Apenas 48 horas después de la reelección bajo sospecha de Nicolás Maduro, José Luis Rodríguez Zapatero recorrió los más de 8.000 kilómetros que separan Roma de Caracas, donde el expresidente español lleva una larga temporada como mediador y observador internacional. El motivo del inesperado viaje trascendió a última hora del martes. Una escueta nota del Vaticano informaba de que el papa Francisco había recibido en audiencia privada a Zapatero. Una reunión ‘secreta’ de la que no hay detalles oficiales y que ha levantado suspicacias entre la oposición venezolana.
Leopoldo López Gil, padre del opositor venezolano encarcelado por el chavismo, lamenta con contundencia la falta de información sobre los temas tratados en esta reunión de alto nivel. “Hay demasiados interrogantes sobre este encuentro a puerta cerrada, los venezolanos tenemos derecho y queremos saber en nombre de quién Zapatero se reúne con el Papa y de qué han hablado ambos”, defiende en conversación con EL ESPAÑOL.
Medios vaticanos dan por sentado que en la audiencia se trató la profunda crisis política y social que atraviesa Venezuela. Bergoglio sigue de cerca los acontecimientos allí y ha intentado implicarse para ser parte de la solución. Tras las elecciones del domingo, el pontífice se limitó a pedir para “todo el pueblo venezolano - todo, gobernantes y pueblo- la sabiduría para encontrar el camino de la paz y la unidad”.
El expresidente español ha sido objeto de feroces críticas en Venezuela por su papel como mediador internacional entre Maduro y la oposición. Tras confirmarse el resultado de unas elecciones que gran parte de la comunidad internacional ni siquiera ha reconocido, las palabras del socialista tampoco han sentado nada bien en las filas opositoras. Zapatero hacía un nuevo llamamiento al diálogo y despachaba las sospechas de fraude instando a los derrotados a canalizar sus denuncias por los cauces “contemplados ante el Consejo Nacional Electoral (CNE)”.
“A veces pensamos que Zapatero es el único que no se entera de lo que de verdad pasa en Venezuela”, resume Leopoldo López Gil, cuyo hijo continúa en arresto domiciliario desde agosto de 2017. Sobre el trabajo de mediación de Zapatero con los presos políticos del chavismo, López aclara que en su caso “no hubo negociación ninguna” por parte del expresidente español. “No hay que colgarse medallas por la liberación de los presos políticos”, añade.
López Gil no es nada optimista sobre el futuro próximo de su país tras las presidenciales del domingo: “Se avecina una época tremenda de represión. Seguiremos sufriendo más hambre y más ruina en Venezuela”.
Preguntado sobre la idoneidad de la estrategia de la oposición venezolana, que decidió no concurrir y pedir la abstención en la última cita electoral, López cree que fue “todo un acierto” alegando que las bajas cifras de participación demuestran que el chavismo “ya ni siquiera moviliza” a sus propias filas.