Las labores diplomáticas del Vaticano han sido tan sigilosas que cuando el pasado lunes el enviado especial de la Santa Sede a Venezuela, monseñor Emil Paul Tscherrig, anunció para este domingo la apertura del diálogo a muchos les pilló con el pie cambiado.
El 12 de agosto, en la última ocasión que desde la plaza de San Pedro se refirieron de manera explícita a este asunto, el secretario de Estado, Pietro Parolin, afirmó que la Santa Sede estaba dispuesta a intervenir si había una petición explícita tanto del Gobierno como de la oposición y siempre que estos hubieran iniciado antes el diálogo.
El mensaje de Parolin fue enviado por carta al secretario general de Unasur, Ernesto Samper. Es notorio que tanto Samper como el ex mandatario español José Luis Rodríguez Zapatero, así como los expresidentes de Panamá, Martín Torrijos, y de la República Dominicana, Leonel Fernández, llevan preparando el diálogo durante las últimas semanas.
De modo que cuando Tscherrig, quien se incorporó a este grupo el 22 de octubre, dio la noticia tras un encuentro sorpresa entre el papa Francisco y el presidente Nicolás Maduro, la reacción de los opositores daba a entender que no se les había consultado. El excandidato presidencial, Henrique Capriles, aseguró que se enteró ese mismo día de la apertura del diálogo y que Francisco trataba con alguien que había dado un “golpe de Estado” en Venezuela.
Lo cierto es que para avanzar en la reconciliación, el pontífice ha evitado desairar al gobierno del país latinoamericano. Ya se reunió con Maduro hace un par de años, en 2015 el presidente venezolano canceló a última hora una cita prevista en el Vaticano argumentando que sufría una “otitis aguda” y antes del último encuentro Francisco envió una carta a Caracas de la que no se difundió el contenido.
Venezuela es un asunto prioritario para Bergoglio, como ha demostrado en más en un discurso desde el balcón de San Pedro, y para ello ha puesto en marcha a toda la maquinaria diplomática a su servicio. Como asegura Massimo Faggioli, profesor de Teología y Estudios Religiosos de la Universidad de Filadelfia, “Benedicto XVI era mucho más cauto en estos asuntos, pero Francisco ha demostrado que no tiene miedo de meter las manos en el fango recuperando una intensa actividad negociadora”. Faggioli piensa que Venezuela será el gran test de la diplomacia vaticana, que actúa “a través de sus cauces tradicionales” con estos actores.
Pietro Parolin
Secretario de Estado del Vaticano y mano derecha de Francisco, es quien verdaderamente lleva las riendas de la negociación en Venezuela. Conoce perfectamente el país porque fue nuncio apostólico (embajador vaticano) en Caracas desde 2009 hasta su vuelta a Roma en 2013. Allí le tocó lidiar con Hugo Chávez, pero también con Maduro, que ejercía entonces como ministro de Exteriores y vicepresidente a partir de 2012.
Buen conocedor de la diplomacia vaticana, Parolin tuvo que contener en más de una ocasión a los obispos venezolanos, abiertamente enfrentados con Chávez. Por eso ahora también a los prelados de aquel país les ha pillado por sorpresa la iniciativa lanzada por la Santa Sede, como publica la revista Vida Nueva.
A sus 61 años, el secretario de Estado más joven de la historia del Vaticano conduce la actividad diplomática. Aunque cuenta también con el apoyo de su lugarteniente, Paul Richard Galagher, secretario vaticano de las Relaciones con los Estados.
Emil Paul Tscherrig
Nuncio apostólico en Argentina y enviado especial del Vaticano para impulsar definitivamente la iniciativa de diálogo, Tscherrig es también una persona cercana a Francisco. Sólo coincidieron un año, pero Bergoglio tuvo tiempo de conocerlo cuando en 2012 Tscherrig fue nombrado representante diplomático del país natal del papa. Desde entonces ha tenido un papel importante en la relación entre Francisco y la presidenta Cristina Fernández, y ahora con el actual mandatario Mauricio Macri.
Tscherrig nació en Suiza en 1947 y antes de recibir este encargo personal del papa ha actuado como diplomático vaticano en medio mundo. Desde Burundi, las Antillas o Corea, pasando por Dinamarca, Noruega o Suecia. Previamente a la apertura oficial del diálogo, el opositor Henry Ramos Allup confirmó que se había reunido con Tscherrig.
Claudio Maria Celli
El arzobispo italiano, de 75 años, forma parte desde hace décadas de la Curia romana. Ganó experiencia en la Secretaría de Estado durante las negociaciones con Israel en los 90 y después se encargó de la comunicación del Vaticano durante los últimos diez años. Relegado ahora por los encargados de renovar la estructura comunicativa, sigue siendo un hombre fuerte tras los muros de San Pedro.
Su participación en la cita de Caracas este domingo fue una sorpresa, porque no había participado antes en las negociaciones. Leyó la declaración conjunta en la que explicó la formación de cuatro mesas de trabajo –que estarán coordinadas por la Iglesia y Unasur y en las que Zapatero dirigirá una- y consideró este encuentro como un “buen comienzo”.
Aldo Giordano
El actual nuncio en Caracas también estuvo presente en esas conversaciones. Aunque su perfil está un escalón por debajo, por lo que el Vaticano ha decidido enviar refuerzos. Giordano obedece a un perfil más tradicional en el Vaticano, italiano y europeísta, aunque también forma parte de una nueva generación.
Tiene 62 años y antes de sustituir a Parolin como nuncio en Venezuela fue durante cinco años Observador Permanente de la Santa Sede en el Consejo de Europa en Estrasburgo. Será el responsable de evaluar los avances que se consigan a partir de este domingo.
Según el profesor Faggioli, todos los actores conocen muy bien la realidad latinoamericana y en particular un país como Venezuela. Y no es casual que también la Compañía de Jesús, la orden católica más numerosa, haya elegido como nuevo superior a Arturo Sosa, venezolano, sacerdote y politólogo.
Sosa no está implicado directamente en el diálogo, aunque podría acompañar la iniciativa. En su primera rueda de prensa como líder de los jesuitas no ahorró críticas para Maduro y la oposición, de la que dijo que tampoco tiene un proyecto, aunque afirmó que “es necesario construir puentes”.
Tras varios cambios de opinión la oposición acudirá a las negociaciones que finalmente parece que se celebrarán en Caracas y no en la isla de Margarita, según publica Efe. Es la primera de las exigencias de los opositores que se ha visto cumplida. La falta de unidad entre ellos preocupa también en el Vaticano, pese a que por primera vez han conseguido asociarse con un mínimo de entendimiento en torno a la Mesa de Unidad Democrática, con la premisa de desbancar del poder a Nicolás Maduro.
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