En Estados Unidos no es habitual que un expresidente critique al actual Ejecutivo. Una vez finalizado su mandato, quien abandona la Casa Blanca se mantiene al margen de la política y se centra en defender su legado, guardándose para sí sus opiniones sobre los asuntos públicos.
“Tengo que estar callado un tiempo”, decía Barack Obama al dejar el poder, a finales de 2016. Contra todo pronóstico, Donald Trump ganaba las elecciones y se imponía a Hillary Clinton con un mensaje nacionalista y proteccionista, contrario a la inmigración y al libre comercio.
Ante ese discurso, opuesto al de Obama, el político demócrata decidía en un primer momento adoptar un papel de bajo perfil como habían hecho sus antecesores en el cargo. Pero Trump llegaba para poner todo patas arriba, incluida esa costumbre de mantener la boca cerrada por parte de los expresidentes.
“En EEUU existía un pacto tácito. El nuevo presidente no se comprometía con la labor pasada de un expresidente y éste tampoco criticaba al recién llegado”, asegura a EL ESPAÑOL Diego Crescente, socio de la firma de asuntos públicos Mas Consulting. En otras palabras, y según ese supuesto, Trump no debía ‘meterse con la acción pasada’ de Obama. Tenía que ‘desaparecer’.
Pero no ha sido así. El presidente 44 de EEUU no ha podido evitar callarse. Esa tradición se ha roto gracias a Trump: desde que el multimillonario neoyorquino se hiciera con el mando del Despacho Oval hace ahora justo un año, sus políticas han provocado todo tipo de comentarios, pero llaman la atención los reproches emitidos por antiguos inquilinos de la Casa Blanca.
“Y la ruptura de la tradición ha venido por los dos bandos. En política estadounidense, ante una acción siempre hay una reacción”. Es decir, ante el desprecio de Trump a las políticas de su predecesor, llegó la respuesta de Obama. “Esa primera ruptura del pacto se produjo por parte de Trump al criticar Obamacare o la liberación de presos de Guantánamo”, afirma este analista político.
“No es un jarrón chino al uso”
Tal y como definió Felipe González al abandonar La Moncloa, la función de los expresidentes se parece a la de un “jarrón chino”. “Todo expresidente es un jarrón chino grande que se supone que tiene valor, pero que estorba en cada sitio que lo pongas”, decía el exmandatario socialista. Sin embargo, Obama no puede considerarse un “jarrón chino al uso”, según Crescente. ¿El motivo? En América, “cuando los expresidentes del gobierno se retiraban, lo hacían con una edad elevada, casi al final de su etapa política, pero no es el caso de Obama, que dejó de ser presidente con 55 años”.
Con esa edad, a Obama, aún joven políticamente, le queda mucho que decir. De hecho, ya había alertado de que alzaría la voz cuando se tratara de un asunto importante y fundamental, porque él es todavía “un ciudadano que tiene sus derechos y obligaciones”. Solo hablaría si su sucesor amenazaba los valores americanos.
Los valores de EEUU, “en peligro”
Sus valoraciones políticas, muchas de ellas en forma de comunicado, no tardaron en llegar. El 30 de enero de 2017, tan solo diez días después de la investidura del nuevo presidente, cuando Trump ordenaba cerrar las fronteras a inmigrantes de varios países musulmanes, Obama emitía una nota asegurando que los valores del país estaban “en peligro”.
Se trataba de la primera declaración de Obama, en la que no mencionaba específicamente la prohibición de Trump, pero apoyaba las protestas contra el veto migratorio anunciado por el republicano. El presidente saliente mostraba su desacuerdo con la “noción de discriminar a los individuos debido a su fe o religión”.
El expresidente ha roto su silencio en otras ocasiones, sobre todo cuando Trump toca asuntos especialmente sensibles para Obama: al anunciar que desmantelaría el sistema de salud Obamacare, al comunicar que retiraría a EEUU del Acuerdo de París contra el cambio climático….
La cuestión que más daño le hizo, sin duda, fue la derogación de la ley DACA, una decisión que calificó de “cruel” y “errónea”. Trump dejaba en un limbo legal a 800.000 inmigrantes jóvenes de EEUU, los llamados dreamers.
Normalmente en sus críticas no hay referencias explícitas a Trump. Obama se limita a expresar su preocupación por el actual clima político en EEUU, lo que claramente se interpreta como una crítica velada contra la administración Trump.
¿Qué hace ahora Obama?
Las contestaciones de Obama no se producen solo porque Trump arremeta contra su legado, sino también porque en la actualidad el político demócrata representa la única voz que puede aglutinar a su partido, sumido en una grave crisis tras la derrota de Hillary Clinton en las elecciones. “Existe un vacío de poder en el partido demócrata, y la reacción de Obama llega precisamente por esa falta de liderazgo”, asegura Crescente.
Tras abandonar el Despacho Oval, Barack y Michelle Obama se pusieron manos a la obra con un proyecto dedicado a ayudar a las nuevas generaciones, The Obama Foundation. Se trata de una startup para la ciudadanía, cuyo objetivo es definir “lo que significa ser un buen ciudadano del siglo XXI”.
El exmandatario y su familia están instalados todavía en Washington DC, y permanecerán allí hasta que la hija menor acabe el instituto. Como apunte curioso, los Obama viven en el lujoso barrio de Kalorama Heights, a tan solo tres kilómetros de la Casa Blanca, donde habita su ‘amigo’ Trump.