"He vuelto a ser una estadística". Así empieza el relato de Clara Averbuck, escritora brasileña y activista por los derechos de las mujeres que ha denunciado a través de las redes sociales haber sido víctima de abusos sociales por parte de un conductor de Uber. "Fui violada otra vez, violada porque soy mujer, violada porque estaba en una situación vulnerable (...) El mundo es un lugar horrible para ser mujer". En su cuenta de Facebook la escritora cuenta como un conductor de Uber, aprovechándose de su estado de embriaguez, la empujó fuera del coche y le metió un dedo en la vagina.
La denuncia se compartió más de 3.000 veces en Facebook, tuvo más de 47.000 reacciones y se hizo viral. Muchos de los comentarios recibidos eran de otras mujeres denunciando los abusos de los que habían sido víctimas y Averbuck aprovechó la atención mediática y social para lanzar una campaña en las redes contra la violencia hacia las mujeres. Con el hashtag #MeuMotoristaAbusador (Mi Conductor Acosador), la escritora ha invitado a otras mujeres a compartir sus historias de abuso en las redes. "Estamos, yo y otras mujeres que han sufrido abusos y que también tienen historias horrorosas que contar, construyendo una acción para transformar esta mierda en algo positivo", contaba la escritora en Facebook.
En pocos días, las mujeres brasileñas inundaron las redes sociales con los relatos de abusos sufridos. "Que mi caso sirva para que otras mujeres no tengan miedo de denunciar lo que les ha pasado. Que no se sientan culpables. (...) La culpa no es de las mujeres. Es de un sistema que nos victimiza. Es de quien se piensa que una mujer que no vive en una burbuja de castidad se merece que la violen", dice Averbuck en una carta publicada por la revista Claudia.
Una mujer violada cada 11 minutos
Cuando la escritora habla de "ser una estadística" no se trata de una metáfora. En Brasil, una mujer es violada cada 11 minutos, según el último informe del Foro Brasileño de Seguridad Pública (FBSP), con datos de 2015. El mismo documento refiere que, pese a la violencia de los datos, estos podrían representar simplemente un 10% de los casos realmente ocurridos en el país, una vez que los abusos sexuales siguen siendo los crímenes menos denunciados.
La misma Clara Averbuck optó por no denunciar los hechos a las autoridades, al menos por ahora: "Los crímenes sexuales son los únicos donde la víctima tiene que demostrar que ha existido un crimen. Yo no tengo semen dentro de mi, solo un ojo morado, ¿cómo puedo demostrar algo?", dice en un vídeo colgado en Facebook. "No fui a la comisaria. No confío en el sistema. He visto el tratamiento que se les da a las mujeres". Pese a no haber denunciado el caso a las autoridades, Uber se ha puesto en contacto con ella y ha anunciado que el conductor había sido retirado de la aplicación.
Una encuesta de marzo de este año realizada por Datafolha a pedido del FBSP desvelaba que un 29% de las mujeres brasileñas admitía haber sido víctimas de abuso verbal, físico o psicológico en el último año, pero un 52% no había denunciado los hechos.
En septiembre de 2006, Brasil introdujo una ley para combatir la violencia de género: la ley María la Peña, nombre de una mujer que luchó durante años por encarcelar a su marido por los abusos que le infligía. La ley aumentó las penas, creó tribunales y comisarias específicas para este tipo de delito y abrió centros de acogida para las mujeres. En 2009, un nuevo cambio en la ley amplió el concepto de violación: dejaba de referirse solamente a la penetración sin consentimiento e incluía otros actos como el sexo oral o la masturbación sin permiso de la otra parte.
"Nuestro silencio nos mata"
Pese a los avances, la sociedad brasileña sigue siendo muy conservadora y machista. Según los últimos datos disponibles del Atlas de la Violencia (publicado en 2016 pero con números de 2014) 13 mujeres mueren asesinadas al día en el país, una cada dos horas, más o menos. "Vivimos en un mundo que no nos respeta. Toda la masculinidad que se hace de violencia, dominación y la execración de todo lo que es femenino necesita ser repensado. El mundo es misógino, pero no nos callaremos", cuenta la activista en la carta publicada en la revista Claudia.
En declaraciones al medio Ponte Jornalismo, Averbuck insistía en la idea de que hay que hacer público el abuso para que la sociedad sea consciente. "Por ahora estoy intentando transformar lo que me ha pasado en algo positivo y que otras mujeres tengan el valor de hablar de ello. Porque la gente cree que un hashtag no cambia el mundo pero sí que cambia. Sí que cambia. Quien dice eso no sabe que es nuestro silencio el que nos mata. Hablar es el primer paso", dice.
No es la primera vez que la escritora es parte de la estadística. En mayo de este año, en otro post de Facebook, denunciaba la primera vez que había sido víctima de abusos. "Cuando fui violada por tres hombres, hace 24 años, a los 13 años, no había funk, no vivía en la favela, no llevaba shorts. Fue en una fiesta de alumnos en un instituto particular", dijo, para luego denunciar que se trata de un problema "estrutural". "Si la culpa de las violaciones fuese de la cultura de favela no ocurrirían por ejemplo en la Facultad de Medicina. (...) El problema es enorme, estrutural, cultural, no depende de la clase social, del poder adquisitivo y está en todos los lugares", concluyó.