Podría ser Metzli Sarabia, una chica de 17 años que recibió dos tiros por ser hjja de un activista político. Quizá Mara Castilla, que se subió a un Cabify para volver de fiesta y el chófer la mató. Por qué no Jessica Perez, a la que su novio asesinó y dejó en un maizal, justo el mismo mes que desapareció Alma Rubi. O el cadáver cosido a cuchilladas que se encontró en Zapotitlan Salinas, este mismo viernes, mientras se escribía este texto. En Puebla, un Estado central de México, van 93 feminicidios y cada 19 horas se denuncia la desaparación de una mujer.
Pero toca hablar de Saraí Ávila, de 26 años. Es la que importa a su padre, Yamil Ávila Cruz, un soldador de 54. Lleva ya cuatro meses sin saber de ella, desde el 2 de agosto, cuando un amigo fue testigo de una fuerte discusión que tuvo con su marido, Rodolfo Murillo. Según la versión del esposo, la madrugada, mientras iban en el coche con su hijo de dos años, ella decidió bajarse. Y nunca se supo.
“Ella no era muy alta, pero sí muy tranquila. Su hijo tenía un problema, no dormía, y siempre estaba con él, por eso no entiendo que se bajase del auto, a tres calles de su casa. Su esposo es diabético y a mi hija le desesperaba la situación de tener que atenderlos a los dos. Parece ser que esa noche le pidió el divorcio y se ve que no le gustó”, cuenta el padre, “no me consta que fuera el marido, pero creo que fue por ahí la situación. Pero él no está detenido, anda como la pinche fresca mañana”. Aunque no se ha encontrado aún el cuerpo, Ávila habla de su hija en pasado.
Un polvorín para las mujeres
Puebla tiene 5,8 millones de habitantes y es el cuarto estado más pobre. El Observatorio Ciudadano Nacional de Feminicidios lo califica como un polvorín para las mujeres. Colinda con Tlaxcala, donde hay una problemática seria con la trata de personas. También con Veracruz, Morelos y el Estado de México, donde el crimen organizado es muy fuerte. La propia Puebla tiene lo suyo y el negocio del huachicol, el robo de gasolina directamente de los oleoductos que pasan por su territorio, es muy pujante. Es el único Estado de toda la república donde son más las denuncias de desapariciones de mujeres que de hombres. Entre 2012 y 2016, estas aumentaron un 2.230%, al pasar de 12 a 280 casos al año.
“Ahorita, el Estado con mayor índice de feminicidios es Estado de México [el más poblado del país] sin embargo hay que voltear a Puebla para hacer algo ya que el repunte que se registra desde 2012 es de preocupación y la cercanía con Tlaxcala lo pone en un corredor de trata de personas, lo que se especula que tiene que ver con las desapariciones”, explica Laura Nayeli Pedraza, investigadora en estos temas para la organización Articulación Ciudadana para la Equidad y el Desarrollo.
La edad promedio de la mayoría de las desaparecidas es de 15 a 25 años y la capital está a media hora de Tenancingo, un municipio de Txalcala apodado la capital de la explotación sexual. Para la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y ONU-Mujeres, el corredor Puebla-Tlaxcala es una de las principales zonas de captación, acción y tránsito de trata de personas para prostitución.
Lo innegable es que el crecimiento en Puebla de los femicidios es exponencial. Según los datos de las organizaciones de la sociedad civil, en 2013 fueron 50, subiendo a 60 en 2014, con una bajada en 2015 a 50. Pero en 2016 fueron 82 y en este 2017, que ya ha llegado a 93, no se puede descartar que haya más muertes en el mes de diciembre. Estas cifras se basan en reportes de prensa y son menores que las que manejan las autoridades, ya que estas solo cuentan los femicidios cuando hay denuncias.
Violencia tolerada
“Hay una tendencia que cuando los delitos asociados al crimen organizado suben, también lo hacen los feminicidios, pero cuando los homicidios masculinos bajan, ya ser por coyuntura o políticas públicas, los índices para las mujeres permanecen estables”, argumenta Pedraza, “esta violencia está anclada en las asociaciones que hacemos a los géneros, la cosificación de las mujeres y en la violencia familiar, que es muy tolerada”.
En México, aunque el marco legal ha avanzado mucho en los últimos años, con mecanismos de protección y demás, estos no se aplica desconocimiento de los mismos por los funcionarios públicoas y la falta de recursos, el problema es el que siempre tiene el país con sus leyes. En el informe de la ONU Del compromiso a la acción, publicado esta misma semana, se puede leer que en el Triángulo Norte-Honduras, El Salvador y Guatemala- y México el problema del feminicidio y de la violencia contra la mujer tiene características de epidemia.
“Imagínese como me siento. No es justo que le hagan esto a mi hija, ella era muy linda. No sé que le vió a ese pinche idiota”, concluye Ávila, el padre de la desaparecida Sarai, “Dios quiera que la encontremos, pero la verdad, siendo Puebla, no creo. Es un asco Puebla. Como desaparecen jóvenes y mujeres. Es muy pesado. Así es México y así te chingas”.