El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, lleva meses siendo lo que llaman "acompañantes" del proceso venezolano. Es miembro de la terna internacional que sí recibe Nicolás Maduro, junto con el expresidente de Panamá, Martín Torrijos, y el de República Dominicana, Leonel Fernández.
Su objetivo es buscar una salida dialogada a un conflicto que sigue enconándose día a día mientras Maduro no convoque el referéndum revocatorio o nuevas elecciones.
Rodríguez Zapatero ha viajado varias veces a Caracas; se ha hecho fotos con Maduro; ha visitado a Leopoldo López en la prisión (esto sin imágenes) para pedir luego que los presos políticos salgan de la cárcel y en su camino incluso ha ido de la mano de un extraño compañero de viaje: el Vaticano, considerado un "acompañante especial" en el proceso.
Sin embargo, ni Zapatero ni el Papa han conseguido que se produzcan avances en la implementación de la oposición en la vida política del país ni en la apertura hacia un proceso dialogado para evitar los choques constantes entre ambos poderes establecidos.
La oposición venezolana, que tiene mayoría en el Parlamento, ha acusado al expresidente español de dejarse manipular por el Gobierno de Maduro. Uno de sus máximos representantes, Henrique Capriles se ha encontrado varias veces con Zapatero pero la visión que tiene del español es la "del salvador de Maduro y no de Venezuela".
"A Rodríguez Zapatero nunca le gustó el referéndum revocatorio pero él no puede decir si le gusta o no como mediador. Es un derecho constitucional y lo único que ha hecho es apuntalar a Maduro", aclara Capriles cada vez que se le pregunta.
El padre de Leopoldo López advirtió ya en una entrevista con EL ESPAÑOL que la intención de Zapatero era "dejar todo como está, no celebrar el referéndum revocatorio, no liberar a los presos políticos, no respetar a la Asamblea, no hacer ninguna de las cosas que ha pedido la Organización de Estados Americanos (OEA). Eso no es mediar, eso es ganarle tiempo al Gobierno de Maduro".
De hecho, la actuación más polémica de Zapatero ha sido, precisamente, ante la OEA. El pasado 27 de marzo, la ministra de Asuntos Exteriores venezolana, Delcy Rodríguez, comparecía ante esta organización internacional tras la petición de 14 países miembros que exigían la convocatoria inmediata de elecciones en el país.
Ese mismo día, los tres "acompañantes" escribieron una carta a la OEA en la que se recriminaban las acciones de presión y se pedía diálogo para Venezuela. "Desde nuestra experiencia en esta tarea, queremos afirmar con total convicción que el diálogo político y la búsqueda de acuerdos es la alternativa más razonable y sensata ante la situación de Venezuela. Preservar la paz y poner fin a un conflicto tan profundo no permite atajos, sólo una paciente perseverancia podrá tener resultados satisfactorios”.
El primero en firmarla: Rodríguez Zapatero. No lo hizo así El Vaticano.
Delcy Rodríguez hasta colgó en Twitter la carta que fue como un huracán de aire para el Gobierno de Maduro que se veía cada vez más aislado y asfixiado a nivel internacional y comparecía ante el resto de sus vecinos.
Lo que aplaudían desde Caracas dejó atónitos a los miembros de los países latinoamericanos que conforman la OEA y a toda la oposición venezolana y ya no tanto por lo que dice la carta como el momento elegido para respaldar a Maduro. Y eso que las palabras, en diplomacía, se deben medir siempre hasta en las comas.
Los últimos acontecimientos ocurridos en Venezuela han venido a poner todavía más en entredicho el papel de Zapatero en el proceso. La decisión del Tribunal Supremo de retirar los poderes a la Asamblea Nacional, aunque luego haya reculado, no ha hecho más que mostrar más claramente lo solo que está el Gobierno de Maduro en el mundo y, algo más delicado, las fracturas que vive el propio chavismo en el país.
Son precisamente esas grietas en el movimiento gubernamental las que hicieron a Maduro pedir al Supremo que revisara las sentencias y las que han hecho que el tribunal recule en su decisión.
La OEA se reúne de forma extraordinaria este lunes con una propuesta en la mesa: expulsar a Venezuela si no convoca un proceso electoral en 30 días. Y mientras Zapatero sigue apostando por el diálogo.