Una bala perdida mata a una persona cada dos días en las favelas de Brasil. El "incidente" no siempre salta a las portadas de los periódicos, salvo cuando se trata de un turista o de un extranjero, pero la violencia diaria ha vuelto a estos barrios, sobre todo en Río de Janeiro, después de las operaciones de pacificación que llevó a cabo la policía brasileña antes de los Juegos Olímpicos.

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La crisis económica y la corrupción en el país han devuelto los suburbios de las grandes ciudades a los enfrentamientos casi diarios que los hicieron tristemente famosos. Se han rebajado los presupuestos para las pacificaciones y muchos policías ni siquiera han cobrado los sueldos de peligrosidad que se les prometió por este trabajo.

De hecho, en el primer trimestre de 2017, los crímenes en estas zonas crecieron un 26% y las muertes derivadas de operaciones policiales, un 86%Según datos oficiales, en Río de Janeiro se registra una media de un tiroteo cada dos horas y, desde enero, han muerto más de 4.000 personas en actos de violencia, entre ellos más de 100 policías.

En esa triste estadística está María Esperanza Ruiz Jiménez, la turista española que murió por un tiro de la Policía brasileña mientras participaba en un tour por la Rocinha, la favela más grande de Río de Janeiro.

No ha sido la única extranjera que ha perdido la vida en estas calles. En menos de un año, tres turistas más han sido asesinados en estos suburbios bien por una bala equivocada bien porque los que se equivocaron fueron ellos y entraron con un GPS erróneo en una zona poco recomendable.

En diciembre de 2016, un turista italiano fue asesinado a tiros en la favela Morro dos Prazeres, cuando entró por error en este barrio junto con otro compatriota, con el que recorría América Latina.

En febrero, una argentina que viajaba con su marido y dos amigos más, también siguieron por error a su GPS y acabaron en un fuego cruzado en una zona peligrosa de la ciudad brasileña.

Otra equivocación, esta vez con el lenguaje, llevó a una familia británica, con sus tres hijos, a meterse de lleno en una favela el pasado mes de agosto. Buscaban agua pero acabaron en mitad del fuego cruzado de una banda de narcos que mató a la mujer en Angra dos Reis.

El Departamento de Exteriores de EEUU es consciente de que "las favelas de Río de Janeiro son un tema de curiosidad para muchos viajeros" de su país. Por eso advierten de su peligrosidad y de la nueva moda de apuntarse a ir de fiesta o de paseo por estos barrios.

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"Se insta a los viajeros a tener precaución al ingresar en favelas 'pacificadas' y no deben ingresar a las favelas que no están 'pacificadas' por el gobierno. Incluso en algunas favelas 'pacificadas', la capacidad de la policía para proporcionar asistencia, especialmente por la noche, puede ser limitada".

De hecho, las compañías turísticas locales han encontrado un filón en el negocio de los tours por las favelas y ofrecen todo tipo de modalidades: desde fiestas funk, hasta visitas de 4, 6 y más de nueve horas si se quiere visitar más de una (por sólo 73,6 euros la más cara).

"Varias compañías locales ofrecen 'tours en jeep por la favela' dirigidos a turistas extranjeros. Tenga en cuenta que ni la compañía de turismo ni la policía de la ciudad pueden garantizar su seguridad al ingresar a las favelas", continúan las recomendaciones del Gobierno de EEUU.

Una de las compañías de turismo de Rio de Janeiro ofrece la posibilidad de jugar un paintball en una favela, un viaje por sus grafittis, clases de percusión y hasta una fiesta en la calle para sentirse un habitante más de estos barrios.

Incluso pueden crear viajes a medida, ideales para estudiantes que quieren profundizar en algún aspecto de la favela, y los ponen en contacto con personal del suburbio que puede hablar con ellos del tema que les interese por el módico precio de 150 reales (39,4 euros).

Rocinha, el escenario más deseado

La mayoría de los turistas quiere ver cómo ha cambiado Rocinha, la favela más grande de Río y donde la empresaria gaditana perdió la vida por una bala de la policía el pasado lunes. Y es que en los últimos meses, este suburbio se ha convertido en un triste escenario de lucha de dos facciones de narcos, delincuencia y pobreza y hasta el Gobierno ha tenido que enviar al Ejército para intentar devolver la normalidad a esta zona.

El barrio está situado muy cerca de una de las zonas más de moda de Río de Janeiro, Leblon. Incluso los meses que rodearon los Juegos Olímpicos se bromeaba con que los vecinos de este barrio acomodado pedían las pizzas a la Rocinha donde eran más baratas y los repartidores las traían en moto.

A mitad de este septiembre, la situación de violencia en esta favela donde viven más de 150.000 personas alcanzó su mayor tensión por la guerra entre narcos. Las escuelas y los centros de salud tuvieron que cerrar ante la violencia desatada en las calles por los choques entre los seguidores de Rogerio 157 y los fieles de Nem, que está en la cárcel pero que ha roto relaciones con el que nombró su sucesor.

La presión policial es cada vez mayor y los vecinos han denunciado que tienen que estar recluidos en sus casas para evitar que una bala acabe con sus vidas, como pasó con una anciana que leía el periódico en la terraza de su casa o una niña de dos años que tomaba café con sus padres en un local de la favela.

No pueden ir a trabajar ni hacer vida normal, ni siquiera las barricadas y el ejército han conseguido calmar estas famosas calles. Y hartos salieron a manifestarse el pasado 19 de octubre pidiendo paz y que se acaben los enfrentamientos. La respuesta, lamentablemente, ha sido más muertes.