Dos bandas enfrentadas, una organización criminal que controla el tráfico de drogas entre rejas y otra con gran influencia en Sao Paulo y muy extendida por el país: la Familia do Norte (FDN) contra el Primer Comando de la Capital (PCC). La primera masacra a la segunda mientras otros reos graban las escenas de violencia. Emplearon armas de fuego, y el juez Luís Carlos Valois que ayudó en las negociaciones, pudo ver “muchos cuerpos descuartizados”, según relató después en su cuenta de Facebook. Resultado: 56 muertos. No es una película de terror, es la realidad que vivió una cárcel de la Amazonía brasileña por Año Nuevo.
La rebelión en el Complejo Penitenciario Anísio Jobim, que comenzó el 1 de enero y se extendió hasta el día siguiente, permitió la fuga de decenas de presos. En las mismas horas, otras cuatro personas resultaron asesinadas en otra prisión de la misma región, Manaus (Amazonía). Uno de los fugados, llamado Brayan Bremer, incluso llegó a presumir de su huida en Facebook con selfis en medio de la selva junto a otros huidos. A él ya le han apresado de nuevo, pero de los 184 presos que celebraron la llegada de 2017 con su fuga, las autoridades sólo han conseguido volver a detener a 40, de acuerdo con el último balance oficial.
Los familiares de los presos reclaman información sobre los fallecidos. Juliano Neves, de 28 años, ha contado al diario brasileño O Globo que fue a las puertas del Instituto Médico Legal a preguntar por su primo, Luciano Santos, que cumplía condena por robo. Inicialmente le dijeron que no estaba entre las víctimas mortales, sino entre los prófugos. Sin embargo, 24 horas más tarde los forenses confirmaron que sí estaba entre los muertos.
El caos que ha vuelto a poner sobre la mesa esta masacre es un trágico reflejo de las graves deficiencias que arrastra el sistema penitenciario brasileño, si bien es cierto que en forma de la segunda peor masacre que se recuerda entre rejas. La única que la supera en número es una en la que fallecieron 111 personas en 1992 en Sao Paulo. “Nunca había visto nada igual en mi vida, esos cuerpos, la sangre...”, ha confesado el juez Valois.
En los últimos cinco años la población carcelaria ha crecido “de manera absurda” hasta más de 600.000 presos, con condenas de prisión preventiva generalmente relacionadas con el narcotráfico, explica el sociólogo y ex secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal de Brasilia, Arthur Trindade, al diario Folha do Sao Paulo. En la Amazonía, el 58% de los presos están entre rejas de forma preventiva. Aumentar los presos, por lo tanto, no es la solución a la criminalidad, apunta Trindade.
Amnistía Internacional (AI) denuncia que la cárcel de la masacre estaba “superpoblada”, con 1.200 detenidos cuando su capacidad era apenas de 454, de acuerdo con datos de la propia Administración Penitenciaria de la Amazonía. “La superpoblación y las pésimas condiciones del Complejo de Anísio Jobim, así como del sistema penitenciario de la Amazonía en su conjunto ya fueron denunciadas por el Consejo Nacional de Justicia y por el Mecanismo Nacional de Prevención y Lucha contra la Tortura, pero las autoridades no adoptaron las medidas necesarias y la situación se deterioró”, ha afirmado Renata Neder, la asesora de derechos humanos de AI en Brasil. La organización pide una depuración “inmediata, independiente y completa” de responsabilidades.
Desgraciadamente no nos sorprende la masacre de Manaus. Su situación caótica es una situación habitual en las prisiones de Brasil
“Desgraciadamente no nos sorprende [la masacre de Manaus]”, completan desde la oficina de Amnistía en un correo a EL ESPAÑOL. Aunque consideran que “la situación se habría podido evitar”, puesto que ya había informes advirtiendo sobre la “caótica situación” en ese penal, señalan que en realidad la del Complejo Penitenciario Anísio Jobim es “una situación habitual en las prisiones de Brasil”. En 2014, la población penitenciaria superaba la capacidad de las cárceles en más de 250.000 personas, según datos del Ministerio de Justicia e Infopen recopilados por Folha do Sao Paulo.
Camila Caldeira Nunes, profesora de la Universidad Federal ABC en Brasil y autora de un libro sobre la banda PCC, que en la última masacre de Manaus fue la víctima, ha explicado en los medios locales que la Familia del Norte es una banda regional predominante en la Amazonía relevante en el narcotráfico y le hace la competencia al PCC, que aunque surgió en Sao Paulo, está fuertemente extendida por todo el país.
Desde Amnistía Internacional reconocen a este diario que “no hay medidas sencillas” y sugiere que deben replantear todo el sistema público de seguridad y la justicia penal reenfocado a la protección de las vidas de los ciudadanos. “Hoy no es más que un ciclo tóxico de encarcelamiento masificado y asesinatos centrados en la guerra contra las drogas. Como resultado, Brasil es el país con el mayor número de homicidios en todo el mundo y el cuarto país con el mayor número de personas encarceladas, después de Rusia, China y EEUU”. La otra medida prioritaria que pide Amnistía es agilizar las vistas judiciales, pues “muchos de los presos están esperando un juicio. Habitualmente están encarcelados más tiempo de aquel al que les condenan después”.