“Sufrimos mucha vigilancia y acoso. El régimen totalitario de Cuba oprime a la sociedad en general pero, a nosotros, a los que pertenecemos a la oposición, se nos persigue con más saña”. En septiembre de 2016 Eduardo Cardet visitaba Madrid y describía así para EL ESPAÑOL la situación de la oposición en Cuba. Sólo dos meses después, Cardet -coordinador del Movimiento Cristiano Liberación (MCL)- era detenido por las autoridades de la isla acusado de “atentado a la autoridad”, “desacato” y “ofensa al Comandante” .
Era el 30 de noviembre de 2016. La fecha no es casual. Fidel Castro acababa de morir cinco días antes y Cardet intervino en varios medios de comunicación para explicar desde Cuba cómo se vivió en la isla la histórica defunción: "Hay un luto impuesto. Es imposible que nuestro pueblo pueda expresar de manera libre y espontánea el verdadero sentir por este acontecimiento. Hay poca gente en la calle, mucha presencia policial. Muchos controles y prohibiciones. Castro fue un hombre sumamente odiado y rechazado por nuestro pueblo", resumió para la emisora esRadio.
Casi dos años después, Cardet sigue silenciado y encerrado en una cárcel cubana cumpliendo una condena de tres años. “Es verdad que dijo eso sobre Castro, pero Cardet estaba marcado antes de la muerte de Fidel”, apunta Carlos Alberto Payá. El representante en España de MCL explica que el arresto estaba “anunciado” y subraya que se produjo en la puerta de su casa de una manera “muy violenta” para “dar un escarmiento y lanzar un mensaje de miedo” a los vecinos de la provincia de Holguín, donde es “muy conocido y querido” por su trabajo como médico.
En conversación con este diario, Payá -hermano del histórico disidente Oswaldo Payá, fallecido en un rocambolesco accidente de tráfico en 2012- relata las múltiples “irregularidades” que se han cometido en el proceso judicial: “Su juicio fue una farsa, con testigos inventados, videos difamatorios e infinitas dificultades para la defensa”.
"Un hombre decente en la cárcel"
La estancia de Cardet en la cárcel ha sido de todo menos garantista. Fue agredido por otros presos en la cárcel de alta seguridad donde cumple condena, el régimen de visitas se ha suspendido sin mayores explicaciones, no puede recibir llamadas y ni Cardet ni su familia tienen acceso a los resultados de una biopsia que se le realizó estando en la cárcel. Tampoco está a la vista la libertad condicional que le correspondería por su condición de preso primario -no ha estado encarcelado anteriormente-. Las autoridades de la isla le han denegado este beneficio penitenciario alegando que “no está preparado para reinsertarse en la sociedad”.
Fuera de la prisión de Cardet, el MCL y otros sectores de la oposición cubana en el exilio siguen movilizándose para demandar a los Ejecutivos de Occidente para que medien con Cuba y evitar que su caso caiga en el olvido. Amnistía Internacional ya denunció que la condena a Cardet supone un “claro ejemplo de las restricciones que pesan sobre el derecho a la libertad de expresión en Cuba”.
Erika Guevara-Rojas, directora para las Américas de Amnistía Internacional, recuerda que las autoridades cubanas llevan “decenios hostigando a los miembros del Movimiento Cristiano de Liberación en un intento de silenciar cualquier idea disidente”. Desde la organización no dudan en definir la situación de Cardet: “No cabe la menor duda; es un preso de conciencia que está entre rejas por expresar su opinión. No debe pasar ni un segundo más en la cárcel”.
Carlos Alberto Payá concluye que el caso de este doctor y activista cubano trasciende lo ideológico: “Es una cuestión humanitaria. Cardet es un hombre decente en la cárcel”.