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Oficiales de seguridad ruandeses reciben a soldados de las FARDC que se rindieron en Goma Reuters
Tutsis, hutus y el Movimiento 23 de Marzo: las luchas de poder entre la República Democrática del Congo y Ruanda
La actividad armada del M23 se retomó en 2021 con ataques relámpago en Kivu del Norte, una importante región minera de la RD Congo.
Más información: El grupo rebelde M23, apoyado por Ruanda, toma el control de la ciudad congolesa de Goma y 3.000 presos huyen de la cárcel
Cerca de 3.000 presos se han fugado este lunes de la cárcel de Goma, capital de la provincia de Kivu del Norte, en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC), después de que el grupo rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23), apoyado por Ruanda, tomara la ciudad.
Esta fuga no ha hecho más que empeorar la situación humanitaria en una región que sufrió dos guerras devastadoras entre 1996 y 2003.
La actividad armada del M23 se reanudó en noviembre de 2021 con ataques relámpago contra el Ejército congoleño en Kivu del Norte, y en marzo de 2022 el grupo empezó una ofensiva con las capturas y pérdidas recurrentes de localidades.
Miles de personas huyen desde el este del Congo hacia Ruanda
Desde entonces, el M23 ha avanzado por varios frentes hasta tomar Goma, capital de unos dos millones de habitantes que es sede de ONG internacionales e instituciones de la ONU y que el grupo ya ocupó durante diez días en 2012
¿Qué es el M23?
El grupo rebelde M23 hace referencia al acuerdo del 23 de marzo de 2009 que puso fin a una revuelta anterior liderada por tutsis -la segunda clase social más grande del país por detrás de los hutus- en el este del Congo y que integraba a los miembros del grupo en las Fuerzas Armadas congoleñas.
El M23 está formado en su mayoría por excombatientes de la guerrilla congoleña Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), que a su vez está formado principalmente por tutsis y se constituyó en 2006 para combatir a los hutus de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), fundadas en el año 2000.
En abril de 2012, cientos de soldados -exmiembros del CNDP- se rebelaron contra el Gobierno, al que acusaron de incumplir el acuerdo de paz, y formaron el M23 adoptando como nombre la fecha de la rúbrica del pacto.
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Un soldado ruandés inspecciona las armas confiscadas a los miembros de las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC) que se han rendido tras cruzar la frontera desde Goma, en la República Democrática del Congo, a Gisenyi, Ruanda, el 27 de enero de 2025.
El grupo ha acusado al gobierno del Congo de no cumplir con el acuerdo de paz y de no integrar plenamente a los tutsis congoleños en el ejército y la Administración.
También ha prometido defender los intereses de los tutsis, en particular contra las milicias étnicas hutus, como las FDLR, fundadas por hutus que huyeron de Ruanda tras participar en el genocidio de 1994 de cerca de un millón de tutsis y hutus moderados.
Desde principios de 2025, los rebeldes han tomado nuevos territorios y han llegado a Goma, la capital de la provincia de Kivu del Norte, lo que ha obligado a cientos de miles de personas a huir de sus hogares.
Durante más de un año, el M23 ha controlado la región minera de coltán de Rubaya, en el Congo, generando unos 800.000 dólares al mes a través de un impuesto a la producción, según informa la ONU. La expansión del grupo a nuevos territorios en las últimas semanas le da margen para adquirir más ingresos mineros, dicen los analistas.
El movimiento rebelde niega que el control de la región de Kivu del Norte sea por la minería pero, tan solo allí hay oro, coltán, uranio, diamantes y minerales raros como turmalina o wolframio, utilizados para la industria cosmética y para circuitos eléctricos.
El valor conjunto de todos los minerales del Congo se estima en 24 mil millones de dólares. Lo que ha llevado a que la zona, rica en materias primas, sea codiciada por numerosos intereses económicos y grupos armados.
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El grupo rebelde M23, apoyado por Ruanda, toma el control de la ciudad congolesa de Goma.
Ahora, el último grupo de insurgentes del M23 liderados por los tutsis ha tomado las armas contra las fuerzas congoleñas.
¿Por qué Ruanda?
El gobierno del Congo, funcionarios de la ONU y potencias occidentales, incluido Estados Unidos, han acusado a Ruanda de alimentar el conflicto al desplegar miles de sus propias tropas y armas pesadas en suelo congoleño en apoyo del M23.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo ya en 2024 en una entrevista a France24 que "el M23 es un Ejército moderno con armamento pesado y equipamiento más avanzado" que los cascos azules de la ONU sobre el territorio.
Las acusaciones se basan en un informe de 2022 de un Grupo de Expertos de la ONU que dijo que tenía "pruebas sólidas" de que las tropas ruandesas habían estado luchando junto a los rebeldes del M23.
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El grupo rebelde M23, apoyado por Ruanda, toma el control de la ciudad congolesa de Goma.
Ruanda, que siempre ha negado apoyar a los rebeldes, afirma que ha tomado lo que llama medidas defensivas y acusa al Congo de luchar junto a las FDLR, que han atacado a los tutsis en ambos países.
Ruanda tiene una larga historia de intervenciones militares en el Congo. Junto con Uganda, invadieron el país en 1996 y 1998, alegando que se defendían de grupos milicianos locales y en represalia por el genocidio en Ruanda contra los tutsis en 1994.
Sin visos de paz
Los combates se han recrudecido, y han terminado por explotar este lunes, después de que el pasado 15 de diciembre se suspendiera una cumbre de paz en Angola y en la que debían participar los presidentes congoleño y ruandés, Félix Tshisekedi y Paul Kagame, respectivamente.
En una reunión previa de los ministerios de Exteriores de la RDC y Ruanda no hubo consenso para que el M23 participase, mientras Ruanda optaba por el sí, la RDC se opuso.
Por tanto, en lugar de la cumbre tripartita entre los mandatarios de ambos países y el mediador a instancias de la Unión Africana, el presidente de Angola, João Lourenço, se celebró una reunión entre el propio Lourenço y Thsisekedi. Por lo que las opciones de diálogo o de paz, siguen estancadas.