El conflicto que lleva azotando la provincia de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, desde 2017 apenas ocupa un hueco en las televisiones del mundo. A Occidente parece no importarle que más de 5.000 personas hayan muerto como consecuencia directa de la guerra, ni que grandes empresas energéticas estén involucradas en la extracción de gas natural licuado en la zona costera. Pero lo cierto es que por Cabo Delgado han pasado mercenarios rusos y sudafricanos, militares ruandeses, distintos grupos yihadistas, y también, una misión europea.
En 2021, la Unión Europea lanzó una misión de entrenamiento militar, conocida como EUTM, para adiestrar a las Fuerzas Armadas mozambiqueñas de cara a hacer frente a la crisis de Cabo Delgado, donde operan varios grupos yihadistas. En 2024, sin embargo, los Veintisiete acordaron convertirla en una misión de asistencia (EUMAM) y así poder realizar también tareas de asesoramiento y apoyo técnico.
Al mando de esta nueva misión está el general de brigada Luís Machado Barroso, nacido en Portugal en 1967. Con una amplia experiencia en el continente africano -ha participado en operaciones en Santo Tomé y Príncipe y Angola-, el general Barroso se reúne con EL ESPAÑOL en Maputo para hablar sobre el apoyo que ofrece actualmente Europa a Mozambique. Responde a las preguntas en español, idioma que aprendió durante su etapa de formación en el CESEDEN.
Antes de nada, sostiene el militar, conviene explicar las diferencias entre una misión y otra. "A grandes rasgos, la EUTM tenía como objetivo principal equipar, instruir y formar a once compañías de las Fuerzas de Reacción Inmediata [IRF, por sus siglas en inglés], unos 150 hombres y mujeres destinados a combatir en Cabo Delgado. Ahora, nuestra misión es una secuela de la EUTM que pretende garantizar que las IRF sean integradas en las Fuerzas Armadas mozambiqueñas, y que sean capaces de regenerar la fuerza; es decir, dar descanso y alimentar el ciclo logístico y de refuerzos de personal", aclara.
Frente a quienes critican la incapacidad de Europa a la hora de adaptarse a los cambios estructurales del continente africano, la misión en Mozambique es una prueba actual de que existen procesos de renovación. La EUTM fue un éxito; cumplió sus objetivos, y su desarrollo natural derivó en la EUMAM. Se espera que esta última fase operacional concluya en junio de 2026.
Otro cambio importante corresponde al número de tropas europeas (de mayoría portuguesa) estacionadas en el país africano: si antes contaban con alrededor de 120 efectivos en Mozambique, número ahora se ha reducido a 83, aunque debe tenerse en cuenta que algunas de ellas ostentan una doble función. "Podemos considerar que cumplen realmente la función de 100 efectivos", concreta.
Durante varios minutos, Barroso lanza detalles sobre el entrenamiento que se les ha dado a las Fuerzas Armadas mozambiqueñas. De fondo se escuchan los cantos suaves de los pavos reales que pululan por los jardines del Hotel Cardoso, donde se encuentra el cuartel general de la misión europea. Con todo, el general concreta que el entrenamiento de la EUTM "estaba dirigido a la tropa, sargentos y oficiales, siempre mirando para que desarrollen sus actividades dentro del grupo de combate, utilizando tácticas colectivas, entrenamientos de tiro… en definitiva, darles todas las herramientas posibles para actuar en el campo de batalla".
En este sentido, detalla, el entrenamiento incluye "la formación en derecho internacional humanitario o igualdad de género, que son aspectos muy importantes para la Unión Europea". Este último aspecto es, cuando menos, importante. El último informe sobre gobernanza en África publicado por la Fundación Mo Ibrahim reveló que los países africanos en conflicto que han renegado de la colaboración europea en el último lustro (con especial atención a las naciones del Sahel) han sufrido un grave deterioro en materia de derechos humanos y libertad ciudadana. La mayoría de estos territorios ha optado por asociaciones con Estados menos implicados en estas asignaturas, como Rusia.
No sólo alzar las armas
En este sentido, Barroso dice entender que la única manera de obtener la paz a largo plazo requiere del uso de las armas en un primer momento -"puede ser"-, pero también deben desarrollarse los aspectos sociales pertinentes para evitar futuras dinámicas de venganza que reaviven un conflicto.
Dentro de esta proyección en el ámbito social entran los programas de tipo humanitario, recurrentes en las misiones europeas en todo el mundo. En concreto, Barroso habla con especial simpatía sobre la Real Federación Española de Fútbol, que recientemente envió a Mozambique varias decenas de conjuntos de ropa deportiva para entregar a un orfanato. La creación de una cocina comunitaria en Katembe (cerca de Maputo) y el desarrollo de un servicio médico para atender a la población civil son otros de los proyectos en marcha.
Una relación win-win
Pero si las tropas mozambiqueñas han aprendido de las europeas, también ha sucedido a la inversa. "Según mi experiencia, hemos aprendido a lidiar con guerrilleros. También a sobrevivir pasando enormes dificultades en el campo de batalla, donde el sostenimiento logístico es muy difícil o técnicas relacionadas con el mando y el control".
El Ejército mozambiqueño ha combatido durante 30 años ininterrumpidos (la guerra de independencia contra Portugal y una sangrienta guerra civil que duró 15 años). Y eso -contactar con ejércitos que han vivido treinta años de guerra y con un historial vinculado a la lucha anticolonial y la guerra civil- "es muy enriquecedor", sostiene Barroso. Es un win-win, porque no se trata sólo de impartir, sino también de recibir.
La sombra del terrorismo
La insurgencia en Cabo Delgado la iniciaron jóvenes musulmanes tras afiliarse al Estado Islámico de África Central (IS-CAP). Según las autoridades mozambiqueñas, este grupo responde más a intereses económicos relacionados por los recursos del país, que a una cuestión religiosa. "Aquí encontramos el modelo típico de grupos insurgentes como el Estado Islámico o los talibanes en Afganistán, igual que en otros teatros de operaciones", dice. Y reconoce que "es normal que algunos de los combatientes cobren un salario y que combatan antes por el dinero que por cuestiones religiosas".
Por este motivo, sugiere Barroso, ahora hay muchos insurgentes que se rinden. Lo que no quita que esto siga siendo una parte de un todo mucho más complejo, porque "ya sabemos que las insurgencias no nacen de un día para otro". De hecho, son los propios insurgentes los que están viendo muy reducidas sus capacidades de acción. "Hemos capturado a algunos que se han rendido que no tenían municiones, estaban muy mal uniformados y tenían hambre", narra. Esto muestra que el entorno no es favorable con ellos y evidencia su fragmentación. Eso sí, aclara, "siguen siendo una amenaza".
Los fiascos en el Sahel
La sombra de los fiascos en el Sahel planea sobre la conversación acerca de la misión europea en el continente africano. Nadie olvida que tanto la EUTM Mali como la EUMPM Níger concluyeron tras meses de incertidumbre como consecuencia de la ruptura entre Bruselas y las juntas militares que gobiernan ambos países tras varios golpes de Estado. Millones de euros invertidos e importantes proyectos dispuestos en la cooperación entre naciones para garantizar la seguridad de Europa desaparecieron de un plumazo.
"El problema en Mali no ha sido tanto la misión de la EUTM, donde España estaba muy involucrada, sino una cuestión del ámbito político. La evidencia, la punta del iceberg, lo que mejor se conoce, es que la Unión Europea tiene como principio no administrar armamento y municiones que puedan caer en manos de grupos insurgentes, y cuando los ejércitos lo necesitan, irán a buscarlo en otros países. Esto explica una parte del apoyo ruso en Mali cuando lo miramos desde el prisma de la EUTM y dejamos de lado el lado político", matiza Barroso. Es importante entender las diferencias y similitudes en cada caso, pero en África no hay dos gotas de agua iguales y sería más adecuado hablar directamente de las diferencias que abarcan tan complejo asunto.
La pregunta que probablemente se repita un ciudadano europeo es la de por qué hay una misión europea en Mozambique. En realidad, se trata de un mandato no ejecutivo (es decir, que las tropas comunitarias no participan en los combates), por lo que no hay riesgo de que sufran bajas en acción. Ahora bien, el militar lo tiene claro: "Un ciudadano europeo que paga sus impuestos puede interpretar los focos de inestabilidad en varios países que no reciben respuesta como un mensaje de que vale la pena fomentar la insurgencia".
Respaldado en su amplia experiencia, el comandante especifica que "lo que hemos visto es que la insurgencia suele ir dirigida contra los intereses económicos, geopolíticos y sociales de la mayoría de los países europeos. Por eso, si se realizan misiones europeas de entrenamiento y asesoría para combatir a grupos terroristas, esto es una buena señal para los contribuyentes europeos y una mala noticia para quien fomenta este tipo de organizaciones. Por eso es muy importante que haya gestos claros […]. Cuanta más respuesta demos a las amenazas, mejor".
El general Barroso cumple a diario su misión. Dirige y mejora la seguridad europea, contribuye a resolver las dudas pertinentes que pueda tener el ciudadano europeo sobre el conflicto de Cabo Delgado. Es él el encargado de explicar cómo los peligros que acechan Europa pueden estar también a 7.000 kilómetros de Madrid. Y no por eso son menos importantes.