A poco más de tres meses de las elecciones presidenciales, Brasil se asoma a la mayor militarización de su vida política desde que, en 1985, terminó la dictadura militar en el país.
Más de cien miembros de las fuerzas armadas, entre generales retirados y otros oficiales, están presentando sus candidaturas para estas elecciones. Un estudio del periódico O Globo va más lejos y estima que serán más de 400 los aspirantes vinculados de alguna manera a las autoridades policiales y militares, entre policías federales, militares, civiles e inspectores.
El encarcelamiento de Lula, el descrédito de los políticos brasileños, el hartazgo ante la corrupción endémica y la preocupación por la seguridad entre los ciudadanos han allanado el camino a los militares. A inicios de año, Michel Temer contribuía al incremento de su visibilidad y poder al establecer la intervención federal de Rio de Janeiro, entregando la seguridad pública a los militares hasta finales de 2018.
Al mismo tiempo, ante la probable imposibilidad de Lula de presentarse a las elecciones, todas las encuestas dan la victoria a Jair Bolsonaro, un senador de ultraderecha, excapitán del Ejército que, entre sus propuestas electorales, ha defendido darle más poder a la policía para matar a presuntos criminales.
Con este panorama, varios militares empezaron a movilizarse para presentar sus candidaturas a las elecciones. En febrero de este año, el General Mourão, quien defendió un golpe militar en el país en el caso de que los Tribunales no hiciesen su trabajo ante la corrupción polítca generalizada, anunció que coordinaría un frente de candidatos de las fuerzas armadas. “Tendremos muchos candidatos del entorno militar, si no en todos, en un gran número de estados. Aunque presentándose por separado, tendrán unas pautas de acción y un discurso cercano a los intereses de la nación y de los militares. Yo estaré coordinando todo eso”, ha dicho en declaraciones a la revista piauí.
Los candidatos defienden que la recuperación de los valores militares, como la disciplina, la integridad o el patriotismo son los pilares que pueden dar una solución a la crisis de credibilidad política en Brasil.
Un sondeo de Latinobarómetro del año pasado arrojó datos preocupantes sobre la opinión de los brasileños sobre su clase política: sólo un 13% de la población se encuentra satisfecha con el estado de la democracia y sólo un 6% respaldaba la actuación del Gobierno de Michel Temer. Sin embargo, las fuerzas armadas lideraban la confianza de la población, según datos del Datafolha, publicados en 2017. Ahora, los militares intentarán capitalizar ese apoyo en las urnas.
La apuesta por las candidaturas militares es reciente. En las elecciones de 2010, los militares no tuvieron casi representación política y, en 2014, las candidaturas fueron poco significativas. “El miedo capitaliza los discursos sobre la seguridad pública”, explica la socióloga Fábia Berlatto, autora del estudio “De la polìcía a la política”, en declaraciones a #Carta. ().
El auge político de las fuerzas armadas se encuadra también en el giro hacia la derecha que ha ido ocurriendo en el continente americano. “Aunque el vínculo entre los militares y los partidos de derecha no sea unánime, él existe”, dice Berlatto, quien destaca, en su estudio, que el 70% de los candidatos de las fuerzas armadas eligen hacerlo por partidos de derecha.
Los analistas advierten del peligro de un giro hacia una política más autoritaria y de mano dura: “El descontentamiento de la población puede llevar, no a un golpe de Estado, pero sí a soluciones muy poco democráticas, de cariz autoritario, con atajos constitucionales, algo que representa Bolsonaro”, sentenció Carlos Fico, investigador de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, en declaraciones a UOL.