A las 21.00 horas de este jueves, los gobiernos de España y Marruecos anunciaron de forma conjunta el aplazamiento al próximo mes de febrero de su Reunión de Alto Nivel (RAN) en Rabat prevista para el 17 de diciembre. Curiosamente, apenas tres horas antes, una serie de tres tuits de Donald Trump anunciaba que Estados Unidos reconocía la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.
La comunicación conjunta señala a la Covid-19 como la causante oficial del aplazamiento de la RAN y esgrime que era imposible celebrar la reunión en la fecha prevista "con las garantías de seguridad sanitaria que se estiman convenientes por ambas delegaciones".
Tal argumentación coincide con lo publicado por EL ESPAÑOL el pasado 1 de diciembre en el sentido de que Mohamed VI no querría recibir a Pedro Sánchez a causa del coronavirus. De hecho, según ha podido saber este periódico, el monarca alaui está realmente preocupado por su propia salud en la pandemia y en lo que va de 2020 sólo ha recibido a tres mandatarios internacionales.
"No es una sorpresa"
En cualquier caso, en Exteriores resultó extraña la hora acordada con Rabat para la comunicación conjunta del aplazamiento -las 21.00 horas-, aunque las noticias que llegaron desde Estados Unidos señalan claramente en una dirección. "Digamos que no nos ha pillado por sorpresa", señaló sobre el anuncio de Trump la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, de visita oficial en Israel.
Sin embargo, tal anuncio la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental ha dinamitado una reunión trascendental para España, para los intereses de Ceuta y Melilla, para la inmigración en Canarias y en el Estrecho y, también, para la posición moral sobre el conflicto saharaui.
La MINURSO -la misión especial de Nacional Unidas para un referéndum en el Sáhara Occidental- lleva aparcada desde el mismo día de su puesta en marcha en 1991 y ha sido en las últimas semana donde se ha producido movimiento en la zona, aunque no precisamente pacífico. El bloqueo de fuerzas del Frente Polisario del paso fronterizo del Guerguerat, que regula el tráfico rodado entre Marruecos y Mauritania, provocó la intervención militar de Marruecos.
Hubo tiros (no muchos), tensión (demasiada) y llamadas al enfrentamiento armado desde el Polisario a las que Mohamed VI respondió con silencio.
Una posición de lo más incómoda para España respecto a su excolonia, aunque en lo que se refiere a Marruecos la cuerda está más que tensa y en varios frentes.
Con Ceuta y Melilla estranguladas económicamente tras las decisiones de Rabat de cerrar los pasos fronterizos a las porteadoras en febrero y de llevar la escasa operación del paso del Estrecho a sus puertos de Tánger y Nador llegó el momento de presionar en Canarias.
Pateras, cazas y Gibraltar
Desbordado por los cayucos y las mafias y con el argumento de que no puede vigilar 3.000 kilómetros de costa desértica con las fuerzas del orden destinadas a controlar los 'confinamientos' provocados por la Covid, el Gobierno marroquí no ha controlado a los inmigrantes y ha provocado un aluvión de pateras que han desbordado por completo los sistemas asistenciales canarios.
Y todo lo anterior enmarcado en una expansión militar que incluye la pretensión de cambiar la ley para que miles de inmigrantes subsaharianos puedan nacionalizarse y pasar a formar parte de su Ejército o la compra al mismo Estados Unidos de varios cazas de combate F35 o la intensificación de sus relaciones con Reino Unido para fortalecer el contacto a través de Gibraltar.
17 de diciembre
Con estos mimbres se iba a presentar Pedro Sánchez en Rabat el próximo 17 de diciembre. Aunque el presidente del Gobierno esperaba poder reunirse con el monarca alauita, desde el Gobierno informaron que Mohamed VI no decidiría al respecto hasta el día antes o el mismo día de la reunión.
Las tesis de Podemos y, en especial, de Pablo Iglesias, a la sazón vicepresidente segundo del Gobierno, sobre la obligación moral de España de apoyar un referéndum de autodeterminación en el Sáhara Occidental no sientan nada bien en Marruecos. De hecho, se apunta a ésta como la causa principal del rechazo del rey marroquí a reunirse con Sánchez y por eso el presidente español había desechado la idea de que Iglesias le acompañase el próximo día 17.
Solo o acompañado, la decisión conjunta de aplazar la reunión al mes de febrero, pese a la urgencia de los temas a tratar, puede suponer un pequeño alivio para España, pues una vez realizado el anuncio de Donald Trump, probablemente Sánchez y su sequito se hubieran encontrado a unos homólogos marroquíes envalentonados y más seguros de sí mismos y de su posición de fuerza ahora que estrechan lazos con Israel -será el cuarto país que reconozca al estado judío con la intermediación estadounidense-.