino por varios países, la ruta de Argelia a Nador, sólo unos cientos de kilómetros, la realizan en coches de traficantes por 500 euros. Las peleas entre los diferentes cabecillas son habituales y en ocasiones dejan a los refugiados en medio de la nada. Después viene la policía, los detiene, y vuelven a pagar para poder salir de la comisaría y continuar la ruta.
En Nador se tropiezan con la mafia de los pasadores, como se denomina a los marroquíes que cobran por ayudar a entrar de forma irregular en España, escondidos en vehículos o disfrazados de marroquíes, también los pueden proveer de documentación falsa. Les cobran unos 1.000 euros por adulto y entre 400 y 700 euros por niño, según el recoge el informe Sin protección en la frontera, elaborado por el Servicio Jesuita a Migrantes y Comillas ICAI-ICADE. Aunque los precios varían según la dificultades en la frontera en cada momento.
"Llegas, encuentras un hostal y te escondes de la policía marroquí y de la mafia. Hasta que encuentras tu contacto; pero el contacto te va a encontrar a ti más rápido porque es su ciudad, su zona, su control. Te hacen una oferta y al día siguiente aparece otra persona y te hace una contraoferta. Ahora están intentando ser amables pero a veces no es así. Llegan cinco personas por la noche y te atracan", relata Tayeb a EL ESPAÑOL.
Los pasadores cuentan con una cadena de intermediarios y después existen también marroquíes que operan por su cuenta. Unos y otros contactan con los migrantes y refugiados, acudiendo a los lugares que frecuentan en Nador, o por medio de sus redes sociales de familiares, amigos y conocidos. Es muy famosa la cafetería Melilla, a tan sólo unos pasos de la frontera de Beni Enzar, donde durante meses tenían su ‘oficina’ los traficantes que negociaban con los refugiados.
"En Marruecos, me sorprendió el trato. Para ellos, un refugiado es sinónimo de mercancía. Les da todo igual. Que seas hombre, mujer, niño o anciano. Todo tiene un precio. Lo único que nos preguntaban, era cuánto teníamos encima, cuántos euros llevábamos. Estaban todos con los cuchillos preparados para lo que hiciera falta", se queja Khaled Hamada en Exile Home, que se estrena este jueves en el Festival de Cine de Madrid FCM-PNR en el Centro Cultural Conde Duque. Este refugiado de 48 años tuvo suerte y consiguió colarse en la frontera de Beni Enzar disfrazado de marroquí sin abrir la boca para que no descubrieran su acento.
No todos tienen tanta suerte. Hiba, después de dos meses en Nador, explicó a EL ESPAÑOL que la policía marroquí la interceptó en la frontera cuando intentaba colarse a España, la condujo a la comisaría en Beni Enzar y "me dieron una paliza con puñetazos, patadas e incluso me rasgaron la ropa. Mis dos hijos pequeños también fueron víctimas de la violencia de los gendarmes".
Denuncias en España
La policía española también ha investigado estas redes. Como explica en Melilla el guardia civil Bernardino Pardo: "El tránsito es el mismo que el de trata de personas. Los puntos donde van parando coinciden. Para ello nos basamos en las encuestas que Acnur les realiza cuando llegan a Melilla".
Según ha podido saber EL ESPAÑOL, la organización de migración ACCEM Melilla denunció las mafias en Marruecos. La asociación emitió un informe destapando esta mafia en la frontera dirigido al Ministerio del Interior español y al responsable de asilo de la Unión Europea.
Los sirios siguen entrando en Marruecos por la frontera de Argelia, principalmente, y desde 2013 ya no tienen posibilidad de pedir visado en Marruecos, aunque sí pueden solicitar asilo, pero únicamente en la oficina de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados (Acnur) en Rabat. Así que la mayoría se instala en las poblaciones cercanas a la frontera con Melilla a la espera de entrar en España, como puerta a Europa. Actualmente todavía deambulan 60 familias sirias a espera de cruzar la frontera. Llevan más de dos meses allí y la cuestión es que ya no tienen dinero con que pagar a la mafia.
La presión migratoria sobre las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla aumentó un 55,3% en 2015 hasta alcanzar las 11.624, especialmente por la mayor afluencia de refugiados sirios, según el balance de inmigración irregular difundido la semana pasada por el Ministerio del Interior de España.
En concreto, el año pasado entraron irregularmente a las dos ciudades autónomas un total de 11.624 personas, de las que 7.189 eran potenciales refugiados de nacionalidad siria y 4.435 de otras nacionalidades. Un año antes, entraron en total 7.485 personas de forma irregular y de ellas, eran 3.305 las de nacionalidad siria.