Hace 29 años los chilenos hacían largas colas para votar. El 97,53% de los habilitados para el voto acudió a su cita con las urnas. Se trataba de decidir si Augusto Pinochet y su dictadura continuaban en el poder por otros 9 años. Ganó el no y la democracia se abría paso. Este domingo, se estima que sólo se acercarán a votar entre el 42 y el 47% por ciento de los electores para elegir a su séptimo presidente de la democracia.
Los resultados son claramente favorables a Sebastián Piñera, que ya gobernó el país entre 2010 y 2014. Se presenta bajo el aglomerado “Chile Vamos” que aglutina a la mayor parte de partidos de derechas. Según las encuestas de opinión Piñera obtendrá entre el 40 y el 44% de los votos. Su paso como favorito a la segunda vuelta que se celebrará el 21 de diciembre está asegurado, aunque hay quien asegura que podría ahorrarse el trance y resultar ganador con el 50% + 1 de los votos.
Una izquierda fragmentada intenta concienciar a los chilenos para que acudan a las urnas y eso no suceda. El mejor posicionado es el Alejandro Guillier. El senador de Nueva Mayoría, el partido de la actual presidenta Michelle Bachelet, contará con un 20 o 30% de los votos según las previsiones. En estos últimos días de campaña se le ha visto más centrado en preparar la segunda vuelta y aglomerar a sus competidores de izquierda que en pensar en ganar estas elecciones.
Le sigue Beatriz Sánchez. Periodista al igual que Guillier se presenta con el partido Frente Amplio. Dispuesta a romper el bipartidismo que ha dominado la política chilena, se considera representante de la nueva política de izquierdas que defendió en España el partido “Podemos” en las últimas elecciones. De hecho Pablo Iglesias e Irene Montero grabaron esta semana un vídeo mostrando su apoyo explícito a la candidata. Las últimas encuestas le dan entre un 8 y un 16% y acabaron con el sueño de un “sorpasso” que les habría convertido en segunda fuerza política.
Tras ellos aparecen en las preferencias de voto Carolina Goic y Marco Enríquez-Ominami, los dos con propuestas continuistas del gobierno de Michelle Bachelet. Se espera que den su apoyo en segunda vuelta a Alejandro Guillier.
Entre un 2 y un 6% de los votos se espera que obtenga el candidato ultra conservador José Antonio Kast. Su simple presencia en el espectro político y el apoyo necesario que previsiblemente tendrá que otorgarle a Piñera en el segundo turno demuestra que muchos de los avances sociales de Chile de los últimos años no están afianzados. Kast se ha mostrado contrario al matrimonio gay, favorable a criminalizar el aborto en cualquier circunstancia y nostálgico con el régimen militar que gobernó Chile entre el 73 y el 90. “Si Pinochet estuviera vivo, claramente votaría por mí”, afirmó sin pudor en una entrevista reciente.
El aumento de la abstención durante estos 29 años tiene más explicaciones que la clara apatía que muestran en estas elecciones los chilenos ante las propuestas políticas que se les presentan. La primera es que hace cinco años el voto dejó de ser obligatorio. Fue precisamente durante el anterior mandato de Sebastián Piñera, en 2012 cuando se cambió la ley para que todos los chilenos mayores de 18 años sin cargas penales superiores a tres años estén llamados a las urnas, pero puedan elegir si finalmente ir o no. Y parece que muchos no acudirán a la cita del próximo domingo.
El pasado octubre, el PNUD daba a conocer un diagnóstico sobre la participación electoral en Chile que ponía de manifiesto la baja participación en los barrios más desfavorecidos de las zonas urbanas de Chile. En la capital Santiago de Chile, donde se concentran 7 de los 17 millones de habitantes de este extenso país se comprobó muy claro en las últimas elecciones municipales. En Vitacura, la comuna considerada número 2 más calidad de vida según el Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU) votaron el 45% de los electores. La Pintana aparece en el penúltimo puesto el 92. Allí tan solo se acercaron a votar el 21% de los convocados.
Por eso la izquierda llama insistentemente al voto estos últimos días. “Su voto, cualquiera sea su opción, fortalece a Chile y a nuestra democracia“, repetía con energía esta semana la actual presidenta Michelle Bachelet. Los avances sociales estandarte de este gobierno, la gratuidad en la educación el más sobresaliente, han beneficiado a estos núcleos de población urbana con menores ingresos que ahora muestran tendencia abstencionista. “Todos los cambios que el mundo ve con admiración, los hemos hecho en tiempos de vacas flacas”, enfatizaba la mandataria. Muchos de sus votantes habrían querido que Bachelet repitiera candidatura en esta convocatoria, pero por ley en Chile ningún presidente puede ocupar dos legislaturas consecutivas en el cargo.
Dentro del país, el candidato Sebastián Piñera se percibe como positivo para la economía. En su anterior mandato dejó el PIB creciendo un 4% mientras que en 2017 se prevé que crezca solo un 1,4%. Sin embargo el candidato de “Chile Vamos” recibe numerosas críticas por casos de corrupción, empresas de familiares que dan servicio al Estado y por su extensa fortuna que le coloca año tras año en las partes más altas de los ranking de millonarios del país.
En las conversaciones informales sobre intención de voto se percibe que los chilenos no saben si votarán ni por quién o que votarán por alguien que en realidad no les convence. Este domingo gran parte de los transportes urbanos y rurales serán reforzados y muchos de ellos gratuitos. En la radio y televisión se repite el anuncio de que los empresarios deben por ley acomodar el horario de los que trabajen este día a su cita electoral. A partir de las cinco de la mañana y durante toda la jornada no se podrá comprar nada de alcohol a lo largo de todo el territorio nacional. Todo indica que a estas alturas de la joven democracia chilena, la abstención dará la clave de la gobernabilidad.