México DF

Es cada poco. Un titular en los periódicos mexicanos. Hallan XX cadáveres en fosa clandestina. El lugar puede ser un predio en Guerrero. Un campo pegado a una ciudad de Jalisco. El rural en Tamaulipas. Pegado al puerto de Veracruz. Dentro de una casa por Chihuahua. Más cuerpos que cabezas en Guerrero.

A no ser que la fosa sea la más grande encontrada hasta entonces o demasiado cruel, difícil que llegue a primera plana. Pero si se suman y se suman dan al menos 1.075 fosas encontradas con 2.014 cuerpos entre 2007 y 2016. Violencia y Terror se llama el informe más reciente y uno de los más completos sobre la tragedia. Los familiares de los desaparecidos hablan de México como una gran fosa clandestina y un Estado fallido.

Lamentablemente, Lucy Díaz pertenece a ese grupo. Su hijo fue secuestrado el 28 de junio de 2013 en el puerto de Veracruz y nunca más se supo. “Yo trato entonces de buscar una manera, algún vehículo que me transmitan las autoridades para yo encontrarlo y me di cuenta muy rápido que las autoridades de México están muy incapacitadas para la búsqueda”, dice la fundadora del Colectivo Solecito, un grupo de madres de Veracruz que ha encontrado por sus medios más de 130 fosas.

“Una pensaría que le secuestran a un hijo y van a correr a buscarlo, pero no, y esa es la primera sorpresa. La segunda es que México es un país atrasado en términos de justicia, investigación, rendición de cuentas, no hay Estado de Derecho”.

Las cuentas del informe Violencia y Terror son en base a informes oficiales, cifras de ONG y noticias en prensa, por lo que advierten que es probable que no estén todas las que son, pero si son todas las que están. De los 32 Estados, en 19 se han encontrado fosas.

Pedagogía del miedo

Para sus autores, dejar los cadáveres así tiene como objetivo tanto eliminar los cuerpos como dejar pruebas visibles de la violencia ejercida. Esto genera una pedagogía del miedo: crea terror y hace alarde de la impunidad. En México hay, de acuerdo a cifras oficiales, 30.000 desaparecidos.

Díaz, que en otra vida es catedrática de universidad, se da cuenta de que si no hace ruido nadie va hacer nada. Se junta con otras siete madres-“eramos tan poquitas”- y hace un grupo de WhatsApp para organizarse. “Es una carrera de resistencia, nos querían dar largas hasta que nos cansásemos”. Comienzan a crecer sus filas, a recibir talleres de derecho y ciencia forense. Tienen que ponerle nombre al grupo. La foto de perfil era un solecito. Hoy son decenas.

“Entonces yo vi que las madres de Iguala se van a los montes sin nada a buscar y escarbar y pienso que nosotras tenemos que hacer lo mismo”, explica, “nos fuimos entonces allá a que nos enseñaran como trabajaban”. Comenzaron a juntar dinero y compraron las herramientas necesarias. También a planear donde iban a ir a buscar.

Detrás de cada fosa clandestina están las historias de víctimas directas e indirectas que se han visto afectadas a causa de la violencia de agentes estatales y no estatales

Durante una manifestación de mayo de 2016 les dieron el empujón final. Dos hombres se bajaron de una camioneta. A toda velocidad les dieron un mapa dibujado a mano y se fueron. Era de Colinas de Santa Fe, pegado al puerto de Veracruz, pegado a una zona residencial. En una esquina había un montón de cruces y una palabra: "Cuerpos". Era el empujón que les faltaba.

“Usamos la misma técnica que en Iguala. De entrada hay que ver el terreno y si es candidato o no. Hay menos vegetación, está sumido, hay veces que hasta está marcado”, explica, “luego metemos una varilla profunda de dos metros y medio y la olemos entera. Si huele a detritus, hacemos un hoyo lo suficiente grande para poder palear y bajamos como dos metros. Si encontramos restos, damos aviso a la fiscalía para que los vengan analizar”. Así llevan casi 140 fosas y más de 270 cuerpos. Esta llegó a las portadas de los diarios como la fosa clandestina más grande jamas encontrada.

Nuevas formas de memoria



“El hallazgo de fosas clandestinas en México se ha convertido en un hecho recurrente durante los últimos diez años, dentro de un contexto de violencia y violaciones a derechos humanos que se ha extendido a lo largo y ancho del país”, escriben en el informe Violencia y Terror, “detrás de cada fosa clandestina están las historias de víctimas directas e indirectas que se han visto afectadas a causa de la violencia generada por distintos agentes estatales y no estatales a lo largo de estos últimos diez años”.



Con su análisis, la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México y la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de Derechos Humanos quieren generar una base de datos que sirva para reducir la impunidad, crear nuevas formas de memoria y ayudar a las políticas de prevención en una realidad que califican, por su dimensión y características, como uno de los apartados más trágicos de la historia mexicana. En sus conclusiones, advierten que no confían en que las instituciones del Estado y la justicia tengan ni la capacidad ni la voluntad de esclarecer los hechos tras cada fosa.



“Colinas de Santa Fe está en la entrada del puerto de Veracruz, una zona vigilada 24 horas al día, de importancia estratégica. No es un campo. Colinda con un fraccionamiento residencial grandísimo”, y se pregunta Díaz, “¿cómo pueden hacerse una cosa así ahí y que las autoridades no lo sepan? Tienen que estar involucradas”.

Javier Duarte, el anterior Gobernador del PRI en Veracruz acusado de diversos delitos de corrupción, huyó a Guatemala, donde fue detenido en Semana Santa. Acaba de aceptar que le extraditen a México. Según Díaz, con el nuevo máximo mandatario, el panista Miguel Ángel Yunes, la relación no ha mejorado. Mientras el 'Solecito' sigue trabajando. Ella está segura de que en breve encontraran otra fosa más, con otros cuerpos. Se suman y se suman.