Este sábado, decenas de personas salieron a la calle en San Luis (Misuri, EEUU), para protestar en contra de la decisión de un tribunal de absolver a un expolicía que, en 2011, mató a un joven afroamericano. Las protestas antirracistas volvían de esta manera a EEUU, tras la ola de violencia que se desató este verano enfrentando a supremacistas blancos y antifascistas en Charlottesville y Barkeley.
De un lado, los supremacistas blancos más conservadores. Del otro, Antifa, el grupo antifascista que lucha contra cualquier forma de racismo y sexismo, pelea por acabar con las políticas de inmigración de Trump y poner fin a la discriminación musulmana.
El grupo, catalogado por los sectores más conservadores como una organización de extrema izquierda, centra su defensa en el fin de la ideología de extrema derecha más que en la representación política.
Se alejan de la izquierda más tradicional y rozan el anarquismo con un firme discurso anticapitalista. Pero, ¿quiénes están detrás de las protestas antifascistas de Berkeley y Charlottesville? Los rostros, escondidos tras pañuelos negros durante las manifestaciones, se descubren y muestran su punto de vista sobre la condena -también violenta- que han ejercido en las protestas.
Exaltación contra el enemigo
El Washington Post ha entrevistado a algunos del los miembros antifascistas que luchan contra los movimientos racistas. Los jóvenes se unen en un grupo heterogéneo: unos pelean a través de la demanda pacífica, mientras otros, están abiertos a usar la violencia. Hay una sección del grupo Antifa que no descarta el uso de la violencia como método válido para la protesta, pero, no llega a ser el estímulo que mueve al grupo entero.
John Cookenboo (27 años) y Vincent Yochelson (23 años) comenzaron a protestar contra el racismo en 2009 cuando un policía estadounidense asesinó a Oscar Grant, un afroamericano de 22 años en la bahía Rapid Transit. Desde entonces, han participado en docenas de manifestaciones, incluyendo las marchas de Ocupar Oakland y Black Lives Matter. En los últimos años han participado en los movimientos contra el líder de extrema derecha Milo Yiannipoulos, en protestas violentas cuando Trump llegó a la Casa Blanca y los incidentes de Charlottesville.
Trump lo cambió todo. Desde que empezó su campaña presidencial, los supremacistas blancos salieron a la calle a manifestarse y Antifa se enfrentó a ellos. “Ha habido exaltación de ambas partes, somos enemigos los unos de los otros”, dijo Yochelson a The Washington Post.
En Washington, un antifascista enmascarado golpeó a Richard Spencer, un líder del movimiento alt-right (extrema derecha) que buscaba crear un estado sólo para blancos. La grabación del ataque generó una pregunta: ¿Está bien golpear a un fascista?
Violencia en ambas partes
El mismo día, un manifestante antifascista recibió un disparo en el estómago, al parecer, por parte de un partidario de Trump, durante manifestaciones contra un discurso del blogger de la derecha Milo Yiannopoulos en la Universidad de Washington en Seattle. La violencia que involucraba a ambas partes parecía estar en todas partes.
"No puedo entrar en demasiados detalles, pero definitivamente hubo un ambiente de violencia ese día", dijo Cookenboo refiriéndose a los incidentes de Berkeley. "Varias personas resultaron heridas, Vincent y yo ayudamos a algunas bastante ensangrentadas", continúa.
Sean Hines, de 20 años, fue una de las 13 personas detenidas en los enfrentamientos de Berkeley. Natural de Santa Rosa (California), se enfrentó a cargos de resistencia, según informaba The Press Democrat, el periódico de su ciudad. "Recibí un chorro de gas pimienta en la cara una vez, pero lo disfruté", dijo refiriéndose al día de los altercados. "Quería un propósito. Quería una identidad. Esa es la razón por la que me uní a Antifa ", dijo.
Para Hines, el antifascismo es la última en una sucesión de causas izquierdistas. Hace cuatro años se interesó por el anarquismo, después se unió al Ejército Republicano Irlandés y ahora, se considera a sí mismo ‘socialista libertario’, comunista y antifascista.
“Veo todos estos videos de personas que son muy racistas en el transporte público, en las tiendas o en cualquier lugar. Vemos este resurgimiento. Y no puedo hacer nada para ayudar a esas personas, aunque quiero hacerlo. Así que lo único que realmente puedo hacer cuando ocurren estas cosas es salir a marchar por la calle”, explica Cookenboo.