Si la política española fuera un puzzle, Marruecos sería una de las piezas que, sin ocupar un lugar vistoso, tiene el poder de alterar el conjunto. Las relaciones bilaterales entre los dos países están históricamente marcadas por una serie de conflictos cíclicos que en este último año se han reavivado con más o menos intensidad y, por seguro, marcarán la política exterior -e interior- de España en los próximos doce meses.

"Como dos países vecinos, tienen mucho que ganar si las cosas se hacen bien, pero también pueden hacerse mucho daño si se hacen mal", resume Haizam Amirah Fernández, investigador principal para el Mediterráneo y Mundo Árabe del Real Instituto Elcano.

2020 ha sido un anticipo de cómo funcionan las cosas, "un recordatorio" de que Marruecos es un país vecino, tiene la capacidad de influir en la agenda del Gobierno español a un nivel intenso y puede convertirse en "un potencial desestabilizador de la política interna cuando ésta no se gestiona bien", explica Eduard Soler, investigador Sénior en Cidob y doctor en Relaciones Internacionales por la Universitat Autònoma de Barcelona.

En los últimos doce meses, la relación bilateral entre el reino alauí y Madrid ha continuado siendo "estrecha", según las últimas declaraciones de la jefa de la diplomacia española, Arancha González Laya, y la embajadora de Marruecos en el país, Karima Benyaich. Pero lo cierto es que los hechos denotan una escalada de tensión irresoluta que se extenderá a lo largo de 2021, principalmente, por la anatomía de los conflictos.

Difícil geografía

El primer pulso lanzado por Rabat fue por el control de las aguas próximas a Canarias, un paso más en su objetivo de oficializar su soberanía sobre el Sáhara Occidental, consumada a ojos de la Administración de Trump hace unos días. Después, con la pandemia como telón de fondo, llegaron el cierre total de la frontera con Ceuta y Melilla y el aumento de la presión migratoria por el circuito atlántico.

Estos conflictos subyacen, a juicio de estos expertos, de la geografía. "No estamos educados para pensar que España es una realidad bicontinental, dónde está Canarias, que hay territorio español en África o que Mauritania es nuestro vecino", ilustra Soler. Y, aunque se ignore, esta es una realidad que "seguirá estando ahí en 2021, porque no se puede cambiar, y seguirá provocando desacuerdos", explica Amirah Fernández.

La ciudad de la costa atlántica de Agadir. Gtres

En opinión del investigador de Elcano, esto ha causado que ambos países arrastren "temas pendientes", como la mencionada delimitación de las aguas o la soberanía de Ceuta y Melilla. "Hay una serie de cuestiones espinosas que en los últimos años no han estallado porque la estrategia ha sido rebajar la tensión, evitar cualquier escalada verbal, pero no se han resuelto ni se están encauzando por la vía del acuerdo y, por ende, seguirán desembocando en aspiraciones y declaraciones unilaterales", advierte.

Ceuta y Melilla

El choque por Ceuta y Melilla es uno de esos conflictos cíclicos que se reactiva cada cierto tiempo y ha ganado intensidad con la llegada de Mohamed VI al trono alauí. El objetivo de implantar una cosoberanía con las ciudades autónomas aparece entre líneas como uno de sus objetivos y a ello parece responder la presión comercial que viene desplegando desde 2018 en las ciudades autónomas y las grandes obras con las que está cercando estos enclaves.

"Es un conflicto que perjudica tanto a Ceuta y Melilla como a la población marroquí que vive en las ciudades limítrofes y un ejemplo de lo que sucede cuando no se abordan los asuntos buscando el acuerdo", indica el investigador de Elcano.

Varias personas acercándose a un puesto fronterizo con España. Gtres

Otro de los asuntos que marcarán el próximo año será la migración. Entre el 1 de enero de 2019 y el 15 de diciembre, llegaron por vía marítima o terrestre 39.474 inmigrantes a España, un 28,7% más que en 2018, según los datos oficiales del Ministerio de Interior. "Marruecos presume de que la cooperación nacional y europea es ejemplar pero la lógica de la centralidad lleva imperando desde finales de los 80", reflexiona Soler.

El nivel de progreso y las oportunidades que los ciudadanos encuentran en el país africano aún distan mucho de las que hay en España (y, más aún, en Europa) y los expertos no dudan en que el deterioro económico del país, acusado con la llegada de la pandemia, es una de las causas del aumento de las llegadas, pero no la única. "La cuestión migratoria es un recordatorio, a España y a la UE, de que su colaboración es esencial para evitar una situación crítica", asegura el politólogo y doctor en Relaciones Internacionales.

Esto gana aún más relevancia en un contexto en el que Rabat busca dar "una vuelta de tuerca" para consolidar su soberanía sobre el Sáhara, como se ha visto con las últimas maniobras con EEUU. "Visto los precedentes, es normal pensar que Marruecos ha sabido utilizar, como tantos otros países, la cooperación como instrumento de política exterior", resume Soler.

Varias personas llegadas al puerto de Canarias.

Sáhara

Y es que si hay una política prioritaria en el reino alauí es la cuestión de la soberanía sobre este territorio, que para la ONU y demás instancias internacionales sigue siendo administrativamente español -pese al intento de cesión- y que de facto llevan años ejerciendo y reclamando las autoridades marroquíes.

La última estacada de la Administración Trump ha sido, precisamente, el reconocimiento, al margen del consenso internacional, de la soberanía de Marruecos -el primero en 48 años-, con la contrapartida por el lado de Rabat de establecer oficialmente relaciones con Israel.

Este movimiento, en opinión de Soler, no hará que España cambie su posición de apoyo a una solución "política, justa, duradera y mutuamente aceptable que prevea la libre determinación del pueblo saharaui en el marco de los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas". "Tiene poco margen de maniobra, lo único que podría hacer es intentar evitar que otros países vecinos que no tengan nada en juego no entren, reabrir la dimensión negociadora", añade.

Los soldados sahrawis marchan en un desfile en Tifariti en los territorios liberados del Sahara Occidental. Efe

A pesar del vínculo histórico y sentimental que existe entre España y el Sáhara, esta disputa, en términos geopolíticos, implica más peligro para Argelia, más aún si a la ecuación se suma el respaldo estadounidense y el rearme que viene en los últimos tiempos realizando Rabat.

"Todo lo que sea una carrera armamentística en norte de África no es buena noticia para nadie, para España sin duda. Argelia lo hizo en la última década y ahora Marruecos está en proceso. No podemos olvidar que hablamos de dos países enfrentados por la hegemonía continental, que se miran con desconfianza y con temas de fondos no resueltos", recuerda Amirah Fernández.

Para Soler, cualquier posible escenario de tensión en la zona es negativo por las repercusiones a nivel social e interno que puede tener. "España necesita estar rodeada de una cierta estabilidad y esto se ve con preocupación. El riesgo es mínimo pero puede provocar tensión", asegura.

Colchón de intereses

Por encima del devenir de estos asuntos, en 2021, la estrategia de Marruecos con España seguirá siendo testar, provocar, pero sin desencadenar una reacción adversa, auguran. "Rabat marca terreno con la mano tendida para seguir colaborando", define el investigador de Cidob.

La respuesta de España, por su parte, seguirá planeando sobre la táctica del colchón de intereses. "A sabiendas de que es una relación complicada, coopera todo lo posible en todos los ámbitos para que, en caso de que haya una crisis, haya una base de intereses que amortigüe el golpe", explica Soler. Por otra parte, con toda previsión, ambos expertos apuntan a una suerte de "europeización" de las relaciones.

"Los problemas de España son también de la Unión Europea y, por ende, cualquier intento de Rabat por general un conflicto con Madrid será un problema para la UE en su conjunto", asegura este doctor en Relaciones Internacionales.

Josep Borrell, Arancha González y el alemán Heiko Maas, durante la reunión de este lunes en Bruselas Reuters

Siguiendo esta lógica, esperan que el Ejecutivo de Pedro Sánchez se convierta en la "voz" de Marruecos en Bruselas con el fin de fortalecer la cooperación y la consecución de objetivos comunes que contribuyan a la estabilidad de las relaciones. "El coste de entrar en un conflicto abierto es excesivo, están en riesgo los intereses compartidos", subraya Soler.



Tanto a Marruecos como a España les interesa el statu quo actual por lo que todo parece señalar que este especie de tira y afloja que se ha intensificado en los últimos meses continuará. Aun así, Amirah Fernández advierte de la lectura que se hace de los conflictos. "Con frecuencia, en Madrid se interpreta que algunas decisiones de Marruecos son tomadas de forma que obligan a una reacción y eso se puede llevar a la conclusión de que España, en ocasiones, va con pasos reactivos. La solución es lograr un diálogo fluido", advierte.



En su opinión, el clima entre sendos países ha ido a mejor en los últimos años. Las jefaturas de Estado han mantenido una estrecha relación que ha resistido a las diversas coyunturas y dificultades en la relación bilateral y los contactos se han vuelto "más extensos, profundos e interdependientes", pero "aún falta mucho por hacer para que sean sólidos, provechosos y sostenibles". "España y Marruecos son países mucho más cercanos de lo que parece, pero bastante más distantes de lo deseable", resume.

Entre Podemos y Vox

La nueva jefatura del Estado no ha cambiado las tornas pero en lo que se refiere al Ejecutivo la cosa es diferente. Marruecos es uno de los temas que genera fricciones en el seno del Consejo de Ministros, una debilidad que, a juicio de los expertos, las autoridades del país vecino han sabido ver y explotar.

Los reyes en una visita oficial al Marruecos en 2019. Gtres

"No parece casual que la presión comenzara precisamente tras la composición de la coalición", señala Soler, que considera que los diversos conflictos que han tenido lugar han podido dar lugar a discrepancias pero han quedado lejos de convertirse en una amenaza real de ruptura. "Es una prueba de fuego interesante que demuestra que para Unidas Podemos lo importante es la agenda económica y social. El Ejecutivo, en este caso, ha demostrado más cohesión de lo que se esperaba", asegura.

Para quien sí está siendo una baza a explotar es para Vox. La formación de extrema derecha ha utilizado en los últimos meses los conflictos relacionados con Marruecos para atacar al Gobierno y desplegar una agenda "marcadamente proteccionista y nacionalista".

El discurso xenófobo acuñado por los de Santiago Abascal ha evolucionado con la constante de identificar al inmigrante con un marroquí que, además de ser un competidor en el ámbito laboral, ahora se ha convertido en un posible portador del coronavirus. Asimismo, ha implantado en el debate político la lógica trumpista del muro y de los cierres de fronteras además de naturalziado estrategias propias de formaciones de extrema derecha como la desinformación, alerta Soler.

2021, con casi toda previsión, no será un año ajeno para las relaciones entre los dos países vecinos. En la agenda del Ejecutivo de coalición, Marruecos va a aparecer en términos interos y externos y en sus manos está potenciar el diálgo y los mecanismos necesarios para encauzar los conflictos existentes. Pero no será fácil. La primera ocasión se espera en los primeros meses del año, con la celebración de la Reunión de Alto Nivel (RAN) aplazada a contrarreloj

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