El Parlamento argentino inicia este miércoles un nuevo año de sesiones ordinarias. El presidente, Mauricio Macri, ofrecerá el tradicional discurso en el que se repasan los principales retos del Ejecutivo de cara a 2017, con la mirada puesta ya en las elecciones legislativas del próximo mes de octubre y en un momento en que la figura del mandatario está envuelta en polémica tras una cadena de errores políticos que ha tenido que subsanar.
En su discurso, como marca la tradición, hará también balance del último año de gestión ante el pleno de las dos cámaras y en presencia de los gobernadores provinciales, diplomáticos, jueces y todo su gabinete. Es la segunda ceremonia que protagoniza Macri como jefe de Estado y el contexto de este año es bien distinto al que se encontró el año pasado, apenas tres meses después de asumir la presidencia.
En la actualidad, el presidente está siendo cuestionado por el rumbo de la economía y se espera que el tono del acto sea puramente político, con la vista puesta en las elecciones de octubre que podrían significar la vuelta a la primera línea política de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
En los comicios de octubre se renovará un tercio del Senado y la mitad de la Cámara de Diputados para el período 2017-2021. El mandatario se ha mostrado confiado estos días con que la coalición oficialista Cambiemos gane porque, en su opinión, hay una mayoría que quiere progresar, vivir con tranquilidad y formar parte del mundo.
"Yo soy presidente no porque inventé un cambio sino porque lo decidieron los argentinos", dijo Macri durante una entrevista en la radio local Continental. En esta entrevista, el presidente argentino reconoció que 2016 ha sido un año "duro" pero considera que su Gobierno ha sentado "las bases para crecer" y seguir dialogando con otras fuerzas para aprobar cada medida en el Parlamento que, incluso, recordó, "contó con el apoyo del peronismo".
Los últimos baches del gabinete de Macri
Las polémicas que ha arrastrado en su primer año de gestión planearán sobre su discurso. Además, sus últimos tropiezos políticos le han costado al presidente conservador un revés en su nivel de popularidad, que hasta el momento se mantenía entre los mejor valorados de la región.
La primera de las fallidas medidas se produjo cuando el Gobierno canceló por decreto la inamovilidad festiva del 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y Justicia en Argentina, que coincide con el aniversario del último golpe militar, lo que provocó la indignación de las asociaciones de derechos humanos.
Finalmente, Macri rectificó y congeló la fiesta, pero la polémica volvió a saltar cuando su gabinete decidió bajar las pensiones, ya de por sí muy reducidas, una medida que generó polémica en la calle y obligó al Ejecutivo a recular.
Además, a comienzos de febrero, una fiscal cuestionó con dureza el acuerdo que en junio pasado el Ministerio de Comunicaciones alcanzó con el Correo Argentino, cuyos accionistas son familiares del presidente, por una deuda millonaria con el Estado pendiente desde 2001. La procuradora señalaba un supuesto perjuicio económico para el Estado y un eventual conflicto de intereses, al tratarse el Correo de una empresa subsidiaria del grupo Macri.
Macri tardó una semana en dar una rueda de prensa en la que defendió al ministro argentino de Comunicaciones, Oscar Aguad, y aseguró que él no tuvo intervención alguna en el trato, admitió que hubo errores en la "difusión de lo que se estaba haciendo" y ordenó volver a negociar otro acuerdo.
Tanto la oposición como sus aliados políticos en el Congreso advierten de que el cupo de errores ya está agotado, por lo que el Gobierno deberá ser cuidadoso a partir de ahora si quiere obtener la reválida de los electores en octubre, cuando se renovará un tercio del Senado y la mitad de la Cámara de Diputados.
Mientras tanto, los sindicatos convocaron una movilización para el próximo 7 de marzo en protesta por la recesión económica en el país, una suerte de ultimátum de un sector que hasta ahora ha sido más un aliado que un enemigo para el Ejecutivo.