Ruanda dio inicio este domingo a los cien días de luto establecidos por el país para conmemorar el trigésimo aniversario del genocidio de 1994 en el que más de 800.000 personas, la inmensa mayoría de ellas tutsis y hutus moderados a manos de extremistas hutu, fueron asesinadas y entre 150.000 y 250.000 mujeres fueron violadas. Una de las peores matanzas étnicas de la historia reciente de la humanidad que se produjo en medio de un clima de pasividad de la comunidad internacional.
El genocidio comenzó el 7 de abril de 1994 tras el asesinato el día anterior de los presidentes de Ruanda, Juvénal Habyarimana, y Burundi, Cyprien Ntaryamira -ambos hutus-, cuando el avión en el que viajaban fue derribado sobre Kigali.
El Gobierno ruandés acusó del magnicidio a los rebeldes tutsis del Frente Patriótico Ruandés (RPF) desatando una masacre que se cobró la vida de al menos 800.000 tutsis y hutus moderados en poco más de tres meses.
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Un genocidio que se perpetró con la complicidad de una comunidad internacional que prefirió mirar a otro lado. Un devastador informe de Human Rights Watch publicado en 1999 extendía parte de responsabilidad de las masacres tanto al personal de la ONU, como a los tres gobiernos extranjeros involucrados en Ruanda.
A los primeros, "por no haber proporcionado información y orientación adecuadas a los miembros del Consejo de Seguridad"; a Bélgica, por haber "retirado sus tropas precipitadamente y por haber defendido la retirada total de la fuerza de la ONU"; a Estados Unidos "por haber antepuesto el ahorro de dinero a salvar vidas y por frenar el envío de una fuerza de socorro"; y a Francia, "por haber continuado apoyando a un gobierno involucrado en genocidio".
Masacres, recuerdan las ONG y expertos internacionales, precedidas de décadas de deterioro en la relación entre hutus y tutsis, marcadas por las transformaciones colonialistas después de la Primera Guerra Mundial, fundamentadas en parte en el golpe de Estado del general Habyarimana el 5 de julio de 1973 y cebadas veinte años después por la campaña de odio hacia los tutsis abanderada por la Radiotelevisión Libre de las Mil Colinas, principal altavoz de la propaganda hutu.
"Se sabía que algo grave iba a ocurrir"
El clima de tensión antes de que se desatara el genocidio era tan evidente que, según contó también el que fuera jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Ruanda Philippe Gaillard, "circulaban todo tipo de rumores, también en los círculos diplomáticos, de que algo grave iba a ocurrir".
Un número significativo de personas responsables del genocidio, incluidos ex responsables gubernamentales de alto nivel y otras figuras clave detrás de las masacres, han sido llevados ante la justicia, y más de una docena de procesamientos de sospechosos de genocidio se están llevando a cabo en tribunales nacionales de toda Europa bajo el principio de jurisdicción universal.
Sin embargo, en los últimos años, varios presuntos autores intelectuales del genocidio de alto nivel han muerto y otros como Felicien Kabuga, considerado como el "mecenas" del genocidio, han sido declarados no aptos para ser juzgados.
Para dar inicio a la conmemoración, el presidente del país, Paul Kagame, encendió este domingo acompañado de la primera dama, Jeannette, la tradicional llama del recuerdo en el Centro en Memoria del Genocidio en la capital, Kigali, donde yacen en fosas comunes más de 250.000 víctimas de la masacre.
Entre los dirigentes presentes en el solemne acto se encontraban el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, y los presidentes de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa; República Centroafricana (RCA), Faustin-Archange Touadera; Madasgascar, Andry Rajoelina; Sudán del Sur, Salva Kiir; República del Congo, Denis Sassou Nguesso; Tanzania, Samia Suluhu Hassan; y la República Checa, Petr Pavel.
Asimismo, viajaron también a Kigali para unirse a los actos de memoria el presidente de Israel, Isaac Herzog, y varios expresidentes, incluyendo al estadounidense Bill Clinton o el francés Nicolás Sarkozy, así como el presidente de la Comisión de la UA, Moussa Faki Mahamat, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
El programa de conmemoraciones que arranca hoy en todo el país incluye la prohibición de grandes celebraciones, como bodas o competiciones deportivas, y la organización de conciertos y otros eventos culturales o de ocio no relacionados con el genocidio en bares y espacios públicos.
Los cien días de luto marcados por el Gobierno ruandés concluirán el próximo 13 de abril con un acto en el Centro de Memoria del Genocidio de Rebero (Kigali), en recuerdo de los políticos que fueron asesinados por oponerse a la masacre.