A principios de diciembre, el presidente estadounidense Donald Trump anunció que su país reconocía la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Poco después, el primer ministro marroquí expresaba su intención de situar las plazas de soberanía española de Ceuta y Melilla en la agenda exterior del país, situación que puso en alerta a las autoridades españolas. Si bien la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, restó importancia al asunto.
Estos elementos sirven como punto de partida del informe realizado por el Instituto de Seguridad y Cultura, que repasa esta situación para incidir sobre dos aspectos fundamentales: por un lado, el proceso de rearme marroquí y las mejoras en sus capacidades militares como producto de su competencia con Argelia, y una posible redirección de su atención a Ceuta y Melilla tras lograr el reconocimiento de su soberanía sobre el Sáhara Occidental. Combinados, ambos elementos podrían incrementar los riesgos en la región del Estrecho de Gibraltar y la amenaza militar sobre España.
El presidente estadounidense Donald Trump expuso el 10 de diciembre, vía Twitter, que reconocía la soberanía del Reino de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, que Estados Unidos (EEUU) abriría un consulado en el Sáhara y que negoció la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel.
Poco después de la declaración de Marruecos, se hizo público un nuevo contrato de adquisición de material militar estadounidense por el Gobierno marroquí. La venta incluía material sensible como el dron MQ-9 Sea Guardian, cuya exportación está limitada por el Régimen de Control de Tecnología de Misiles.
Esta venta está en consonancia con las transferencias de tecnología militar sensible que, hasta ahora, no se vendía a países árabes, como los MQ-9 Reaper y los aviones de combate F-35A a Emiratos Árabes Unidos. Permitir la venta de esta avanzada tecnología militar va en línea con la política de incentivar que los países árabes e islámicos se unan a los Acuerdos de Abraham de septiembre de 2020.
Los Acuerdos de Abraham
La finalidad de los Acuerdos de Abraham es dar cobertura al Acuerdo del Siglo para el conflicto palestino. En ese contexto, Marruecos ha sabido sacar partido de la estrategia de Trump y Netanyahu para Oriente Próximo y el conflicto palestino, retrasando magistralmente el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Israel hasta obtener el reconocimiento de EEUU de la soberanía marroquí sobre el Sáhara.
No obstante, aunque Marruecos parece haber obtenido un gran logro diplomático sin apenas coste ni alterar las relaciones reales que ya tenía con Israel, sí podría tener un alto costo interno que en un futuro el Gobierno marroquí terminara restableciendo relaciones diplomáticas plenas con el Estado israelí.
Según una encuesta del Arab Center (2020), el 88% de los marroquíes se opondría al reconocimiento diplomático de Israel, y el 70% consideró la causa palestina como una que incumbe a todos los árabes.
Esta oportunidad puede ser rentabilizada por Marruecos hasta el punto de conseguir su siguiente meta después de la reclamación territorial: alzarse como potencia regional en el continente africano. La condición de aliado preferente de EEUU perfila su imagen de Estado mediador y ejemplar para el resto de los países africanos en materia contraterrorista, diplomática y económica.
La obtención de una posición central de Marruecos en el escenario norafricano desplazaría a otros países europeos con intereses continentales, como España, Francia o Italia. Esta realidad ya se percibe en torno al concepto de "triangularidad", mediante el cual la acción europea en el Magreb-Sahel se vería filtrada por Marruecos.
Dicho de otro modo, si bien Marruecos hasta el momento ha aunado sus empeños para liderar, en términos de Naciones Unidas, la "Cooperación Sur-Sur"; a corto-medio plazo podría estar liderando las relaciones a uno y otro lado del Mediterráneo y el África Subsahariana.
El dilema con España
Esta reconfiguración genera un dilema dado el solapamiento de aguas con las islas Canarias y la reclamación mutua de una ampliación de la plataforma continental hasta las 350 millas náuticas. Es decir, la legitimidad que asume Marruecos a través del reconocimiento estadounidense le permite reclamar una nueva Zona Económica Exclusiva (ZEE) superando el paralelo "27o 40' N". Más allá de la pesca, aspecto no menos importante, encontramos la capacidad de disputar la soberanía de los montes volcánicos del archipiélago canario que se encuentran sumergidos y son ricos en metales como el telurio, el cobalto y el plomo, destacando el monte Tropic.
Dado que la posición de Marruecos se refuerza respecto a sus socios y países de su entorno, cabe esperar que aspire a tomar decisiones que allanen la soberanía de otros Estados de forma unilateral; de modo que, frente a una mesa de negociación futura, cuente con una situación de poder ventajosa.
El principal perjudicado de estas acciones y reclamaciones marroquíes es España que, del mismo modo que asumió la pérdida del Sáhara Occidental, puede ver amenazados sus territorios extrapeninsulares. Precisamente, una semana después de producirse el reconocimiento de Trump, el primer ministro marroquí defendía que "... llegará el día en que vamos a reabrir el asunto de Ceuta y Melilla, territorios marroquíes como el Sáhara" (Sanz, 2020). Obviamente, este tipo de declaraciones realizadas con intencionalidad política, no contribuyen a la confianza mutua entre ambos países.
Potencia armamentística
El Informe del Instituto de Seguridad y Cultura señala que aunque el presupuesto militar marroquí es relativamente plano (en los últimos cinco años ha aumentado en 400 millones de dólares, una cifra ridícula para garantizar la obtención y sostenimiento de los nuevos materiales), para 2020 se esperaba un incremento del 29% hasta alcanzar los 4.700 millones (datos del International Institute for Strategic Studies, 2020; Arabian Aerospace, 2020; Hatim, 2020).
Sin embargo, es preciso señalar que tanto el grueso del presupuesto de defensa como la mayor parte de este aumento -enfocado a financiar la reintroducción del servicio militar obligatorio y la mejora de los salarios a la milicia- se dedica a sufragar los gastos en personal, que representan más del 70% del gasto militar anual. En otras palabras, estos presupuestos y su estructura no parecen reflejar las grandes compras de material declaradas.
Es probable que esta disonancia se deba a motivos contables, por lo que el gasto oficial en material debería crecer durante los próximos años -siempre que la crisis económica post Covid-19 obligue a redefinir ciertas prioridades presupuestarias- a medida que se ejecutan las trasferencias de armas anunciadas. Ya que Marruecos está inmerso en un plan quinquenal de modernización de las fuerzas armadas que se dilatará hasta 2022.
Muy atrás queda el ejército que vio el incidente del islote de Perejil de verano de 2002. En casi dos décadas, las fuerzas armadas alauís se han dotado de numerosos medios materiales a la vez que diversificaban sus proveedores de armamento, permitiendo con ello incrementar notablemente su catálogo de capacidades militares.
Quedaría por preguntarse hasta qué punto estos desarrollos pueden tener efectos en la región del Estrecho de Gibraltar. En cualquier caso, el panorama estratégico, así como la inestabilidad estratégica que se derivará de esta carrera de armamentos regional, tendrá consecuencias potencialmente negativas e inestables para España.
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