El Gobierno de Venezuela no tuvo necesidad de aparentar su incomodidad y dejó a un lado la diplomacia ante los países que integran la Organización de Estados Americanos. Se podría decir que se quedó desnudo ante sus vecinos. La sesión extraordinaria del Consejo Permanente, que fue convocada por 14 de las 35 naciones que conforman al bloque regional, buscaba debatir la crisis venezolana, pero terminó abruptamente cuando Samuel Moncada, viceministro para América del Norte y el hombre designado por Nicolás Maduro para representarlo ante el foro de Washington, dirigió críticas individualizadas a varios de los gobiernos de la región, rompiendo el protocolo y las formas de la organización.
“En México ocurren cosas mucho mas graves. Pensamos sinceramente que Venezuela necesita tanto un grupo de la OEA como México necesita el muro”, fueron las palabras de Moncada que generaron el malestar inmediato en Luis Alfonso de Alba Góngora, representante permanente de los mexicanos ante el órgano multilateral, que propuso evaluar mensualmente la situación venezolana. Alba calificó los términos utilizados por Moncada como “impertinentes” antes de abandonar la sesión.
Brasil, Colombia, Estados Unidos y Canadá fueron otros de los gobiernos bajo la mira del representante de Maduro. Moncada disparó uno a uno: mencionó que Michel Temer era un golpista, que Colombia debía ocuparse por controlar el narcotráfico y parar el contrabando de gasolina venezolana hacia su territorio, que los estadounidenses presionaban a países más pequeños en contra de Venezuela en un afán imperialista y que los canadienses tienen una “ceguera moral”.
Respuesta venezolana a las recomendaciones
Todo eso después de escuchar las recomendaciones por parte de sus vecinos que en algunos casos pedían independencia de poderes en Venezuela, mayor aceptación de la disidencia, la creación de un “grupo de amigos” que ayudara a mediar entre las partes o una solución a la crisis de alimentos y medicinas que ha empujado a miles de venezolanos a emigrar hacia otros países de América.
Moncada trató durante una hora de impedir el inicio de la sesión, con el apoyo de los representantes de Bolivia y Nicaragua, alegando “injerencia” por parte de la OEA ya que, según advirtió en reiteradas ocasiones, la sesión fue convocada sin el consentimiento de Venezuela y por lo tanto “violaba el espíritu” de los estatutos del organismo.
DIÁLOGO Y NEGOCIACIÓN
A pesar de que el Gobierno de Venezuela ha insistido en que el fin último de las acciones de la OEA y de su secretario general, el uruguayo Luis Almagro, es promover una invasión extranjera contra la “revolución bolivariana”, los delegados interamericanos se mostraron preocupados por la crisis humanitaria que atraviesan los venezolanos y dijeron estar dispuestos a promover un “diálogo sincero” entre el chavismo en el poder y la oposición.
“Es urgente la liberación de los presos políticos”, expuso Elisa Ruiz Díaz, embajadora de Paraguay, quien destacó el caso de Leopoldo López como uno de los más emblemáticos. También exhortó a que las autoridades presentaran un candelario electoral que incluya las elecciones regionales que se debieron realizar el pasado mes de diciembre y que fueron pospuestas por el Consejo Nacional Electoral de forma indefinida.
Nicaragua, gobernada por Daniel Ortega, uno de los grandes aliados de Maduro, fue vehemente en su defensa: “Venezuela está siendo objeto de un linchamiento político; es una campaña destructiva “sin precedentes”.
¿VENEZUELA RENUNCIARÍA A LA OEA?
El secretario Almagro aprovechó la oportunidad para dirigir unas palabras a la delegación venezolana que lo calificó como un “instrumento imperial” para derrocar al chavismo. “La democracia no existe solo cuando es conveniente, debe imperar en todo momento. No es intervencionista la defensa de los derechos humanos”. El uruguayo, que semanas atrás elaboró un extenso informe en el que proponía a la OEA revisar el caso venezolano y aplicar medidas, pidió que el “orden constitucional” fuese restaurado “con urgencia”.
Este debate se dio justo el día en el que el Tribunal Supremo de Justicia declaró que los diputados de la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, carecían de inmunidad al encontrarse el Parlamento en “desacato”.
La Sala Constitucional del máximo tribunal también otorgó poderes al presidente Maduro para que “tome las medidas civiles, económicas, militares, penales, administrativas, políticas, jurídicas y sociales que estime pertinentes y necesarias para evitar un estado de conmoción” y le ordenó ejercer acciones internacionales que crea pertinentes “para garantizar la gobernabilidad del país”.
Maduro: "Un triunfo popular"
El presidente venezolano, una vez terminada la sesión, aseguró que la jornada fue “un triunfo popular para Venezuela”, ya que ni se aprobó un comunicado conjunto de la OEA, ni se aplicó la “Carta Democrática” al país, que estipula sanciones diplomáticas a las naciones que entren en una ruta dictatorial.
"Derrotamos a la coalición fracasada", dijo Maduro desde Caracas y siguió la misma línea mostrada por Moncada en Washington al asegurar que la carta fundacional de la OEA "ha sido violada" por los países que se dedicaron a debatir sobre Venezuela en contra de la voluntad de su Gobierno.
A esto se suma la sentencia del Supremo que redefine los límites de la inmunidad de la que gozan los diputados del Parlamento de ese país -controlado por la oposición- y pidió acciones del Ejecutivo para conservar el "orden constitucional".
Los parlamentarios pierden así la inmunidad y podrán ser detenidos y juzgados por los delitos que se estimen. De esta forma, el Gobierno gana una batalla que deja desprotegida a la oposición.
Pero Venezuela no pretende quedar aislada y por eso se apoyaría en otros multilaterales: "Hemos construido nuestros propios instrumentos”, recordó Maduro al referirse a tres organismos regionales de nueva data como Unasur, el Celac y el Alba, que históricamente han respaldado a la “revolución bolivariana”.