Este domingo, 147 millones de brasileños están llamados a las urnas para decidir el nuevo presidente de la República del país. Lo harán movidos por el rechazo, más que por la identificación con uno de los candidatos y sus propuestas. Cuando los colegios electorales abran las puertas este domingo, los ciudadanos votarán en contra del aspirante que, bajo ningún concepto, querrían ver a los mandos del Palacio del Planalto.
Así lo demuestran las encuestas que señalan que los dos candidatos con más intención de voto, el ultraderechista del Partido Social liberal (PSL) Jair Bolsonaro, con 35%, y Fernando Haddad, candidato del Partido de los Trabajadores, con 22%, son también los más rechazados por los electores. Un 45% de los electores jamás votaría en Bolsonaro y un 40% nunca elegiría a Haddad.
“Esto demuestra la total polarización de la sociedad, con dos candidatos en los extremos y mucha distancia entre ellos. La gente votará en el menos malo, el que menos le asusta. La gente votará contra algo, en uno para que no gane otro y tendremos una segunda vuelta muy violenta en los discursos y los debates, con muchas acusaciones", resalta Humberto Dantas, politólogo e investigador de la Universidad de São Paulo.
En la sociedad brasileña se ha instalado, a lo largo de la campaña, dos sentimientos latentes: por una parte un 'antipetismo' cerrado, alimentado por los casos de corrupción en los que está involucrado el PT y que han llevado a Lula da Silva a la cárcel, y por otra, un rechazo a las ideas conservadoras de Bolsonaro y su discurso racista, homófobo y condescendiente con la dictadura. Los dos han conformado un electorado de extremos que votará en uno por oposición al otro y que les hará llegar, si no hay sorpresas de última hora, a la segunda vuelta.
“Que los dos hayan llegado hasta aquí es, a su modo, sorprendente. Primero porque, al inicio de la campaña, nunca hubiese apostado por que el PT fuese capaz de recuperar su base de apoyo tras los escándalos de corrupción y luego porque lo esperable era que Bolsonaro fuese desapareciendo a medida que las elecciones se acercaban”, añade Bruno Speck, politólogo de la Universidad de São Paulo.
Bolsonaro: tragedia y ¿regalo?
Para el politólogo, lo lógico hubiese sido que la intención de voto en el candidato ultraderechista fuese bajando al tiempo que disminuía su presencia en la televisión, en la fase más adelantada de la campaña. Lo que cambió el escenario fue la puñalada que sufrió en septiembre. “Una tragedia a nivel personal pero realmente un regalo a nivel político. Al ser de un partido tan minoritario como el PSL, en la fase decisiva de la campaña Bolsonaro tendría derecho a 9 segundos de espacio televisivo y terminaría desapareciendo de la campaña. Después del ataque, Bolsonaro estuvo en los telediarios todos los días”, analiza Speck.
Eso, junto con la capacidad de conectar con un segmento de la población “que apoya un régimen autoritario, que no se manifestaba mucho pero que representa unos 15% y que no tenía un candidato que hablara su idioma” le hizo subir en los sondeos. “Es un discurso de extrema derecha en un país que tiene sus traumas asociados a la dictadura militar y él ha rescatado un elemento conservador y violento que es característica de una parte más radical de la sociedad, que es más común de lo que pensamos”, añade Dantas.
Y ni siquiera los movimiento en su contra, como de ‘Mujeres contra Bolsonaro’, que nació en las redes sociales y fomentó las manifestaciones en contra del candidato bajo el lema #EleNão (#ÉlNo) y se apoyaba en esa polarización de la sociedad de todos menos Bolsonaro, consiguieron bajarle del liderazgo. Pocos días después de la marcha en 65 ciudades brasileñas, con la presencia de cientos de miles de personas, los sondeos daban cuenta de un aumento de voto femenino en Bolsonaro del 6%.
“Muchas mujeres habrán tenido la sensación de que se trataba de una movilización de izquierda y eso, en la lógica 'antipetista', habrá hecho que muchas mujeres se pronunciaran de manera abierta a favor de Bolsonaro, porque lo contrario sería favorecer al PT”, señala Dantas.
Si Bolsonaro pasa, tendrá el 50% del tiempo de televisión y no podrá seguir sin hablar de su programa y de sus propuesta
La lógica del voto en contra ha servido incluso para que Bolsonaro consiguiera atravesar toda la campaña sin profundizar en su programa electoral y sus propuestas más allá de las más populistas. Algo que, en una segunda vuelta no será sostenible: “Si pasa, tendrá el 50% del tiempo de televisión y no podrá seguir sin hablar de su programa y de sus propuestas. También tendrá que ir a los debates y el resultado dependerá de su desempeño”, dice Speck.
Una victoria de Bolsonaro en estas elecciones no es un escenario improbable. Varios partidos han empezado ya a ofrecer su apoyo al candidato y los analistas consideran que, una vez pasada la primera vuelta, las posibilidades de los dos candidatos son muy similares. “Bolsonaro no se quedará solo, mucha gente se posicionará con él. Y lo mismo pasa con Haddad que contará con el apoyo de otros contrincantes. El resultado es muy difícil de prever y será una elección muy dividida”, analiza Dantas.
Una campaña crispada y una sociedad polarizada son ingredientes peligrosos que pueden resultar en consecuencias graves para la ciudadanía. “Elecciones más o menos convulsas hay en todos los países., pero el problema es saber si la gente está preparada para perder y cómo los partidos asumirán la derrota. Si culparán el sistema de voto, los medios de comunicación… qué narrativa van a crear o si lo aceptarán y se retirarán del escenario. Y ese es el peligro, que los partidos no sean capaces de apaciguar la población”.
En un primer momento, Bolsonaro ya dijo que no aceptaría “otro escenario que no fuese la victoria”. Rectificó al poco tiempo pero “es un comportamiento que puede tener consecuencias nefastas”.
Previsiblemente, los mercados celebrarían una victoria de Bolsonaro, pero los analistas llaman también la atención para el retroceso significativo en una agenda progresista en lo que respecta a los derechos de las minorías y la problemática de las relaciones con los demás poderes. “Habría que ver como se relacionaría con el poder legislativo donde no tendría mayoría y tendría que enfrentar alguna derrota; con el poder judicial, que está muy activo en la lucha contra la corrupción y tarde o temprano tocará a alguien cercano a Bolsonaro; y con su vicepresidente, el general Mourão con quien no se lleva muy bien. Y en una lógica militar, donde la jerarquía importa Mourão es general y Bolsonaro capitán, así que habría que ver cómo reaccionarían en caso de conflicto”, avisa Dantas.